Textos en libertad

0
63
  • Debates y mitos sobre el escudo nacional
  • Por José Antonio Aspiros Villagómez

RedFinancieraMX

Como parte de los adornos para las fiestas patrias, este año el Gobierno de la Ciudad de México colocó en la fachada de su edificio central la imagen del escudo nacional que utilizaron los gobiernos de Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada, con el águila de frente y las alas abiertas. Y la que se armó.

Los servicios de noticias Sinembargo y Almomento dieron a conocer las reacciones de lectores que no estuvieron de acuerdo y lanzaron insultos y acusaciones de todo tipo contra el gobierno, sólo porque ese no es en la actualidad el escudo oficial. Esos medios informativos también publicaron la explicación -razones históricas, no partidistas- de la Secretaría de Obras y Servicios de la Ciudad de México sobre tal ornato.

El asunto llevó al tecleador a revisar sus textos anteriores sobre el tema, reunidos bajo el título Mexicanos de tiempo completo, y encontró inclusive un reportaje acerca de los símbolos patrios que seguramente nadie leyó, porque fue publicado por el diario El Nacional justamente el día del terremoto, el 19 de septiembre de 1985.

De acuerdo con la Ley sobre el escudo, la bandera y el himno nacionales, en vigor desde el 24 de febrero de 1984, aunque con reformas posteriores, estas tres reliquias son los Símbolos Patrios de los Estados Unidos Mexicanos y por eso al año siguiente, en el CLXXV aniversario de la Independencia y LXXV de la Revolución, recorrieron el territorio nacional durante la que fue llamada Jornada de la Patria junto con una réplica de la Campana de Dolores y uno de los primeros ejemplares de la Constitución de 1917.

Ninguno de los artículos de la citada Ley prohíbe emplear de la manera que sea los diversos escudos nacionales que ya perdieron vigencia, entre ellos el de la juarista Republica restaurada que ahora se ostenta en la sede del Gobierno de la Ciudad de México. En las tiendas que tiene en los museos de sitio el Instituto Nacional de Antropología e Historia, es posible adquirir pequeñas reproducciones de las banderas que hubo en otras épocas, con sus respectivos escudos.

Por eso, también, pudo imprimirse el escudo juarista en los billetes de 20 pesos que hubo a finales del siglo pasado y principios del actual, y que fueron reemplazados por otros con una balanza en lugar del ave después de que, el hoy mandatario formal Andrés Manuel López Obrador, lo usó en la banda que le fue impuesta cuando lo nombraron simbólicamente “presidente legítimo“ a principios del sexenio 2006-2012.

Y si hay que dar más datos, una representación del águila de frente y con las alas abiertas, fue colocada para las fiestas patrias de 2007 en tamaño gigante y con focos de colores, en la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México. Hasta donde pudimos averiguar nadie se sintió agraviado entonces, ni hubo mayores consecuencias cuando el emblema del gobierno federal en 2000-2006 fue un “águila mocha”, como se le conoció popularmente.

También en ese sexenio, cuando sin muchas protestas el retrato de Benito Juárez fue expulsado de Los Pinos, el entonces diputado panista Juan de Dios Castro dijo a a los participantes en el II Parlamento de las Niñas y los Niños (2004) que la bandera tenía cuatro colores, entre ellos el de su partido político: “Ustedes creen que (la bandera nacional) tiene tres colores: verde, blanco y rojo, pero tiene un cuarto color, no lo han visto, el azul, vean el lago del islote, donde está el águila devorando la serpiente”. Luego se retractó desde la tribuna legislativa por su “lección” a los infantes.

Pero si hay que aplicar sanciones por adornar un edificio gubernamental con un escudo antiguo, ahí están los artículos 191 y 192 del Código Penal Federal (reformados en 2020), por cierto impugnados por algunos juristas como José Ramón Cossío Díaz y Juan N. Silva Meza por atentar contra la libertad de expresión y ser inconstitucionales (Letras Libres, 31-I-2006).

Pero con base en esa disposición legal, el poeta Sergio Witz fue multado en 2005 por injuriar a la bandera nacional en un poema a nuestro parecer grotesco y procaz que publicó cinco años antes. En su defensa, él alegó que el suyo era “un poema en el que hago una descarga emocional contra todo lo que veo que sucede en este país, de mentiras, de persecuciones, de falta de fe… y el poeta refleja todo eso”.

Y finalmente, es bueno aclarar que se trata de un mito y no de un hecho histórico lo de un islote donde un águila real está parada sobre un nopal y devora una serpiente (o culebra del lago de Texcoco, dicen otras hipótesis), como la tierra prometida a los peregrinos de Aztlán.

El afamado arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma se ha referido al mito reiteradamente en sus conferencias. Hay explicaciones de por qué aparece el ave en dos códices hechos después de la Conquista, el Mendocino y el Boturini, como también está aceptado como un hecho real que los mexicas vivían en Chapultepec, de donde los expulsó por conflictivos el rey tepaneca de Azcapotzalco, y fue él y no el dios Huitzilopochtli quien les asignó el islote del lago de Texcoco donde fundaron Tenochtitlán. Y ha dicho Matos desde su perspectiva, que el águila y la serpiente figuran en el escudo “con la idea de reivindicar el pasado prehispánico que los españoles habían destruido”.

Es muy amplia la literatura y muchas las fuentes antiguas que existen sobre el tema y son de fácil acceso para el público interesado en conocer de manera documentada la historia de México y no quedarse con lo muy general que les dijo el maestro en la primaria o quizás en la secundaria.

Lo importante ahora es que, si bien está basado en un bello mito, ese es nuestro escudo nacional y ha sido rediseñado varias veces a través de la historia por motivos ideológicos y políticos. Pero el que tenemos actualmente es al que debemos venerar aunque, como en 2007 cuando un panista gobernaba al país, hayan puesto otra vez en el Zócalo un águila de frente y con las alas abiertas, y no de perfil como la vemos a diario por lo menos en nuestras monedas.

Si eso pasa ahora por un adorno, ya imaginamos cómo se calentará el debate y surgirán nuevas intolerancias en 2021, cuando se conmemore el bicentenario de la Consumación de la Independencia, de la cual el héroe oficial es Vicente Guerrero pero ya hay mexicanos que se preparan a celebrar “el Año de Iturbide”, como veremos en próximos Textos en libertad.