- Hace quince lustros y catorce sexenios (I)
- Por José Antonio Aspiros Villagómez
RedFinancieraMX
Hace 75 años era presidente de México el último militar que ocupó ese cargo y segundo después de Lázaro Cárdenas que gobernó por un sexenio, el general Manuel Ávila Camacho, y luego llegaron los políticos, seguidos de los tecnócratas, hasta que en nuestros días se busca dar un cambio sustancial al país mediante la Cuarta Transformación.
En los 15 lustros transcurridos desde entonces, México ha tenido 14 presidentes incluido el que hace menos de cien días inició su periodo sexenal, Andrés Manuel López Obrador. No tenemos recuerdos personales acerca de Ávila Camacho, quien gobernaba en aquel 1944 un país que había sido provocado para que se sumara a Estados Unidos en su guerra, junto con aliados europeos, contra el eje Berlín-Roma-Tokio. Fue por ello un año en que Detroit no produjo automóviles, sólo vehículos militares, como el jeep.
Pero sí permanece en la memoria que, en el siguiente sexenio, el de Miguel Alemán, acompañamos a los abuelos maternos a la toma de protesta de Adolfo Ruiz Cortines como candidato del PRI, y luego a la urna el día de las elecciones. Lustros después supimos no sólo que habíamos nacido de una madre soltera de 18 años -la inolvidable Tere-, sino que en esa elección de 1952 le habrían robado la victoria al opositor, general Miguel Henríquez Guzmán, como en 1940 le pasó al también militar Juan Andreu Almazán, y que ambos pudieron haberse levantado en armas.
Nuestros cinco hermanos -con excepción de Fausto que nació muerto en fecha que desconocemos-, vinieron al mundo ya casada mamá, en el transcurso de ese segundo lustro y segundo sexenio de nuestra cuenta: Manuel en 1949; Alfonso en 1950, Regino que nació y murió en 1951 y Alejandro en 1952. Aquí seguimos cuatro todavía.
El nacimiento del tecleador ocurrió en la casa de los abuelos, y los de los hermanos, en el Centro Materno Infantil ‘General Maximino Ávila Camacho’ creado en 1945 y desaparecido en su sexenio -en 1984- por Miguel de la Madrid. Estaba frente a la primaria ‘El Pípila’, donde en cada elección ponían casillas para que votaran todos los mandatarios que vivieron en el rancho La Hormiga, convertido en el palacete presidencial de Los Pinos, muy cerca de la famosa casa del arquitecto Luis Barragán, reconocida por la Unesco.
En 1952 murió el abuelo y tutor, José Antonio, un mes antes de que tomara posesión Ruiz Cortines, quien nombró jefe del Departamento del Distrito Federal a Ernesto P. Uruchurtu, con el que comenzaron a mejorar la ciudad y sus delegaciones. En nuestro rumbo de Tacubaya las calles fueron pavimentadas y mejorado el drenaje. Fue rehabilitado el cercano mercado del Chorrito y de todas maneras mamá Tere nos llevaba a las compras navideñas en un largo recorrido a pie por la calle Parque Lira hasta ese mercado de Cartagena que menciona Ricardo Garibay en uno de sus libros, dos calles al sur del museo privado ‘Casa de la Bola’.
Vivíamos en la calle General Enrique Torroella y a un lado estaba una barranca que, cuando se secó, la rellenaron, pavimentaron y nombraron General Pedro Rincón Gallardo. A los costados de esa barranca había muchos “paracaidistas”, gente que se apoderó de terrenos baldíos para hacer sus casas o vecindades. Dicen que al poniente, mucho más allá del establo, había una presa que se desbordaba por las lluvias y muchas veces vimos cómo el agua venía desde de la loma con violencia y arrastraba a su paso trastes, sillitas, animales y otros objetos de las viviendas de los “paracaidistas” y luego inundaba las casas de más abajo, incluida la nuestra.
Durante los sucesivos gobiernos de los presidentes Miguel Alemán y Ruiz Cortines, a un lado de la casa se instalaron ferias con sus viejos juegos mecánicos y ruidosos equipos de sonido que tocaban ritmos y canciones populares: rancheras, boleros, chachachás, mambos, danzones.
Pero en casa, donde había un gigantesco y pesado radio RCA Víctor, oíamos programas como ‘Carlos Lacroix’, ‘La Legión de los madrugadores’, ‘Los niños catedráticos’ y ‘Cri-Cri’. Y muchas canciones populares que tocaba la XEW con numerosos intérpretes, siempre los mismos porque no eran desechables como los que forjó la industria después. Por cierto, si ‘Los Panchos’ fueron precursores de los tríos (parece que sí, porque su fundador Alfredo Gil inventó el requinto), entonces estos grupos también cumplirían 15 lustros ahora.
Estas memorias continuarán.