- En defensa de la institución
- José Antonio Aspiros Villagómez
RedFinanciera
El 3 de enero de 2020, nuestro primer artículo de ese año se tituló “¿Se acaba Notimex?” y en él vaticinamos con base en datos y reflexiones, que, si estallara la huelga en la Agencia de Noticias del Estado Mexicano, podría significar el final de esa institución fundada hace más de medio siglo.
En febrero siguiente comenzó la huelga, la directora no la respetó sino hasta mediados del año cuando se lo ordenó la Junta de Gobierno, y continuaba al teclear estas líneas. De hecho, Notimex ya se acabó porque ni la empresa ni el sindicato dan señales de querer llegar a un acuerdo a pesar de la amenaza gubernamental sobre su cierre.
Esa huelga, que está por cumplir dos años, mantiene a Notimex en una larga agonía y, cuando se solucione, será para organizar los responsos y bajar la cortina. Esperamos estar equivocados pero, en julio pasado, el vocero presidencial Jesús Ramírez Cuevas planteó como medida para no cerrar la Agencia, que regresaran todos a trabajar -incluidos los despedidos, con excepción de la líder sindical Adriana Urrea- bajo la conducción de su actual directora Sanjuana Martínez. Los trabajadores rechazaron la propuesta.
Pareciera que a nadie le interesa ya la institución, que más bien se ha convertido en el campo de batalla donde se dirimen divisiones, odios, acusaciones, denuncias e intereses ajenos, no solamente de los actores centrales del conflicto -empresa y sindicato- sino también de funcionarios federales.
Cuando se cierren las puertas de Notimex, muchos lo vamos a lamentar, pero sobrarán quienes salten de gusto: los medios privados porque se les habrá acabado la competencia (de hecho ya no la tienen), los columnistas y articulistas que tanto cuestionaron a la agencia o a sus directivos, los críticos desde la academia o la política, y hasta tantos funcionarios, principalmente de Hacienda, que nunca entendieron la necesidad de que el Estado mexicano sostuviera una agencia de noticias.
Si bien Notimex tuvo un origen político pues la fundó en 1968 el entonces secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez (próximo a cumplir cien años), no se dedicó, o no solamente -como se le acusaba- a difundir boletines oficiales. Y si lo hizo, también lo hicieron los medios privados cuyos principales encabezados fueron durante décadas alusivos a lo que hacía o decía el presidente de la República.
Igual que los demás medios públicos y privados, Notimex dio difusión a las noticias de origen gubernamental, pero también a las de los poderes fácticos (económico, religioso, mediático), la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales, los grupos étnicos y los segmentos especializados como el deportivo y de espectáculos, el cultural y el científico, de donde vinieran: de todos los rincones de México y de todos los países del mundo.
Para cumplir con su función, la Agencia Mexicana de Noticias, convertida en 2005 en Agencia de Noticias del Estado Mexicano, creció más en calidad que en tamaño, pues con muy poco personal en comparación con otras agencias similares del extranjero, logró tener un eficiente cuerpo de reporteros, oficinas regionales y corresponsalías dentro y fuera del país, permanente actualización tecnológica, un manual de estilo y una vasta y plural cobertura noticiosa.
Y lo hizo también con muy poco presupuesto. Muchas veces los críticos se quejaron de que Notimex se sostuviera -decían- “con el dinero de todos los mexicanos” o “con nuestro dinero” vía impuestos, y fue parcialmente cierto: la partida anual asignada en el Erario a la agencia siempre fue en promedio de unos dos pesos al año por cada mexicano (¿sería mucho?), y además permanentemente se le obligó a incrementar sus recursos propios vía la captación de nuevos suscriptores o ajustes de tarifas.
Tarifas, por cierto, que fueron inferiores a las de la competencia privada que clamaba porque Notimex se acabara, pues les quitaba clientes potenciales. Cobrar poco era una política social para que los medios con menos recursos, tantos de ellos diseminados en el país, tuvieran acceso a los contenidos sin hacer erogaciones cuantiosas.
En el aspecto operativo, se anotó muchos éxitos con grandes exclusivas y primicias nacionales e internacionales, y al dar seguimiento a las actividades de los mexicanos -artistas, deportistas, intelectuales, políticos… lo que fueran-, cuando estaban en el extranjero.
También se ocupó de difundir en los medios de Estados Unidos, noticias de interés particular para los mexicanos migrantes y residentes en ese país, e hizo lo mismo a escala latinoamericana. Se le llegó a considerar una de las dos o tres principales agencias de habla hispana en el mundo.
Como agencia oficial que fue durante 37 años, tuvo épocas en que pese a ello fue manejada de facto más como una agencia de Estado que de gobierno, y los casos en que se plegó a directrices oficiales y la forma como cubrió las campañas presidenciales desde 1970 hasta 2018, así como la queja de un director porque había funcionarios que buscaban “dar línea”, están explicados y documentados en nuestro libro Notimex: la imagen ‘sexenal’ de México en el mundo (752 páginas y muchos años de investigación), que si bien fue publicado con apoyo gremial en 2019, fueron pocos los ejemplares pero tenemos a disposición de los interesados una versión en PDF.
Los malos tiempos comenzaron para Notimex con el siglo actual, cuando ha tenido 14 directores o encargados del despacho (uno cada año y medio, en promedio, algunos de ellos inhabilitados por malas gestiones) y un sindicato que nunca fue cómodo, pero que al final frenó proyectos con un líder chantajista que se sostuvo varios períodos, hasta que encontró un director complaciente en el sexenio peñista y ahora los dos -ya fuera de la empresa- son investigados por las autoridades.
Es mucho lo que se puede argumentar en defensa de la institución que hoy padece por una prolongada huelga y por las confrontaciones de la directora general y la actual lideresa sindical, dos mujeres periodistas seguramente respetables, pero que deberían hacerse a un lado para no dañar más a un medio público de tal utilidad, que la mayoría de las naciones del mundo tienen el suyo.
Así lo creemos, con base en nuestra experiencia de tres décadas de labores en ese organismo y nueve lustros de estar documentando lo más posible sus vicisitudes.
Post data.- Termina para el tecleador un año en que hubo problemas de salud que le hicieron perder mucho peso, y que pese a diversos y costosos análisis y estudios, los médicos no fueron capaces de diagnosticar. Pero nuestro deseo es que quienes publican en sus medios estos Textos en libertad y su columna hermana, Lecturas con pátina, así como sus numerosos lectores, reciban a 2022 con el ánimo de seguir la vida con la mayor felicidad y bienestar posibles, a pesar de la pandemia y todas las demás calamidades.