- Si el tipo de cambio llega a los 22 pesos, habría presiones inflacionarias y Banxico tendría que elevar réditos otra vez.
- Por Ricardo Jiménez
RedFinanciera
El escenario de corto plazo para el peso mexicano se ve complicado con una perspectiva de mayor depreciación, bajo este escenario no sería raro ver cotizaciones por arriba de los 21 pesos por dólar, aquí lo interesante y lo hemos comentado en semanas anteriores que no rebase los 22.0 pesos.
El nivel de 22.0 pesos por billete verde es un precio psicológicamente importante tanto para el mercado financiero mexicano como para el Banco de México (Banxico), pues romper este nivel de resistencia implicaría romper todos los pronósticos de los analistas del mercado de cambios.
La mayoría de los analistas económicos del sector privado creen que si el tipo de cambio peso-dólar supera ese nivel (22 pesos) y permanece por un tiempo prolongado, sería síntomas de presiones inflacionarias, entonces el Banxico nuevamente implementaría una política monetaria restrictiva para contrarrestar el aumento en los precios.
La posibilidad de este comportamiento del peso mexicano es un poco pesimista, aunque no hay que descartar este pronóstico, debido a que existen varios elementos que podrían generar fuertes presiones en moneda nacional, sobre todo hay que considerar eventos provenientes de Estados Unidos.
En ese sentido, el mercado de cambios está reaccionando a la perspectiva de que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump implementará una postura comercial proteccionista tras la toma de protesta el 20 enero del 2025, lo que podría generar presiones inflacionarias al interior de Estados Unidos y desaceleración económica en los países con los que tiene estrecha relación comercial, como el caso de México.
La moneda mexicana no es ajena lo que están pasando con la política monetaria estadounidense, este sentido, el presidente de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, Jerome Powell comentó que no hay prisa para seguir recortando la tasa de interés ante el crecimiento económico sólido, enviando la señal de que podría ser cauteloso y hacer pausas en el ciclo de baja de tasas.
Además, el ánimo de los cambistas podría verse afectado en las próximas semanas, principalmente porque el Partido Republicano de Estados Unidos logró la mayoría absoluta en la Cámara de Representantes, lo que dio “carro completo” a los republicanos y facilitará la aprobación de algunas leyes para el gobierno entrante.
El presidente virtual, Donald Trump ha designado en posiciones clave dentro de su gobierno a personas que respaldan el proteccionismo comercial mediante aranceles, las deportaciones masivas de inmigrantes ilegales y la designación de los carteles de la droga como organizaciones terroristas, esto eleva la posibilidad de que Trump comience a materializar sus amenazas en contra de México en los primeros días como presidente.
En este contexto, es probable que se concreten deportaciones masivas que afecte los flujos de remesas que llegan a México e incrementen el número de personas en México en busca de trabajo.
En materia comercial, es posible que, en julio del 2026, el T-MEC no inicie con una revisión, sino una renegociación, debido a que la política comercial de México no está alineada con la de Estados Unidos, resultado de la creciente participación de China en las importaciones mexicanas.
En materia de seguridad, es probable que primero aplique aranceles a las importaciones provenientes de México, lo que tendría una doble función: presionar a México a frenar el flujo de sustancias ilegales y migrantes, y detener el déficit comercial con México.
El regreso de Trump a la presidencia plantea un escenario de probables choques que podrían afectar al peso mexicano y el crecimiento económico de México a partir del 2025, elevando el riesgo de recesión y por ende fuertes presiones al tipo de cambio peso-dólar.
Por otro lado, en México se ha elevado el riesgo de recortes de la calificación crediticia. El jueves pasado, la agencia calificadora Moody´s ajustó de estable a negativa la perspectiva para la calificación de la deuda soberana, señalando como causa de este ajuste las dificultades para que se logre una consolidación fiscal, la aprobación de la reforma al Poder Judicial y la carga fiscal que representa Pemex sobre las finanzas del gobierno para los siguientes años.