Textos en libertad

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  • El eterno sufrimiento palestino, presentado en cómics periodísticos
  • Por José Antonio Aspiros Villagómez

RedFinanciera

         Si usted piensa que los monitos o cómics sólo son para los niños, o para adultos con síndrome de Peter Pan o de don Fulgencio, el hombre que no tuvo infancia creado por el dibujante argentino Lino Palacio (asesinado con su esposa hace 40 años), le sorprenderá saber que son también un recurso eficaz para hacer periodismo.

         Uno de los periodistas que eligió ese método es el maltés Joe Sacco quien, graduado en la Universidad de Oregón, con dibujos y textos hizo la crónica -muy humana y con un humor negro- de lugares en conflicto tales como los Balcanes y Medio Oriente, y además comparte créditos con el investigador Chris Hedges en el libro Días de destrucción Días de revuelta, que trata sobre cómo es la vida en algunas comunidades de Estados Unidos “donde las reglas del mercado campan a sus anchas”.

         Acerca de su estancia en Bosnia, Sacco tiene el libro Gorazde: zona segura, y cuando estuvo en Israel, Gaza y Cisjordania, recogió material para una historia seriada que publicó en diversos diarios y luego fue compilada con el título Palestina en un volumen que, como los demás, recientemente fue editado en español por el sello Planeta.

         Contiene dibujos que literal y fielmente retratan la vida de los palestinos en los (sus) territorios ocupados por Israel durante la Primera Intifada o “revuelta de las piedras” (1987-1993), como se llamó a aquella rebelión de un pueblo que protestó con piedras y granadas contra sus verdugos.

Aunque de esa ya no se ocupó Sacco, en la Segunda Intifada (2000-2004) las protestas fueron con armas y misiles porque estuvo involucrado el grupo extremista Hamás, cuyas cruentas acciones más recientes (2023) provocaron la actual ofensiva genocida de Israel contra el pueblo palestino todo en la Franja de Gaza.

         En su prólogo al libro Palestina (Planeta, 2015), el profesor de la Universidad de Columbia, Edward Saíd, recuerda que en 1969 la dirigente sionista Golda Meir había dicho que los palestinos no existen, y destacó que por su parte los medios de comunicación han “ahogado eficazmente” el discurso palestino, sus argumentos y razones.

         Según Saíd, Sacco se convirtió en un “inusual cronista” de la vida de los palestinos, dada su “genuina preocupación por las víctimas” a quienes llama “los perdedores del relato” que se resisten a que su historia sea borrada.

En Gaza los palestinos viven en una suerte de prisión al aire libre desde que en 1948 Egipto abandonó el control de ese pequeño territorio y se convirtió en refugio de los ancestros de sus actuales habitantes, que ahora huyen hacia donde les ordenan los militares invasores y en esos lugares son masacrados también.

 

         Un pedacito de esa historia es lo que Joe Sacco describe con sus cómics, en los que él mismo se dibuja como el personaje que, como ocurrió en la vida real, convive con el pueblo, comparte sus experiencias y escucha sus relatos y puntos de vista.

 

         Llama la atención que el periodista egresado de una universidad estadunidense tome partido o al menos tenga interés en conocer qué pasa con las víctimas, pero él mismo lo explicó en su libro. Por un lado, estaba “horrorizado” por la “opresión de los palestinos” y sintió la necesidad “casi física de actuar”, y por otro se dio cuenta de que él era un contribuyente y Estados Unidos es el país que más ayuda económica aporta a Israel.

 

         Pero, también, tras cuestionar las versiones con una sola tendencia que sobre el conflicto árabe-israelí daban los periódicos estadunidenses, comenzó a leer otros puntos de vista, en particular en diversos libros. Desencantado del periodismo impreso se fue a Berlín, se dedicó a las caricaturas y de ahí viajó a los Territorios Ocupados y comenzó a desarrollar lo que ha llamado “periodismo historietístico”.

 

         Encontró una empresa (Fantagraphics Books) interesada en publicar sus crónicas de 24 o 32 páginas, que originalmente aparecieron sin periodicidad entre 1993 y 1995, y ahora las conocemos en español gracias a la traducción de José Torraiba en el libro Palestina, donde también describe cómo hizo su trabajo, con ayuda de su diario, sus apuntes y fotografías.

 

         Narra que en algún momento hizo “tándem” con el fotoperiodista japonés llamado Saburo cuando estuvo en Cisjordania, donde los palestinos le preguntaban su nombre y a base de sonrisas (que mucho aparecen en sus dibujos) se ganaba su simpatía, aunque hubo “dos o tres ocasiones en otros sitios”, donde lo perseguían armados de piedras y lo llamaban “judío”.

 

         Sacco considera que Palestina es la obra que lo define, y se disculpa por haber dibujado como lo hizo a judíos y palestinos, pero “así salieron” porque él no cursó estudios específicos para retratar a personas. También acepta las críticas recibidas pero aclara que el suyo no es un libro objetivo, “si por objetivo entendemos la aproximación estadunidense”. Además de que su idea no era ofrecer un trabajo objetivo, pero sí “honesto”.

 

En fin, argumenta que sus dibujos son realistas, y que si sólo expuso una parte del conflicto fue porque el punto de vista de Israel ya está muy bien representado por los medios de información y muchos políticos. Y considera que el conflicto durará tanto como dure la ocupación de los territorios palestinos “bajo cualquier forma o disfraz”. O sea, se trata de un problema sin fin.

 

         Post data.- De acuerdo con el blog Periodismo en las Américas, de la Universidad de Texas, aun sin formación periodística algunos artistas gráficos de nuestro continente usan el cómic para contar los problemas de sus sociedades, que son temas  normalmente no cubiertos por los diarios tradicionales.

 

         Tal es el caso de Germán Andino quien presenta una larga crónica sobre la guerra de las pandillas (con las que logró convivir) en Honduras en su libro El hábito de la mordaza, mientras que el dibujante Alandre De Maio y la reportera Andrea Dip publicaron en el cómic Meninas en Jogo su investigación sobre trata de menores en Fortaleza, Brasil.

 

         En ambos ejemplos los informadores trabajaron sin el auxilio de cámara fotográfica o libreta de apuntes para no exponerse o inhibir a sus personajes, pero sí con investigación de campo, verificación de sus datos y la ética propia de la labor periodística.

 

Los medios tradicionales latinoamericanos, dice el blog referido, comenzaron a notar que el “periodismo historietístico” -como lo definió Sacco- es un área por explorar, aunque su producción es costosa y requiere de tiempo, del que no se cuenta por el vértigo con que se difunden ahora las noticias.

 

 

José Antonio Aspiros Villagómez

Licenciado en Periodismo

Cédula profesional 8116108 SEP

antonio.aspiros@gmail.com