- EL CAMBIO
- CARLOS RAMOS PADILLA
RedFinanciera
Contienda muy cerrada y de alto riesgo para el mundo, así se observan las elecciones en Estados Unidos, una nación profundamente dividida entre Demócratas y Republicanos que lanzan a dos aspirantes polémicos y controvertidos.
Renace la incertidumbre sobre el resultado de las elecciones de la próxima semana y en medio la disputa por la economía y la democracia.
Hay creciente rechazo hacia Trump al igual que a Kamala. No hay convencimiento de sus gobiernos y ahora de sus propuestas.
Los republicanos consideran muy débil al gobierno Biden-Harris. Estimaron que de siempre la Casa Blanca estuvo dirigida desde la vicepresidencia al ocultar, intencionalmente, el estado mental y de salud en general de Joe.
Muchos conflictos de orden internacional estallaron por la falta de mediación y presencia de Biden. Una de las ventajas de Kamala no descansa en su dureza sino en las fuertes críticas a Trump un hombre perseguido por la soberbia, la arrogancia y hasta la ley pero que en su gobierno mostró determinación y decisión. Hoy en su campaña refuerza las arengas combativas. Incluso se valen de figuras mediáticas como aristas y poderosos empresarios.
Kamala ataca señalando que el magnate presenta rasgos fascistas creciendo los peligros para Estados Unidos. Poco han atendido, espero entendido, los cambios significativos en su país: transformaciones en la demografía, los desafíos de los acuerdos comerciales con México, la estabilidad de la geopolítica global, los pronósticos de una recesión económica, las trampas de la migración y las amenazas constantes del narcotráfico.
Hoy más que nunca, y desde el asalto al Capitolio, los procesos democráticos están debilitados. Las ideas renovadoras han sido sustituidas por ataques y descalificaciones, incluso burlas.
La personalidad de ambos personajes invita a la radicalización. Pero una de las fuerzas narrativas de ambos para ganar en las urnas es la promesa de intervenir en México por varias razones: el creciente populismo, la cercanía con nacionales añejas en el comunismo (Cuba, Nicaragua, Venezuela, incluso Rusia), la violencia imparable de las bandas criminales, el trasiego de fentanilo, la permanente injerencia de amlo en la nueva administración, las caravanas migratorias, la terca imposición de una Reforma Judicial, el pésimo manejo administrativo de Pemex y CFE y la comprobada corrupción oficialista.
Observan con temor que el gobierno mexicano está ocupado por oportunistas, improvisados y personajes cercanos a investigaciones por sospecha de irregularidades. Los discursos de Sheinbaum no abonan a un acercamiento con Estados Unidos sino por el contrario han obligado a que el embajador Ken Salazar emita duras réplicas ante
señalamientos poco diplomáticos.
La cooperación bilateral está en entredicho. Trump amenaza con deportar a un millón de ilegales cada año y México no está preparado para recibir a un importante número de paisanos ilegales.
Es previsible una guerra comercial con castigos a través de aranceles. Si triunfa Trump, la política hacia América Latina la definirán los cubanoamericanos concentrados en Miami.
Si Harris llega a la oficina oval se continuará con una contención de la migración y el aislamiento con personajes como Maduro.
El punto es que como nunca el cambio en Estados Unidos ocupa y preocupa en el mundo y no es para menos.