Rescatado y bajo custodia, el archivo de la Casa de Moneda de México

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  • Conferencia de Inés Herrera Canales
  • Por Norma L. Vázquez Alanís / Segunda y última parte

RedFinancieraMX

La investigación de la doctora en Historia Inés Herrera Canales sobre quiénes eran los introductores de metales para la Casa de Moneda de Nueva España entre 1799 y 1823, dio como resultado la identificación de sus nombres, porque los libros del fondo concentran la información de cuánto ingresaba a la institución y el nombre de la persona que lo introducía, se llevaba un registro diario al respecto.

Este estudio, presentado en una charla dentro del ciclo de conferencias ‘Los empresarios en la historia de México. De la colonia al porfiriato’, se basó en documentos del fondo Casa de Moneda del Archivo General de la Nación. Los libros de ese fondo tienen el escudo real, pues debían estar registrados y firmados por el virrey, así como por el contador, es decir, tener ciertas características, precisó la doctora Herrera Canales, quien reunió 24 años de información diaria de cuánto ingresaban estos introductores.

La historiadora chilena, radicada en México desde 1971, se dedicó a revisar los libros de contaduría y de tesorería de 1799 a 1823, en los cuales una persona iba anotando todo con sumo cuidado y mucha seguridad porque se trabajaba con metal precioso que dependía de la Corona y generaba derechos e impuestos, razón por la cual había disposiciones muy estrictas para su manejo.

Por esta razón se sabe quiénes debían firmarlo, cuántas hojas debían tener para que no hubiera fraude de ningún tipo, especificaba quién era el superintendente de la casa, quién el virrey, y había que firmarlo al comienzo y al final; un protocolo, si no muy seguro, sí muy ceremonial para llevar esta contabilidad.

Relató Herrera Canales en su plática ‘Los introductores de metales a la Casa de Moneda de México 1799-1839’ que algunos libros están casi desechos, los hay de contaduría y tesorería, pues se llevaba un doble control; primero el contador encargado de recibir los metales asentaba toda la información en cada volumen, luego el tesorero también anotaba la misma información, lo cual le permitió avanzar en el análisis de datos, porque algunos libros de contaduría estaban mal y otros de tesorería que también estaban quemados o mojados, “pero generalmente como se corresponden, pude utilizarlos indistintamente y sólo fueron dos años”.

Las Ordenanzas de Cazalla

Esos libros no especifican que son introductores de metales, sólo señalan que son compras de estos, porque la Casa de Moneda fue administrada hasta 1728 por particulares y que a partir de 1730 lo hizo la Corona española; por lo tanto, debía establecer cuáles eran los controles que se tendrían que implementar para recibir el metal.

El reglamento para esta nueva administración está contenido en lo que se llamó las ‘Ordenanzas de Cazalla’, que datan de 1730 y establecían como potestad exclusiva del rey la acuñación de moneda; además, en sus 32 capítulos detallaba todas las labores a realizar por los oficiales y trabajadores de las casas reales de moneda, desde la recepción de metales hasta la moneda acuñada, explicó la doctora Herrera Canales, quien es egresada de la Universidad de Concepción, en Chile, su país de origen.

Estas ordenanzas llegaron a México en junio de 1730, fueron recibidas y se intentó aplicarlas, pero la sorpresa fue que la Casa de Moneda de México era la más grande del imperio y manejaba un volumen de metal mayor al de cualquiera otra, española o americana, por lo cual no sirvieron las ordenanzas y de 1730 a 1750 hubo una serie de discusiones en las que se planteaban modificaciones a fin de que pudieran ser aplicadas en México. En 1750 salieron hubo nuevas ordenanzas, ya adecuadas a este virreinato.

Para recibir el metal como lo quería la Corona española, era necesario no que el productor se lo diera a consignación, sino que se lo comprara. Así se establecieron ‘las compras de metales’, es decir, la Corona les compraba el metal a los productores a un precio que estos determinaban. Este mecanismo implicaba que la Corona creara fondos especiales para adquirir el metal y hubo varias disposiciones en 1761,1763, 1777 y 1805, en las que se fijaba la cantidad de dinero que debía de tenerse para comprar estos metales y el soberano especificaba la cantidad de monedas que se les darían a cambio del metal.

Había monopolio en la introducción de metales

Después de un exhaustivo trabajo de investigación, la doctora Herrera Canales descubrió que Antonio Basaco, los hermanos Francisco y Antonio Alonso Terán, así como Luis Escobar -este era el más importante introductor de oro- eran los principales comerciantes de metales para fabricación de moneda entre 1779 y 1823.

Los otros 20 principales introductores de metal a la Casa de Moneda de México tenían el 33 por ciento de los registros, es decir, que había un monopolio de un grupo de comerciantes, que controlaban el ingreso del producto a la institución.

Todos los registros de introducción de metales a Casa de Moneda de México en 24 años, los tienen las cuatro personas mencionadas. A estos se suman envíos provenientes de 13 oficinas de Real Hacienda. De manera que el 40 por ciento de todo el oro que se traficaba en la Nueva España estaba en manos de 20 introductores particulares.

En su estudio la doctora Herrera Canales manejó 32 mil datos, y de esos, 30 mil correspondían a particulares y dos mil a oficiales reales; los particulares movieron un total de 225 mil millones de pesos en metal y los oficiales reales, quienes lo traían de todas partes del virreinato, sólo 118 mil millones.

Para concluir su charla en el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM), la especialista precisó que este trabajo, desarrollado con un grupo de investigadores de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), incluyó el rescate del Archivo de la Casa de Moneda de México, sito en la calle de Apartado número 13 de la capital del país y que ahora forma parte del Museo Numismático Nacional.