Singladura

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  • Pueblo respondón
  • Por Roberto Cienfuegos J.

RedFinancieraMX

Contra lo esperado al menos en las filas de Morena, que daban por hecho que la “inmensa” popularidad y arrastre del jefe del Ejecutivo Federal bastarían para colocarlos de nueva cuenta en el poder municipal y legislativo de Hidalgo y Coahuila, el PRI resucitó en ambos estados, un fenómeno que seguramente encendió por lo menos las luces de alerta entre las huestes guindas porque deja ver lo acertado de la frase de autoría desconocida: “los muertos que vos matáis gozan de cabal salud”.

Aún en vísperas de los comicios lo dijimos en este espacio: “serán en cierto grado un termómetro para Morena, el partido, movimiento u lo que sea” creado por Andrés Manuel López Obrador para en un tercer intento alcanzar finalmente la Primera Magistratura nacional.

Y es que al parecer, los morenos se durmieron en sus laureles, se sobreestimaron y creyeron que iban sobrados a las urnas, donde el PRI les hizo una faena redonda la tarde del último domingo 18 de octubre.

Bueno, ni siquiera con los altos índices de popularidad que dice el presidente y varias encuestas, pudieron ganar los Morenos, que en Hidalgo quedaron incluso por debajo nada menos que del PRD, conforme los resultados preliminares Hidalgo 2020. Este miércoles se espera que el Instituto Estatal Electoral de Hidalgo revele las cifras finales.

Así, de los 84 municipios en juego, el PRI se levantó con 32 triunfos, entre ellos algunos de los más codiciados como Pachuca, la capital del Estado, Mineral de la Reforma, Mineral del Monte y Apan, además de otros.

También en Coahuila, el tricolor se alzó con victorias en los 16 distritos electorales. No dejó títere con cabeza.

¿Qué significa esto? ¿Pues no que el PRI estaba ya muerto y sólo faltaba sepultarlo? Pues nada, que en política nunca nadie puede decir esto es para siempre como supusieron y asumieron convencidos los morenos, que siguen peleando entre ellos nada menos que para elegir a una dirigencia nacional que reedita los viejos lastres y prácticas del PRD.

En Pachuca, Sergio Baños Rubio, un político con impronta empresarial y abanderado por el PRI, dio la pelea al académico Pablo Vargas González, postulado por Morena, quien confió en la Cuarta Transformación y su peso político para ganar la capital hidalguense.

Vargas González me dijo en una charla previa a la elección que la 4T constituía un activo “importantísimo” para asegurar su victoria. No fue así, obvio.

Baños Rubio, con quien también conversé, me dijo que las encuestas lo favorecían y que confiaba en que su trabajo de campaña y su plataforma de gobierno, le darían el triunfo. Así fue.

El PRI se apoyó además en el trabajo de sus gobernadores en Hidalgo, Omar Fayad Meneses y Miguel Riquelme, respectivamente. Al parecer, los electorales aprueban ambas gestiones y confiaron de nueva cuenta en los candidatos del PRI.

No es tiempo, claro, de que los candidatos ganadores del PRI repitan lo que hicieron muchos morenos. No deberían dormirse en sus laureles, sobrevalorarse y mucho menos creer que andan sobrados y pueden darse el lujo de la soberbia, entre otras malas prácticas que se les conoce y que les cobraron los electores en julio del 2018.

A ver si esta vez no pierden, burlan o frustran la oportunidad que están recibiendo.

Como dijo Baños Rubio en Pachuca: “hay que chambear muy fuerte”.

Las elecciones del domingo han sido una lección, sin duda, con varias lecturas. Una de ellas es que en política nada está escrito para siempre. El pueblo bueno y sabio cambia de opinión, sabe sancionar y premiar y en su momento resulta hasta respondón. Aún está por verse cómo impactan estas elecciones el ánimo y gestión del partido en el poder, del presidente López Obrador, su gobierno y aún los comicios que están en puerta el año próximo. Amanecerá y veremos.

ro.cienfuegos@gmail.com

@RobertoCienfue1