- Disparates
- Por Carlos Ramos Padilla
RedFinancieraMX
Desaparecen, secuestran, retienen, como usted quiera, a migrantes en Tamaulipas y otra vez las contradicciones. No saben cuántos fueron, se contradicen en las declaraciones, avientan hipótesis, pero nada más, de los seres humanos nada.
Como sea, sujetos encapuchados operaron para sustraer a centroamericanos de la unidad que los transportaba. Y esos encapuchados portaban armas. Así de fácil.
Ahora se les ocurre que quizá se trataba de “polleros”, salida inmediata a las constantes preguntas sobre lo ocurrido e incrementó de delitos en carreteras del país.
En tanto se da a conocer las 50 ciudades del mundo que son las más violentas en el mundo y de estas 15 son mexicanas.
Tijuana es la que ocupa el primer sitio de toda la lista. Más adelante le sigue Acapulco, Ciudad Victoria, Ciudad Juárez, Irapuato, Cancún, Irapuato y Coatzacoalcos entre las mencionadas.
Algo urge hacer para frenar esta ya enorme ola de delitos. Es de emergencia que los cuerpos de seguridad, los legisladores, los tres ordenes de gobierno se dejen de especular y decidan de una vez por todas cómo disminuir y luego eliminar los ataques entre bandas y las extorsiones y secuestros a ciudadanos.
Hagamos historia. Como jefe de gobierno del Distrito Federal, Ebrard tuvo la ocurrencia de invitar a Rodolfo Giuliani para aplicar la cero tolerancia, para acabar con la delincuencia urbana y seguir la rutina y disciplina de Nueva York para convertir a la capital mexicana en una muestra de concordia y seguridad.
¿Y qué ha pasado? pregunto. Y no quiero centrarme en un gobierno o en un nombre o en un partido político. Los errores han sido constantes entre quienes dicen nos administran.
Ayer le contaba lo que ocurre en Tláhuac, en Santo Domingo, en Tepito, en La Merced. La informalidad, el desorden, la delincuencia ha aumentado y mucho se debe que las autoridades son permisibles, blandengues porque buscan el cobijo electoral y luego, hay muestras, compartir el botín.
Por lo pronto no podemos creer en la bondad de gandallas con capucha que retienen a sujetos en vías federales. Y quien crea que con esos se puede negociar y pactar perdones, está equivocado.