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  • Zaldívar pervirtió a la justicia
  • Por Francisco Rodríguez 

RedFinanciera

A don Mario Renato Menéndez,

In memoriam

 Se ha confirmado lo que en varias ocasiones leyó usted aquí. Que las únicas razones de ser del Estado, que son la justicia y la seguridad para sus habitantes, se convirtieron en sucios trebejos al servicio de Andrés Manuel López Obrador, merced a la genuflexa e intere$ada complicidad de Arturo Zaldívar en funciones de presidente de la Suprema Corte de Justicia que, en aquellos momentos, era la Sometida Corta de Justicia.

AMLO y Zaldívar arrojaron los conceptos justicia y seguridad a un rincón de cachivaches. Y sin que aún se percate de que la rebelión está a las puertas de “su” Palacio prestado, el aspirante a dictador lanza declaraciones de guerra contra su propio pueblo en defensa de quien hoy es uno más del montón de interesados que rodean a la candidata oficialista Claudia Sheinbaum.

Con Zaldívar al frente de la SCJN los niveles de sumisión del aparato de justicia se parecían, cada vez más, a los que actuaban en Haití en favor de Papá DocFrançois Duvalier, para permitir las sarracinas y las imposiciones del viejo dictador y las asombrosas masacres de sus Tontons Macoutes.

Los más lúcidos analistas opinan: una dictadura personal, un reemplazo militar, la escisión del país, estallidos sociales o implosión política en medio del crimen organizado son las posibilidades que tenemos ante la amenaza de la restauración de dictaduras.

Pero el aprendiz de dictador sigue lanzando amenazas de guerra desde el púlpito personal de sus matinés palaciegas. Nadie lo detiene. Un loco maneja a su capricho la justicia y la seguridad selectivas.

Ya las declaraciones de guerra son contra él mismo. No tiene fondo ni cerca, igual que su favorito Félix Salgado Macedonio. Son del mismo barro.

Ninguno sirve para un barrido, ni un trapeado, y no obstante AMLO tiene que salir a balbucear ante la sociedad que le confió la custodia de sus garantías constitucionales la defensa del exministro. El Estado de Derecho, de ser una ilusión pacata, ha pasado a ser un estercolero, en donde, como sostenía el eminente jurista Walter Benjamin, su cumplimiento es la excepción del derecho.

Y en el caso de Zaldívar es increíble el grado de sumisión al poderoso. Es increíble el estado de predicamento en que puso a la justicia.

Regresó a México a vivir las sandeces jurídicas que relataba Víctor Hugo en Nuestra Señora de París, donde se relata cómo la gente era procesada y sentenciada por el sólo juicio de los decires, de los cotilleos y cuchicheos e intereses de los poderosos.

Y por el momento, todavía los cuatroteros son los poderosos. La nueva “mafia del poder”.

 

11 millones de dólares le dejó el Fobabroa

 

Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, quien presidió a la entonces Sometida Corta de Justicia, ha sido el único de los ministros que no surgió de las filas gubernamentales. En épocas anteriores de la SCJN la mayoría provenía del foro y del mismísimo Poder Judicial.

Sólo una mancha burocrática tenía la carrera del ahora porrista de Claudia Sheinbaum: en 1995 fue coordinador de asesores del entonces procurador general de Justicia del DF, José Antonio González Fernández, durante la última regencia del PRI en el entonces Distrito Federal, durante el gobierno de Ernesto Zedillo.

Pero no provenir de las nóminas del erario no quiere decir que un ministro pueda ser más o menos justo, más o menos maleable, más o menos influenciable. A la postre resulta peor, cual fue el caso del propio Zaldívar.

Porque, mire usted, al que fuese presidente de la Sumisa Corta se le acabaron de doblar las rodillas y le temblaron las patitas cuando, desde el vecino Palacio Nacional, AMLO dijo que los ministros parecían “abogados patronales”. Con eso lo acabaron de doblar, luego de que ya lo tenía en sus manos el entonces consejero jurídico del Poder Ejecutivo Federal, Julio Scherer Ibarra, quien maniobró para que llegara a presidir el Poder Judicial.

Fue entonces cuando supo Zaldívar que su expediente había sido recientemente revisado –lo que en 2009 no hizo el Senado mayoritariamente priísta cuando palomeó la propuesta de Felipe Calderón– y que en alguna matiné electorera-embustera-político-musical podría ser sacado a relucir sin ningún tipo de ambages.

