- Desinterés oficial por Napoleón en Francia
- Por José Antonio Aspiros Villagómez
RedFinanciera
En memoria de las tías políticas,
Ing. Fidelia Vázquez Moreno
en su centenario natal,
y Lic. Esther Alanís Vera
en su décimo aniversario luctuoso
Cuando pensábamos que pese a todo Napoleón Bonaparte era en
Francia un héroe tan sólido como, por ejemplo, Miguel Hidalgo en México o José Martí en Cuba, algunas de nuestras lecturas recientes nos llevaron a conocer una realidad diferente.
El hecho de que los restos del personaje se encuentren en el solemne mausoleo de Los Inválidos, en París, no parece ser una razón suficiente para suponer que se trata de una figura indiscutible para los franceses, aunque sí lo es para sus coterráneos corsos que siempre le rinden homenajes.
En efecto, en el diario digital argentino Infobae leímos varios extensos textos de entre 2017 y 2021 de los historiadores Claudia Peiró y Oscar De Masi, con datos como que ya casi no se habla del emperador en su país y ha caído en el olvido en sus aniversarios. Y no parece deberse al hecho de que Francia sea una república y por ello reniegue de su pasado imperial, sino a un desinterés oficial por los asuntos históricos.
A unos días del 201 aniversario luctuoso de Bonaparte (5 de mayo), encontramos que inclusive se le ha acusado de racismo, esclavismo y genocidio, lo cual a juicio de Peiró es una postura reduccionista y ridícula. O la mentira de que sus tropas instalaron cámaras de gas en Haití.
Así, por ejemplo, el año pasado cuando se cumplieron dos siglos de su muerte, surgió una polémica en torno a si debía celebrarse o no la efeméride, mientras que en 2019 hubo indiferencia oficial acerca del 250 aniversario de su nacimiento. Ambos casos contrastan con la forma apoteósica como fueron recibidos sus restos en París en 1840, procedentes de la isla Santa Elena, y con lo ocurrido en 1969 cuando el presidente Georges Pompidou encabezó la principal ceremonia del bicentenario natal en Ajaccio, Córcega, se arrodilló en la misa celebratoria y hasta la reina Isabel II prestó a Francia el acta de capitulación.
Prisionero de los ingleses, Napoleón murió el 5 de mayo de 1821 en Santa Elena, una isla británica a la mitad del Océano Pacífico, y 34 años después, la reina Victoria de Inglaterra “visitó (en París) la tumba del más odiado contendiente de su abuelo” Jorge III, según escribió De Masi, de la misma manera que -acotamos- durante su exilio lo hizo el ex presidente mexicano Porfirio Díaz, a quien inclusive se le dio la deferencia de tener en sus manos la espada del emperador francés. Debe recordarse que Díaz es el héroe del 2 de abril de 1867 por su victoria en una batalla precisamente contra los franceses en Puebla, en tiempos de Napoleón III.
También Adolfo Hitler visitó el sarcófago en 1940 cuando invadió Francia, y además ordenó trasladar a Los Inválidos los restos del malogrado Napoleón II, hijo de Bonaparte, durante el gobierno colaboracionista de Vichy.
Cuando murió el emperador, los soldados ingleses en Santa Elena (“sus virtuales carceleros” según De Masi) presentaron armas y dispararon salvas de cañón como un homenaje, y al poco tiempo “se sumarían las simpatías póstumas de los liberales británicos”. Y cuando la reina Victoria fue a Los Inválidos el 24 de agosto de 1855, su anfitrión fue Napoleón III, sobrino del corso.
Tres años después de la visita de la monarca inglesa a la tumba de Bonaparte, el emperador francés pudo comprar en Santa Helena las tierras y fincas -16 hectáreas en total- donde su tío pasó sus últimos años y tuvo su primera sepultura. Y hace un lustro, Peiró dio cuenta de una entrevista del diario parisino Le Figaro al único francés que vivía entonces en esa isla: Michel Dancoisne-Martineau, cónsul honorario dedicado a la conservación de esos dominios que cada año visitan unas seis mil personas, y a donde, todavía en el año 2000, seguía llegando correspondencia dirigida al Gran Corso.
Regresemos a los cumpleaños y a los datos de Infobae y sus articulistas. En 2005 el gobierno francés declinó participar en el bicentenario de la sonada victoria napoleónica en Austerlitz (en la actual República Checa) y en cambio -contraste absurdo- sí mandó una fragata a la ceremonia para recordar la derrota de la armada francesa en Trafalgar.
En el 250 aniversario natal de Bonaparte (2019), el diputado y ex ministro centrista Yves Jégo criticó en Le Figaro la falta de alguna ceremonia oficial, lo cual a su juicio reflejaba “el sentimiento de un país avergonzado y sin raíces, que le da la espalda a su historia”.
Sin embargo, expresó su esperanza de que el bicentenario de la muerte del emperador, en 2021, brindara “por fin la ocasión a Francia de volver a fascinarse con su historia y de celebrar dignamente, a través de Napoleón Bonaparte, a todos sus héroes”. Pero no fue así; desde entonces -pudiera ser- Macron estaría más interesado en relegirse este año en la Presidencia -como acaba de ocurrir-, que en celebrar a los próceres de su país.
Según el abogado y ensayista Régis de Castelnau, “en Francia, ya no se ama a Napoleón” y las élites “vuelven invisible a una figura que sin embargo no deja de fascinar al mundo entero”. Y se refirió también a la hipocresía del ex primer ministro Dominique de Villepin, “autor de un libro admirativo sobre Napoleón (Los cien días) pero que al mismo tiempo (…) fue quien tomó la decisión” de que Francia no participara en la conmemoración de la batalla de Austerlitz.
Castelnau recordó que –“mito o realidad”- se habían publicado más obras sobre Napoleón, que los más de 72 mil días transcurridos desde su muerte. Y denunció “una voluntad de relectura de la historia de Francia destinada a denigrar un país al que se nos pide que no amemos”.
Hubo, en fin -escribió Peiró-, quienes lamentaron el “olvido” del aniversario de Napoleón, porque éste hubiera podido ofrecer a Francia la oportunidad de sacar lecciones de “uno de los estadistas más grandes que conoció” Francia. O como opinó William Thay en un artículo de Le Millénaire, existe una relación entre esa “negligencia” de la clase política respecto de la fecha conmemorativa, y su incapacidad para sacar a Francia de su bloqueo político, económico e institucional.
Claudia Peiró recapitula: “Francia todavía vive en el marco que Napoleón diseñó”, pues “son escasas las instituciones francesas que no llevan su sello”. Pero ni así ha merecido el homenaje oficial en los aniversarios 250 de su nacimiento y 200 de su muerte.