Singladura

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  • Ultimátum castrense
  • Por Roberto Cienfuegos J.

RedFinancieraMX

Suele decirse que nunca es tarde si la dicha es buena. El señalamiento viene a cuento ante la reacción de la Secretaría de la Defensa Nacional tras las repetidas agresiones, vejámenes y humillaciones que en los nueve meses de este año acumulan los militares del país. Acumulaban habrá que decir a partir de ahora, una vez pronunciado lo que a todas luces resulta un ultimátum castrense. Hasta aquí, dijeron.

Hace unos días el general retirado y diputado del PRI, Benito Medina, dijo que en lo que va del año los militares mexicanos han sufrido y soportado de manera casi estoica un total de 126 agresiones, que se atribuyen a la ciudadanía común y corriente, pero vaya usted a saber cuántos de estos ataques ocultan la mano del crimen.

De hecho, 11 militares perdieron la vida y otros 40 resultaron heridos durante la serie de embestidas, que con o sin el camuflaje civil, resultan claramente delictivas y absolutamente inaceptables.

También hace unos días, el ocho de septiembre para precisar, la Sedena finalmente reaccionó al advertir mediante un comunicado que en caso de un delito y/o de una agresión, cito, “se actuará conforme a los principios del Uso de la Fuerza y su gradualidad, para proteger la vida e integridad física de los miembros de las Fuerzas Armadas”.

¡Qué bueno! Se tardaron. Pero después de todo, más vale tarde que nunca.

Hay que destacar, sin embargo, que el pronunciamiento castrense marcó sin duda un cambio radical y una absoluta distancia de la prédica presidencial de “abrazos y no balazos”. Lo mismo que del “huácala” y del “fuchi”, expresiones francamente impropias para un Jefe de Estado. Los señalamientos castrenses se resumieron en un categórico “hasta aquí” de nuestros militares, que casi casi se habían convertido ya en el hazmerreír nacional. ¡Qué oprobio!

El maestro Sun, un general, estratega militar y filósofo de la antigua China, dijo a quien quiera escuchar que un comandante debe considerar a los soldados como a sus hijos. De esa manera, añadió, lo seguirán hasta los valles más profundos; míralos como a tus propios amados hijos y estarán a tu lado incluso en la muerte, dejó recomendado.

A mayor abundamiento, el poeta, director teatral y dramaturgo alemán Bertold Brecht hizo ver con absoluta claridad que las madres de los soldados muertos son jueces de la guerra. Las mamacitas pues. Y siempre, siempre, cuidado con ellas porque en eso de defender a sus –vamos a decir- cachorros, son indoblegables y de un temple mayor al de cualquier grafeno. Usted dirá.

ro.cienfuegos@gmail.com

@RobertoCienfue1