- Y después de la consulta ¿qué?
- Por Roberto Cienfuegos J.
RedFinanciera
Bien para muchos, mal para otros, se llevó a cabo la archi famosa consulta del revocatorio presidencial. Acudieron más de 16 millones de electores, una cifra nada desdeñable y un hecho que la oposición política del país deberá ponderar en forma adecuada si quiere avanzar su agenda de cara a las elecciones del cinco de junio próximo en seis entidades del país y en particular en la presidencial del 2024.
Podría hacerse una bisección con el propósito de dirimir en forma matemática y suficientemente clara, qué fue lo que ocurrió el domingo 10 de abril y determinar cuántos de los votantes lo hicieron por convicción, cuántos más por cumplir un deber ciudadano y cuántos más simple y sencillamente por el peso del temor a sufrir cualquier pérdida, sobre todo de índole pecuniaria y/o laboral, y aún del acarreo bajo todo tipo de artimañas. Dejemos sin embargo esa tarea para los especialistas en demoscopia.
En todo caso y para fines contables, hubo 16 millones de votos en el primer ejercicio denominado de democracia participativa. Y como en el futbol, donde el gol es el contable, el voto en la jornada del domingo contó para que el presidente López Obrador se quede ya tranquilo en materia comicial ante el respaldo a su permanencia en el poder de aquí al 24, sin mayor zozobra al respecto, así ésta nunca se haya puesto en duda en la escena nacional, y ahora sí entregue sus mayores esfuerzos en conducir al país a una mejor circunstancia.
Tampoco es desatendible para nadie que en la consulta del 10 de abril hubo un abstencionismo del 80 por ciento, un enorme porcentaje. El gobierno, como ya ocurrió incluso en los primeros minutos que siguieron al cierre de casillas, lo atribuyó al INE, al que se obstina en presentar como el peor villano de la cinta nacional en exhibición. La oposición, también como ya lo hizo, dijo que ese grado de abstención, revela el fracaso oficialista. Cosa de que cada quien en todo caso haga lo que proceda para capitalizar sus interpretaciones, y determinar si están apegadas a la realidad.
Y si para el presidente, Morena y todos los seguidores de esta causa, la votación del domingo fue como ellos dijeron y reivindicaron todo un éxito, al Instituto Nacional Electoral tampoco le fue nada mal. Según el mandato constitucional, avalado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, hizo posible la votación. Esto aún con un presupuesto regateado e inferior en más del 50 por ciento al originalmente previsto por el legislativo. Obvio, el INE se estiró hasta donde alcanzó la cobija presupuestal. Instaló poco más de 57 mil casillas, una tercera parte de las que emplaza para una votación constitucional. Aún así, el INE juzgó un éxito el proceso, que transcurrió sin incidentes mayores y en calma, con flujos intermitentes de votantes.
Apunto algunas observaciones con base en demoscopias diminutas y personales. En algunas casillas, pregunté al azar los motivos de los electores para acudir a las urnas. Destacan dos señalamientos. Uno, votaron para que en el futuro pueda decidirse la cancelación del mandato de un presidente si éste resulta malo en su gestión antes de que termine el sexenio completo; votaron para que sus hijos y nietos tengan la posibilidad de remover a un presidente ahora, pero también para que se amplie a todos los gobernantes más adelante este tipo de consulta. Escuché críticas al presidente por ser tan peleonero.
En todo caso, sería útil para todo el país que el presidente dejara el activismo electoral y abrazara la tarea gubernamental, así ésta se enfocara en tres o cinco áreas críticas. Sugiero al menos tres: seguridad, economía y salud. El tiempo apremia y no perdona.
@RoCienfuegos1