- Textos en libertad
- Por José Antonio Aspiros Villagómez
RedFinancieraMX
En el amanecer del primer día del año (2020), apareció pintada en la Plaza de la Constitución, frente al Palacio Nacional, la leyenda en letras gigantes “SOS Notimex Justicia”, y sus autores, miembros del Sindicato Único de Trabajadores de Notimex (SUTNotimex), dijeron en un comunicado que lo hicieron como un llamado a las autoridades para que “atiendan de forma urgente la situación de ilegalidad que se vive” en la Agencia de Noticias del Estado Mexicano.
Según el documento de los sindicalizados, Notimex se encuentra en “una grave crisis que la pone en riesgo de desaparecer”, a su juicio a causa de los despidos masivos, el acoso laboral y una mala administración. A lo cual se agrega el hecho de que, como cada enero, la empresa está emplazada a huelga para el día 30 con motivo de la revisión del contrato colectivo de trabajo y del tabulador salarial.
Por supuesto que no lo deseamos pero, si estallara, en el contexto que se vive ahora esa huelga podría acabar con Notimex a más de 51 años de su fundación, como ocurrió por motivos similares con la también agencia informativa Informex en los años 80 del pasado siglo.
La pregunta es pertinente: ¿querrán las autoridades que eso suceda? ¿Qué Notimex desaparezca? No sería la primera ocasión que así fuera pues, como hemos documentado en un libro al respecto*, desde el gobierno de Luis Echeverría y hasta cuando menos el de Vicente Fox hubo intentos en ese sentido.
El debilitado, pero por lo visto todavía mayoritario (porque ahora hay dos sindicatos), SUTNotimex, hizo el emplazamiento a huelga a finales de noviembre pasado y la parte patronal comentó que la lideresa que así lo anunció ya no trabajaba en la empresa y que, además, no hubo elecciones para la renovación de la dirigencia sindical tras la renuncia del anterior secretario.
El conflicto se presenta en un contexto laboral que incluye desde hace un año numerosos despidos de personal, renuncias, cancelaciones de contratos, reclamos por falta de liquidaciones justas, quejas de maltrato, nuevas contrataciones, exigencias de reinstalación y denuncias contra el ex líder sindical que llevaba varios lustros en el cargo.
La empresa tiene su propia versión sobre todo ello y niega actos de acoso y liquidaciones pendientes; los trabajadores han denunciado terrorismo laboral y, la administración, terrorismo sindical. Ambas quejas pareen tener sustento, si bien los datos y cifras que sobre esos problemas aportan las partes en conflicto, distan mucho de ser coincidentes.
En 2009, el primer director de la agencia de Estado cuando ésta dejó de depender de la Secretaría de Gobernación, Sergio Uzeta, también en un SOS advirtió que “un paro de labores en nuestra agencia representaría un golpe demoledor, tal vez mortal a la viabilidad de Notimex, que pondría en grave riesgo su existencia”.
“Por primera vez en muchos años, vemos con preocupación la posibilidad real de que nuestra agencia pare sus operaciones”, expresó también en esa ocasión, dada la “presión y chantaje” del entonces líder sindical (hoy con demandas en su contra) para retabular hasta con el 300 por ciento algunas plazas, además de exigir un aumento salarial del 30 por ciento.
En ese momento, como en otros del pasado, Notimex se salvó, pero la tentación de cerrarla existió muchas veces inclusive por parte de editores extranjeros, cuando hace dos décadas la patronal Sociedad Interamericana de Prensa formuló una insólita demanda al respecto y frenó con ello un proyecto de difusión de publicidad que daría mayor holgura financiera a la institución.
Si las negociaciones obrero-patronales que habrá en este enero se tensan y no se llega a acuerdos, estallará la huelga el día 30 y Notimex podría tener el mismo fin que Informex hace unos siete lustros. Falta saber si -al contrario que la empresa- las autoridades laborales sí reconocieron a la dirigencia sindical y admitieron el emplazamiento.
Un suceso así se presenta cuando -según diversos indicios- hay un alejamiento de la tradicional misión periodística, histórica y política de esa agencia que fue del gobierno y hoy es de Estado. Se ha pregonado el concepto de una “nueva” Notimex, como si sus soportes legales y deberes operativos hubieran ya cambiado.
Recuérdese que, desde 2006, la agencia tiene cierta autonomía y, si bien el presidente de la República propone a quien debe dirigirla, corresponde al Senado aprobar el nombramiento. Ya no es una empresa manejada por los gobiernos en turno como en el pasado, y menos depende directamente de la Presidencia como algunas actitudes lo sugerirían; hay una ley que rige su actividad.
Y el sindicato referido, que en el pasado siempre se confrontó con las sucesivas autoridades excepto la anterior a la actual, si bien quedó disminuido por el despido de muchos de sus integrantes, es el que emplazó a la huelga para este fin de mes.
México necesita de su agencia nacional de noticias de carácter público; todas los países tienen una, pero también es preciso que supere sus conflictos y cumpla con su cometido con apego a la ley, a los acuerdos de su consejo de administración y esté atenta a las propuestas de su consejo editorial consultivo, del cual nada se supo el año anterior.
*En 2019 fue publicado nuestro libro Notimex: la imagen ‘sexenal’ de México en el mundo.