- Documentos fundacionales de México cumplirán dos siglos
- Por José Antonio Aspiros Villagómez (con información de Norma Vázquez Alanís)
RedFinancieraMX
Para mi hermano Alfonso Aspiros Villagómez,
por su regreso a México y por cumplir una década más de vida.
Y para don Fausto, el progenitor, por sus 102 años.
En el año 2021 se cumplirán cuatro bicentenarios relacionados con la Independencia de México, según recordó en una conferencia virtual sobre el tema el miembro de la Academia Nacional de Historia y Geografía (ANHG), filial Veracruz, Ernesto Rivera Pernia.
Se trata de la promulgación del Plan de Iguala el 24 de febrero, la firma del Tratado de Córdoba el 24 de agosto, la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México el 27 de septiembre y la firma del Acta de Independencia del Imperio Mexicano el 28 de septiembre, todos ellos en 1821.
Figura principal en las cuatro fechas fue el militar anteriormente realista Agustín de Iturbide, quien pactó la paz y una alianza con el jefe insurgente Vicente Guerrero durante un encuentro (posterior a un intercambio de correspondencia) que no mencionan las diversas fuentes consultadas por este tecleador, pero que conocemos como “el abrazo de Acatempan”, y habría tenido lugar el 10 de marzo de aquel mismo año.
Durante su charla, el ingeniero e historiador Rivera Pernia expuso algunos hechos previos, derivados de la promulgación de la Constitución de Cádiz en España y el cautiverio del rey Fernando VII por órdenes de Napoleón Bonaparte, que fueron propicios para la consumación de la Independencia.
Comentó que, en el Plan de Iguala, el nombre dado al pretendido nuevo país en lo que ya era entonces capitanía y no virreinato de Nueva España, fue el de América Septentrional. Y que, según consignó Iturbide en sus memorias, él escribió ese documento fundacional, pero los nuevos historiadores opinan que fue obra de un grupo.
Así, cuando España envió a México a Juan de O’Donojú y O’Ryan, de ascendencia irlandesa, éste ya no vino en calidad de virrey, sino como teniente general de la Capitanía de Nueva España y las provincias septentrionales, y fue con él con quien Iturbide discutió el Tratado de Córdoba (o los Tratados, porque las copias de cada negociador tienen distinto nombre), consistente en un pacto militar donde lo más destacado fue el cambio de la denominación América Septentrional, por la de Imperio Mexicano.
La entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México con Iturbide al frente, es considerado por algunos historiadores el final del proceso de la consumación de la Independencia porque significó un punto de no retorno, dijo el conferencista.
Y al día siguiente, fue firmado el otro documento fundacional, el Acta de Independencia del Imperio Mexicano, basada en el binomio Plan de Iguala-Tratado de Córdoba.
Pero no bastaba con eso. Según lo explicó Rivera Pernia, el nuevo país estaba constituido por numerosos cabildos que habían jurado lealtad a España y era necesario concretar el Estado dentro del nuevo marco jurídico, aun cuando había sitios como Veracruz y San Juan de Ulúa que no querían ser mexicanos, y otros como Monterrey y Yucatán que se conservaron como pertenecientes al virreinato.
En 1822 tuvo lugar la jura de lealtad a México, en casi todos los casos de manera voluntaria, y en ese ambiente fue coronado Iturbide como el emperador Agustín I. Y aun cuando renunció al año siguiente y fue fusilado en 1824, fue reconocido hasta el Porfiriato como el consumador de la Independencia.
En su charla ante los académicos de la ANHG, el autor de libros y crónicas de temas históricos dijo que no se pensaba en Iturbide como emperador, sino en algún descendiente del rey, o el rey mismo, para que gobernaran desde España, pero declinaron.
Y, a su juicio, Iturbide fue borrado de la historia (oficial, cabría añadir) por el hecho de coronarse emperador, porque en un país republicano debía dejarse en claro que nunca más habría un imperio. En un régimen republicano no puede ponderarse un imperio, enfatizó.
Sin embargo, apuntó, los republicanos no deben borrar a los que ellos consideran equivocados, para que sus experiencias no se repitan, porque la libertad consiste en dejar a todos a su libre albedrio. Juzgó que no se puede borrar el pasado, y pidió que éste no se exalte, pero que tampoco se elimine.
También hizo notar que en México hay solamente un busto de Iturbide y está en Córdoba, Veracruz, donde el próximo 2021 será proclamado por ciudadanos al margen de lo que acuerden las autoridades, como “Año de Iturbide”, según informó al final el presidente de la filial Veracruz, Josué Hipólito López Hernández. Este tecleador encontró en el diario Excélsior del 7 de julio de 2013 un extenso reportaje sobre la descendencia de aquel personaje, con una fotografía y un epígrafe donde dice: “Dentro del Pasaje Iturbide, a media cuadra de Madero (Centro Histórico de la Ciudad de México), está la que quizá sea la única estatua del primer emperador mexicano”.
Al final de la conferencia hubo un intercambio de opiniones contrastadas, inclusive con la participación de dos miembros colaterales de la familia Iturbide -porque los sucesores directos viven como empresarios en Europa y Australia- y la presidenta de la filial en Michoacán de la ANHG, Gloria Angélica Álvarez, anunció una iniciativa para reponer la placa que había y luego desapareció, en la casa que fue del consumador en Morelia.
También expuso que, cuando se abre un dialogo académico, se trata de bajar a los héroes a la Tierra, con sus pros y sus contras, porque hay que verlos como seres humanos que fueron. Estos encuentros nos permiten conocer a estas figuras desde todos los puntos de vista, con la libertad absoluta de todos los participantes, concluyó.
Tal vez por ser algo menor, de tipo gastronómico, en la sesión no fue mencionado que también se cumplirán en 2021 dos siglos de los populares chiles en nogada, pues luego de derrotar a los realistas en Puebla, Iturbide entró a dicha ciudad con su Ejército Trigarante el 2 de agosto de 1821 y las monjas le prepararon un banquete con ese platillo tricolor.