- Pleitos de barrio
- Por Carlos Ramos Padilla
RedFinanciera
El gobierno de México y luego la Sra Sheinbaum confirmaron que no viene el Rey de España (entre otros muchos personajes) al ceremonial republicano de cambio presidencial.
De 228 Jefes de Estado, presidentes, primeros ministros y monarcas solo 16 asistirán, es decir el 8%.
Esto significa dos cosas: uno, el rechazo internacional a AMLO, no a México; y dos, el rotundo fracaso de la política internacional a mano de dos personajes: Marcelo Ebrard, ex canciller, y Juan Ramón de la Fuente, ex embajador de nuestro país en la ONU.
Ambos, por cierto, incluidos en el gabinete entrante. La Sra Sheinbaum fue concreta y directa. No se consideró al Rey de España, no únicamente porque nuestras relaciones están en “pausa”, sino porque el monarca no fue respetuoso con AMLO y no fue capaz de ofrecerle disculpas por los agravios de la conquista.
Así de fácil. Con esto constatamos que no habrá variación en nuestra relación con el mundo que Claudia, por encima del país, continúa siendo exageradamente sumisa al tabasqueño.
Aquí AMLO no podrá argumentar que el menosprecio mundial a su gestión se debe a la manipulación de conservadores fifis neoporfiristas. Que somos aliados debido al comportamiento de aspiracionista de clase media lo que ocurre es muy preocupante, en serio.
Ni nuestros socios naturales, Canadá y Estados Unidos pisaron suelo nacional (descargando la cortesía de la esposa de Biden).
Los pleitos de barrio promovidos por AMLO nos arrastran a la desconfianza internacional. Nunca antes habíamos debilitado y desgastado tanto nuestra diplomacia. Señalar al presidente mexicano como persona “non grata” es vergonzoso y el Senado de la República tendría que hacer pronunciamientos no lanzándose envueltos en la bandera nacional, sino exigiendo al mandatario cordura y respeto al derecho ajeno.
No se le han visto tamaños suficientes a AMLO para exigir cuentas a Estados Unidos por apropiarse de nuestro territorio.
O a los cubanos, colombianos o venezolanos por exportar a México células guerrilleras. Pero para entenderse con el mundo hay que saber de historia y para saber de historia hay que saber leer.