- Drogas y leyes
- Por Carlos Ramos Padilla
RedFinancieraMX
Para hablar de drogas, incluso la propuesta de legalizarlas, es necesario conocer a fondo el problema, o decidir políticamente desde un escritorio burocrático. Ser adicto responde a muchísimas variantes. Ser narcotraficante genera proveedores y generar el estímulo para el consumo. Ser médico es valorar los diagnósticos y elaborar las técnicas y mecánicas suficientes para dar dignidad al ser humano en cualquiera de sus facetas. Ser político con poder en ocasiones es el primer error de políticas fracasadas y equivocadas. Las drogas se ven como un problema de policías y ladrones y no de salud pública, de ahí ya empezamos mal. ¿Luego el absurdo argumento de los más miopes que se envalentonan para decir que si se venden en las tiendas de abarrotes el alcohol y los cigarrillos, por qué no las drogas? Pocos saben de la tragedia que envuelve al tema cuando la pobreza y la delincuencia forman un binomio. Usando la ausencia de educación y el abuso en el poder promueven una descomposición tangible.
Héctor Astudillo, el gobernador de Guerrero, es de esos personajes que cuando proponen es que ya recorrieron el camino, sí, ese sendero de los vulnerables, de los analfabetos, de los pobres entre los pobres que son sujetos, para sobrevivir, a enlistarse en ese tan nocivo equipo de productores de la amapola.
La serranía es su mejor escondite y la clandestinidad su seguro de vida. Él sabe de esa extraña combinación entre el hambre del nativo y el glamour del turista que le sobra todo y le estorba hasta el sol. Guerrero no es un terreno de pruebas, lo han convertido es un fértil mercado para los asesinos, de balas o con drogas. El corredor del gran negocio es de Acapulco a Cuernavaca y deja su pestilencia de putrefacción a su paso, incluyendo Iguala, Chilpancingo, Ayotzinapa, Tecpán de Galeana, Ixtapa, Taxco, Arcelia, Ciudad Altamirano, Cocula, Zumpango del Río, Tierra Colorada, Barra Vieja, en cada rincón geográfico opera el hampa y Astudillo conoce su mapa, y sus responsabilidades. A él tendrían que acudir los novatos en el legislativo. Preguntarle sobre sus diálogos y compromisos con el Ejército Mexicano, sus cifras registradas con un enorme médico como José Narró, sus disposiciones con Enrique De La Madrid, Secretario de Turismo, su convivencia con las comunidades en rancherías, su andar por los sitios más difíciles lo mismo en los sembradíos de la amapola que en las zonas devastadas por fenómenos naturales. Sin duda alguna la coordinación entre instituciones es vital, lo reprobable es decidir a partir de ocurrencias o fantasías. Astudillo Héctor ha aportado y mucho y puede participar aún más. Guerrero no puede continuar llenado sus historias con actos crimínales y más aún cuando el ejecutivo estatal ha estado dispuesto a superar adversidades y regresar a la Entidad el sitio de honor que le ha correspondido de siempre.