- Por Diego Ortiz
RedFinancieraMX
Nueva York.- Regresar en traje de madera a México o quedarse en una fosa común en Nueva York o en cualquier otra ciudad de Estados Unidos, es el dilema para cientos de miles de indígenas mexicanos que viven y trabajan en el vecino país en los tiempos de la pandemia del Covid-19, en donde muchas de las víctimas no hablan inglés, no tienen el apoyo de los consulados y están falleciendo en sus propios hogares por temor de acudir a los hospitales.
Las cifras son confusas. El secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, aseguró que hasta el 26 de mayo han fallecido mil 73 mexicanos en el extranjero, la mayoría en Estados Unidos y de ellos 676 en Nueva York. Sin embargo, activistas de origen mexicano en la Gran Manzana como Lorena Lucero señalan que esa cifras no son reales, porque sólo refieren los casos de familiares de fallecidos que piden ayuda al consulado y no la totalidad de muertes.
Al respecto, dijo en entrevista con The Exodo que con otras organizaciones y activistas de Nueva York están elaborando un censo para conocer el número real de mexicanos que han fallecido por Covid en esa ciudad, ya que no confían en las cifras oficiales y “queremos contar bien a nuestros muertos, a nuestros paisanos y que no se repita la historia del 11 de septiembre del 2001, cuando fallecieron muchos mexicanos y nunca se supo la verdad”.
Saúl Quizet Rivera, migrante mixteco y oriundo de Metlatónoc, uno de los municipios más pobres de México, expuso por su parte que “el mayor miedo para millones de mexicanos de origen indígena que viven en Estados Unidos es no poder regresar en traje de madera, en un decir en un ataúd a sus pueblos y terminar en esta pandemia en una fosa común, lo mismo en Nueva York que en cualquier otra ciudad estadunidense”.
“Muchos paisanos de la Montaña de Guerrero y de otros estados, como no hablan inglés y a veces sólo la lengua original, optan por no ir a hospitales en caso de estar contagiados. Tienen miedo de que no los atiendan o los atiendan mal y terminen muriendo y ser llevados a una de las fosas comunes que se han habilitado en Nueva York”, dijo el también vendedor de flores que radica en Brooklyn y que forma parte de la organización Toro Miko que promueve la cultura guerrerense en esa ciudad.
El director del Centro de Derechos Humanos Tlachinollan, con sede en Tlapa, Guerrero, Abel Barrera, dijo que para los indígenas de la Montaña el tema de la muerte y los funerales cuando fallecen en el extranjero, es un tema muy complicado por la repatriación de los cuerpos, que llega a costar hasta 8 mil dólares, es decir cerca de 200 mil pesos, lo que es prácticamente imposible, así como las cuestiones tradicionales y culturales.
“Regresar a sus pueblos, aunque sea en traje de madera, es la aspiración de todos los migrantes indígenas y sus familias. El no poder hacerlo, como está ocurriendo con decenas de casos en Nueva York, es un golpe muy fuerte para las comunidades, que están acostumbradas a los funerales, el duelo, el novenario, el sepultar a sus seres queridos con fiesta, con los objetos que los acompañaran en su viaje”.
“El sueño americano ya se convirtió en una pesadilla para muchos indígenas y sus familias. La muerte de alguno de ellos es choque cultural muy fuerte porque para todos los que vivimos en La Montaña es quitarnos el derecho al luto, a nuestro rituales, no poder llorar frente al ataúd, no poder rezar por su alma, no hacer fiesta para que le vaya bien en el más allá, no poner el ataúd lo que necesita para irse de este mundo”.
Comentó que los indígenas que acuden a hospitales en Nueva york o en otras ciudades, sólo en algunos casos pueden despedirse de sus familiares a través de una video llamada, con lo que se les quita a sus seres querido el derecho al luto.
Dijo que los miles de indígenas y afrodescendientes que viven en Nueva York o en otras ciudades estadunidenses, cuando se contagian por Covid han optado por no acudir a los hospitales, primero por el miedo a ser deportados y después porque al no hablar inglés, al no contar con seguro médico, ni dinero, tiene miedo de no ser atendidos, de terminar en una fosa común.