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  • El secreto del mentor
  • Por Alan Ramírez Flores, CEO de Cénit y autor de Liderazgo para todos

RedFinancieraMX

Todos soñamos, de una u otra manera, en volver verdad el efecto Pigmalión, en lograr desarrollar en el otro dones y cualidades impensadas. En el mundo corporativo esto se vuelve una obsesión.

Durante una crisis se multiplican las necesidades de mentores en las organizaciones de todo tipo. De hecho, en 8 de cada 10 pymes a nivel mundial se reconoce que se carece de una persona que logre acompañar a los otros en los procesos de incertidumbre y cambio.

Pero, ¿qué hace un mentor? Esencialmente escuchar.

Para atender en profundidad a lo que nos están diciendo, hemos de desarrollar un interés genuino en nuestro interlocutor, estar abiertos a sus opiniones, dispuestos a suspender nuestro juicio y a aceptar como legítimos las reacciones, percepciones y sentimientos del otro.

Por último, con la reformulación se avanza un poco más allá de lo que nuestro interlocutor ha declarado para ayudarle así a explorar y tomar conciencia del problema, identificar y movilizar recursos e invitarle a comprometerse en la resolución.

Los guiones y los juegos de rol constituyen excelentes recursos a la hora de desarrollar habilidades de comunicación, negociación, resolución de conflictos y otras. Los “guiones” describen qué pasos seguir para llevar a cabo un proceso o una conversación.

Por su parte, las “técnicas de dramatización” permiten practicar determinados comportamientos en un entorno seguro, minimizando la ansiedad, pues ofrecen la posibilidad de equivocarse y aprender a través del error. La técnica básica es el juego de rol, equivalente a una simulación o ensayo de conducta.

El primer paso consiste en diseñar una escena relevante para las habilidades que se van a desarrollar, o bien elegir un momento pasado para reinterpretarlo o un momento futuro, para así prepararlo. A continuación se representa la escena: el mentorando es el protagonista y el mentor sirve de interlocutor para poner a prueba las habilidades de aquel. El mentor puede interrumpir la escena para dar pautas al mentorando, que así puede ensayar, repetir, corregir y pulir su conducta.

El último paso de un juego de rol consiste en poner en común las vivencias y observaciones. En primer lugar, el mentorando ha de describir cómo se ha sentido, qué cree que ha hecho bien y qué le ha resultado más difícil. A continuación el mentor ofrecerá su feedback, resaltando en primer lugar lo que se ha logrado para luego aportar sugerencias concretas de mejora.

El feedback, o la información que se recibe sobre la calidad de la actividad y el desempeño, juega un papel fundamental en cualquier tipo de aprendizaje; para resultar útil, debe incluir tanto las conductas de éxito como las de error, para que quien lo recibe pueda mejorar su ejecución y desarrollar al máximo su potencial. El feedback debe ser claro, corto, conciso y concreto, centrado en comportamientos. Hay que limitar la crítica innecesaria y alentar los pequeños progresos y los esfuerzos por cambiar.

Para ser un auténtico Pigmalión, el mentor ha de expresar con frecuencia un reconocimiento genuino por los esfuerzos y éxitos de su mentorando, valorar sus avances, expresar confianza en su capacidad y brindarle su apoyo y aliento.

La estrategia fundamental del proceso de mentoring es crear una capacidad de acción en el mentorando que le permita progresar de manera continua.