Se comenta solo con…

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  • A borrar evidencias
  • Por Carlos Ramos Padilla

 

RedFinanciera

 

Las propiedades se han convertido en el escaparate real de la riqueza de los políticos. Niegan todo pero enseñan mucho.

José Ramón López Beltrán destapó un escándalo que no ha sabido callar su padre. Pero antes, él tabasqueño, en debate presidencial no atinó a responder por unos departamentos que José Antonio Mede le exhibió. Clara Brugada se quedó atónita cuando Santiago Taboada le demostró la adquisición de una vivienda en 330 pesos.

Hasta ahora ella y Ebrard en silencio. Roció Nahle cayendo en picada por las sospechas de corrupción y enriquecimiento inexplicable. Y bueno, la joya, Manuel Bartlett y sus inversiones en bienes raíces. Pero ahora resulta que seis días antes de que Claudia Sheinbaum asumiera la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, un juez que ha sido señalado por irregularidades, favoritismos y corrupción resolvió que la casa que ocupó durante 30 años en Tlalpan fuera escriturada a nombre de su expareja, Carlos Ímaz, y luego traspasada a su hija.

Así de fácil. La propiedad se encontraba a nombre de un fideicomiso conformado por uruguayos, pero mediante un juicio, la familia de la candidata presidencial se apropió del inmueble.

Para evitar ser descubierta el patrimonio inmobiliario de Sheinbaum desapareció, se esfumó. Ella, con antelación, había reportado en su declaración de bienes dos casas y dos departamentos cuando inició la titularidad del gobierno de la CDMX .

Hoy, convenientemente asegura no ser propietaria de nada. Recordemos que durante el primer debate presidencial afirmó públicamente que vive en una casa rentada, declaración que ha si tenido en semanas pasadas mostrando fotografías y video del interior de la vivienda. Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad  indagó en el Registro Público de la Propiedad y descubrió que la vivienda  que ocupó por 30 años en la alcaldía de Tlalpan (construida en un terreno de 486 metros cuadrados en un fraccionamiento privado perteneciente al poblado de San Andrés Totoltepec) fue escriturada a nombre de su hija, Mariana Ímaz Sheinbaum, luego de promoverse un juicio “por prescripción positiva”, cuya sentencia definitiva se resolvió el 29 de noviembre de 2018, casualmente una semana antes de que Sheinbaum protestara al cargo como Jefa de Gobierno de la capital.

Cuando aceptó la responsabilidad como Secretaria del Medio Ambiente en diciembre del 2000,  informó en su declaración patrimonial que ella y su entonces esposo Carlos Ímaz eran propietarios de una casa y un departamento en la Ciudad de México. Según el registro su casa estaba valuada en 500 mil pesos y el departamento en 400 mil. Además, tenía dos vehículos y 100 mil pesos en cuentas bancarias.

Quince años más tarde ya como jefa delegacional en Tlalpan, reportó que a sus bienes se había incluido  una vivienda en Morelos además ingresos por 1.7 millones de pesos entre ella y su pareja, dos vehículos y una cuenta bancaria por menos de 500 mil pesos. Lo curioso es que Seis años después, Sheinbaum asume  que ya no posee ese patrimonio.

En el inciso de inmuebles de la declaración patrimonial que presentó en 2023 anotó la palabra “Ninguno”. Al igual que AMLO, Sheinbaum justifica el no poseer propiedades porque estas las “donó” sin explicar de dónde sacó los recursos para su adquisición.

En el primer debate presidencial José Antonio Meade exhibió propiedades del tabasqueño a lo que AMLO dijo:

“Si existiesen esos tres departamentos a mi nombre, se los regalo al señor Meade”, prometió falsamente. Meade señaló que dos departamentos estaban en el fraccionamiento Copilco Universidad. Más tarde AMLO aseguró que los departamentos “pertenecen a mis hijos” desde que falleció su primera esposa, Roció, igualmente sin explicar el origen de los recursos. AMLO como es su costumbre evadió y señaló entonces que todo era una cama pala negra para perjudicarlo porque a Meade “le están apretando las tuercas” para que decline a favor de Ricardo Anaya.

La pregunta es si Xóchitl tratará en estas semanas sobre ese tema ya que Clara Brugada está empeñada a hablar del “cartel inmobiliario”. Por lo pronto la moda es borrar evidencias.