Textos en libertad

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  • Iturbide y Guerrero, aliados distantes que dividen opiniones (II)
  • Por José Antonio Aspiros Villagómez

RedFinancieraMX

(Concluye)

En 1921, centenario de la consumación de la Independencia, el nombre de Agustín de Iturbide fue injuriado y retirado de los muros de la Cámara de Diputados cuando el presidente de México era Álvaro Obregón. Y al Gran Teatro Iturbide, donde se cantó por primera vez el Himno Nacional Mexicano en 1854, se enjuició a Maximiliano en 1867 y se juró la Constitución de 1917, le fue cambiado el nombre en 1922 por el de Teatro de la República.

Por cierto, también fue desechada en 1943, durante el mandato de Manuel Ávila Camacho, la estrofa del Himno Nacional donde se menciona al consumador, aunque la cantábamos en la escuela todavía una década después: “Si a la lid contra hueste enemiga / Nos convoca la trompa guerrera, / De Iturbide la sacra bandera / ¡Mexicanos! valientes seguid”.

Pero la del Himno es otra historia, pues desde el siglo XIX fue mutilado, suplantado o restablecido, inclusive cuando gobernó Benito Juárez, quien adoptó en su lugar la Marcha Zaragoza.

         Desde el 27 de octubre de 1849, un estado de la República lleva el nombre de Vicente Guerrero. Fue sugerido por el general Juan N. Álvarez para denominar así en tiempos del presidente José Joaquín de Herrera esa nueva entidad creada con territorios de Michoacán, México y Puebla, cuyas autoridades se inconformaron al principio por la segregación de su superficie, según datos del sitio digital Memoria Política de México de Doralicia Carmona Dávila.

         En contraste, para el libertador Iturbide sólo hay homenajes particulares (de los “conservadores”, dirán algunos) ante sus restos en la Catedral Metropolitana, silencio oficial en los actos cívicos, más de 30 biografías suyas escritas por historiadores y divulgadores profesionales –después de Hidalgo y Morelos es “el tercer personaje (de la Independencia) que cuenta con más páginas dedicadas a su estudio”, según un ensayo del doctor en Historia Joaquín E. Espinosa Aguirre–, y poemas como aquel de Amado Nervo datado en 1890 y que así empieza:

         “¡Capitán inmortal, tu eco de guerra / en nuestros patrios montes aún retumba! / Para borrar tu huella de la tierra / no basta, no, la losa de una tumba. / La muerte… ¿Qué es la muerte ante la gloria / que envuelve tu recuerdo en sus fulgores? / ¿Quién borrará tu nombre de la Historia / sin borrar de tu enseña los colores?”

         De hecho, fueron escritos numerosos poemas acerca de Iturbide y Guerrero, y de los episodios donde ambos tomaron parte. El escritor y político liberal Guillermo Prieto es autor de varios. En el siglo XIX y todavía a principios del XX, la poesía era tan popular y los bardos tan influyentes entre la sociedad, que había recitales muy concurridos y por eso se les toma en cuenta en estas líneas.

         A Guerrero, el jurista y rector de la Universidad Ezequiel A. Chávez le dedicó un “Retrato” que en dos de sus partes dice: “Alto es el héroe y delgado; / Con el rostro bronceado; / Cóncavo el pecho saliente; / Al cinto espada luciente, / Y el puño en ella posado.” Y remata: “Así es Guerrero, el valiente / Que nunca cejó en la guerra: / Que en roca y valle esplendente, / Y en la miseria inclemente / Siempre defendió su tierra”.

         Leímos una decena de poemas -algunos muy extensos- relativos a los dos protagonistas, pero ninguno alude a Guerrero como el libertador o consumador de la Independencia, de lo cual él tampoco hizo gala, y en cambio Fulgencio Vargas, otro vate, escribió: “Al final de los combates / de las épicas hazañas / surge la inmortalidad / del héroe fiel a su causa, / que sin mezquinas pasiones / de mando y de gloria insana / reconoce en Iturbide / al paladín de su Anáhuac”.

         En fin, hay numerosas estatuas de Guerrero en el país, y al parecer solamente una de Iturbide, si es que sigue ahí, en el pasaje comercial que lleva su nombre en el Centro Histórico de la Ciudad de México. En julio pasado una regidora de San José Iturbide, Guanajuato, anunció que en este septiembre sería develada una estatua del libertador en ese municipio. Lo mismo dijeron en 2019 y no se llevó a cabo, como tampoco se concretó a mediados del siglo XIX el proyecto de hacerle una efigie, cuyo modelo en yeso se conserva en el Museo Nacional de Arte.

Aunque, para nuestra sorpresa, en el nuevo billete de 20 pesos emitido apenas por el Banco de México, aparece el consumador al frente del Ejército Trigarante cuando hace su entrada a la capital. Y en torno a la escena está la primera bandera tricolor, ideada por Iturbide, además de la actual. Ya sólo falta saber qué dirá sobre todo esto -aunque lo suponemos- el presidente actual en la conmemoración oficial que habrá.