Y que entonces se conocería más ampliamente que en el 2001, tras el escándalo de la filtración de un audio, rompió su sociedad con el también litigante Fabián Aguinaco Aguilar, hijo de José Vicente Aguinaco quien recién había presidido a la SCJN y por entonces era integrante de la Segunda Sala de la Corte.

¿Y por qué el escándalo? ¿Por qué Zaldívar rompió tan rentable compañía debido a los contactos del socio?

Pues para comerse él solo el negocio de representar a cuatro bancos en un amparo contra el 5° Transitorio del IPAB. ¡Una traición de 11 millones de dólares! Sí, eso fue lo que al final le cobró Zaldívar a Bancomer, a Banco Internacional, a Banamex y a Banorte, por ganarles en 2003 un amparo que los salvó de nuevas auditorías a los pagarés que poseían del Fobaproa.

Zaldívar venció al Estado y el erario terminó de asumir en definitiva una deuda de 52 mil millones de pesos más por el rescate bancario.

Sí. A Zaldívar le debemos los contribuyentes que nuestra deuda haya crecido 52 mil millones más de aquellos pesos.  

Ahora entiende usted por qué se dobló ante AMLO el entonces “honorable” señor presidente de la Sometida Corta de Justicia de la Nación, don Arturo Fernando Zaldívar y Lelo de Larrea. Por una traición que lo benefició con 11 millones de dólares.

 

Triste final del exministro violador del Derecho

 

Y ya en los estertores de la 4T irrumpió la escena morenista el expresidente de la SCJN, Arturo Zaldívar, para decir que el máximo tribunal es el último reducto de la oposición a AMLO y chairos de todo nivel que le acompañan.

Sin vergüenza de ningún tipo, quien ahora funge como escolta de Claudia Sheinbaum –¿guarura le quedaría mejor?– no quiere que exista la oposición. Sólo “que siga la corrupc…, perdón, la transformación.”

Dijo así Zaldívar en un evento en el que la candidata oficialista propuso un peculiar programa de seguridad –que ni es chía ni es limoná– que es muy claro que la Corte ha cambiado precedentes con la intención de actuar “contra la transformación que implica la 4T”.

Y fue más allá: “Ahora se dice que se puso en riesgo la independencia, lo que pasa es que el poder político, el poder económico, el poder mediático y el Poder Judicial siempre habían estado del mismo lado. 2018, cuando gana el Presidente Andrés Manuel López Obrador, se cambian los lados, les queda como último reducto a la oposición el Poder Judicial y la Corte”,

Y partidizado como él está, acusó al Máximo Tribunal de ¡estar partidizado!

Quiere el exministro expresidente que también la Suprema Corte sea cuatrotera, bajo las órdenes del fallido aspirante a dictador.

Zaldívar no se avergüenza. Ni de su papel dentro del montón que apoya a Sheinbaum, ni de la acusación que se le endereza en la denuncia que se presentó ante el Consejo de la Judicatura Federal.

Y reitero lo dicho aquí ya muchas veces:

Hoy en México se rinde culto a todo aquello que atenta contra el sentido común y contra el estado social y democrático de Derecho.

 

Indicios

 

‎Las delicadas condiciones políticas y económicas que atraviesa el país hacen muy difícil deslindar ambos conceptos de seguridad y justicia en la vida cotidiana. Es un fenómeno recurrente observar cómo las instituciones de seguridad pública tratan de interferir en la aplicación de la justicia. Como es recurrente observar, también, que cada vez que falla el sistema político y social del Estado constituido, los ciudadanos, las instituciones y las fuerzas políticas se inclinan vehementemente por judicializar la vida en sociedad, convertir todo litigio y toda diferencia en controversia constitucional, dar al traste con la división de poderes. En nuestros días es necesario aceptar que simplemente sin seguridad y justicia no hay gobernabilidad y sin un marco adecuado de convivencia no hay mañana posible. * * * Mis más sinceras condolencias a familiares, colaboradores y amigos de don Mario Renato Menéndez Rodríguez, periodista de excepción. ¡Descanse en paz! * * * Y por hoy es todo. Si llegó hasta estas últimas líneas de este Índice Político, le deseo como siempre ¡buenas gracias y muchos, muchos días!

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