Urzúa y sus diferencias con AMLO

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  • Por Francisco J. Siller

RedFinancieraMX

Tras la renuncia de Carlos Urzúa a la Secretaría de hacienda el pasado 9 de Julio, podría pensarse que la tormenta había pasado. Que el tema de la salida del gabinete del importante personaje daba por concluida una etapa en la historia de la famosa 4T. No fue así. El exfuncionario y mano izquierda de AMLO aún piensa que deben ser puestos los puntos en las íes…

Y es algo que ya hizo. Dio una entrevista a la Revista Proceso y sin mayores reticencias, se refirió a aquello que motivó su renuncia al gabinete y evidenció algo que todos sabemos. López Obrador no escucha a sus colaboradores, solo impone sus criterios y sus números que son tan diferentes a la realidad.

Urzúa aclaró los conflictos de interés de la 4T. Le puso nombre y Apellido: Alfonso Romo, hombre poderoso tras la figura presidencial desde su puesto de coordinador de la Oficina de la Presidencia; Jefe del Gabinete, vamos.

El exsecretario de hacienda lo acusa de haber impuesto a los titulares del SAT, Nafinsa y Bancomext y de favorecer a familiares y a él mismo por su relación accionaria con la casa de bolsa Vector. Ahí surgen los conflictos de interés mencionados en la carta de renuncia difundida a través de la red social Twitter, en un día hábil, cuando sabía que eso tendría efecto en los mercados nacionales y extranjeros.

Urzúa fue puntual en sus comentarios a la Revista Proceso: “El principal conflicto de interés se llama Alfonso Romo Garza. Ideológicamente Romo es un hombre extrema derecha y en términos sociales oscila entre el Opus Dei y los Legionarios de Cristo. Cómo un hombre así, que llegó a admirar a Augusto Pinochet y a Marcial Maciel, acabó no solo siendo amigo de López Obrador, sino incluso siendo el jefe de la Oficina de la Presidencia”.

Pero Romo no fue el único hacia el que el exfuncionario dirigió las baterías. Manuel Bartlet, dinosaurio priísta incrustado en Morena —y autor de la caída del sistema electoral en 1988, para dar el triunfo a Carlos Salinas—, a quien calificó de inepto y falto de conocimiento para dirigir una empresa dude la talla de la CFE. Barltet no entiende el concepto de valor presente y muestra de ello está las trabas que ha puesto al contrato sobre el gasoducto submarino Sistema Sur Texas-Tuxpan. Sin importar que ello significa el grave riesgo de un retroceso en el suministro de energéticos.

Otros detalles que obligaron a la renuncia y que dan claridad a la postura presidencial están relacionados al Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, que causó el desperdicio de cientos de millones de pesos; la Refinería de Dos Bocas —un proyecto innecesario—, y las señales encontradas con otros proyectos como el Tren Maya y que contrastan con los extensos programas sociales del presidente.

De Pemex en específico dijo que “otra de mis diferencias tiene que ver con el plan de negocios de Pemex. Creo que ese plan puede ser muy bueno y se puede sanear la situación de la empresa en tres años. solo será posible si evitamos proyectos como el de la refinería y nos abocamos de manera intensiva a la exploración y producción de crudo”.

Y para seguir con las diferencias de opinion de cómo deben hacerse las cosas está en poner tanto dinero en proyectos que no podían despegar rápido, eso es Santa Lucía y el Tren Maya. “¿Para qué poner tanto dinero ahí cuando podría utilizarse para carreteras y otras cosas? “opina Urzúa, convertido en crítico del sistema y ente creíble de que las cosas no están haciéndose bien.

Sin embargo y pese a las diferencias y oídos sordos del Presidente aclaró que “siempre me llevé bien con López Obrador”. Señaló además estar convencido de que es, por mucho el mejor político vivo que existe hoy en México”.

Para ser un hombre tan cercano al presidente, sus opiniones son de gran valor y sus preocupaciones también sobre todo cuando lo define como un hombre fiscalmente conservador y al mismo tiempo actúase con un gran énfasis en los programas sociales.

Preocupación del balance presupuestal que debe tener el gobierno y el exceso de programas sociales, pero sobre todo a la negativa de AMLO a implementar una reforma fiscal como única manera de abatir desigualdades.

Ahora la pregunta es: ¿López Obrador entrará al quite para dar respuesta a los planteamientos de Carlos Urzúa? Los dejará pasar, les dará la vuelta, o simplemente los ignorará aduciendo que él tiene otros datos.