- 78 países, en medio de un mundo con severas crisis
- Las dictaduras podrían aumentar y con ellas los problemas globales
- Por María Manuela de la Rosa Aguilar
RedFinanciera
Ha pasado la pandemia, que cambio la perspectiva global sobre a seguridad, y este año y los precedentes han registrado altos índices de violencia, por las guerras, la inseguridad, la literal invasión de migrantes, el consumo de drogas, el narcotráfico, las acciones de los gobiernos totalitarios y las dictaduras. Y aunado a todo eso, medio planeta tiene elecciones este año, lo que puede cambiar la conformación de los hemisferios de poder y modificar la geopolítica mundial. El reto es muy grande, no sólo para las grandes potencias, sino para la vida de unos 38,220 millones de personas, que podría cambiar radicalmente.
Las elecciones de este año en medio de los conflictos bélicos que continúan, podría impactar de manera decisiva al mundo de hoy, no sólo para determinar si habrá o no elecciones, dadas las múltiples dificultades políticas, sino porque los resultados de los comicios son un elemento fundamental en la toma de decisiones. Este es el año de más elecciones de la historia, en 78 países hay procesos electorales, más de la mitad de la población mundial deberá elegir a sus gobernantes y en algunos casos, los resultados incidirán incluso en un cambio de régimen, aunque no todas las votaciones pueden considerarse democráticas, por lo que hay incertidumbre y esto afecta los ya precarios equilibrios sociopolíticos.
El riesgo más grande es que se incrementen las dictaduras, que han llegado por el convencimiento de sus falsas promesas de bienestar social y la equidad para toda la sociedad, lo que en la práctica hemos visto que ha resultado una falacia, porque no sólo han llevado a sus países a la extrema pobreza, sino a una dictadura de Estado con vistas a perpetuarse en el poder. Ejemplo claro lo vemos en Rusia, en Cuba o Venezuela, pero también en Nicaragua y en varios países de África, donde la hambruna y la inseguridad han motivado la migración en masa, lo que en Europa ya es un problema de seguridad nacional. Y una historia similar se vive en América, donde la migración de Sur a Norte es ya incontenible y a corto plazo generará una gran violencia.
Es por ello que nos deberíamos cuestionar no sólo por las causas, sino por quién impulsa el éxodo masivo de millones de personas, primero, porque gente que vive en la total miseria, difícilmente podría sufragar recorridos tan grandes; además, cómo estas personas acceden a tantas facilidades para salir de sus países y atravesar por varios más, sin restricciones y sobre todo pasando por lugares de muy alto riesgo, ya sea por la delincuencia, la guerrilla o los grupos criminales, de tráfico de personas y/o narcotraficantes. Y los países expulsores callados. Que curioso, porque para salir del país de origen se requiere de una visa.
Este 2024 la tendencia de inestabilidad caracteriza un mundo convulso y polarizado, menos abierto y más violento, en donde las fronteras se desdibujan y la permeabilidad de las naciones las hace cada vez más vulnerables, porque la invasión no es militar, sino humana a gran escala, alentada de algún modo por las organizaciones de derechos humanos, que en aras de proteger los derechos fundamentales, contribuyen indirectamente al ingreso de muchos más; aunque, extrañamente, estos mismos organismos no parecen hacer mucho para evitar las violaciones a los derechos humanos en muchos países donde se vive una verdadera crisis humanitaria, por ejemplo:
Corea del Norte, donde según informes de la ONU, un 40% de la población sufre inseguridad alimentaria por la falta de agua, comida y saneamiento, pero además son comunes las detenciones arbitrarias y la tortura, donde según reportó NK Watch hay más de 135,000 personas en estas circunstancias; no hay libertad de expresión, ni de pensamiento, conciencia, religión, asociación, ni reunión pacífica. El país entero es como una cárcel.
Venezuela, donde según datos de Amnistía Internacional la represión es el común denominador, las detenciones arbitrarias, la tortura e incluso las ejecuciones para quienes se oponen al régimen de Nicolás Maduro, que heredó la dictadura de Hugo Chávez. Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional ha manifestado que “La estrategia de control social que tratan de imponer las autoridades de Nicolás Maduro a través del miedo y el castigo contra quienes exigen un cambio, es repulsiva. Su gobierno se está ensañando con la gente más empobrecida que dice defender, pero que luego asesina, detiene y amenaza”. Este país vive desde hace años una profunda crisis de violaciones masivas de derechos humanos, escasez de alimentos, medicinas, hiperinflación, violencia y represión política, lo que ha obligado a más de 5.4 millones de personas a huir del país desde el 2015.
Libia, donde según informes de la ONU se cometen muchos y muy diversos crímenes contra lesa humanidad por parte de las fuerzas gubernamentales y de los grupos armados que cometen detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas, asesinatos y torturas, en medio de una gran impunidad.
Somalia, donde el clima, la guerra y el extremismo islamista matan a miles y miles de habitantes. Se calcula que unas 200,000 personas han perecido por inanición y más de 1.4 millones de niños están en riesgo de morir por el hambre, lo que ha ocasionado que 3.8 millones han tenido que salir huyendo de esta hambruna y ante el peligro inminente de ser asesinados.
Sudán. La guerra que inició en abril del año pasado ha causado la muerte de unos 15,000 civiles, hay 8 millones de desplazados y 25 millones de personas necesitan ayuda urgente para sobrevivir.
Nicaragua, el gobierno está cometiendo violaciones generalizadas de derechos humanos que constituyen crímenes de lesa humanidad contra civiles; los abusos incluyen ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias, tortura, asesinato, violencia sexual, deportación, privación arbitraria de la nacionalidad y del derecho a permanecer en el propio país, producto del desmantelamiento de las instituciones democráticas y la destrucción de la democracia, según un estudio de Jan Simon, Director Académico del IESE International Search Fund Center.
Bielorrusia. Un informe de Amnistía Internacional reveló que el gobierno utiliza el sistema judicial para castigar a las víctimas de tortura en lugar de ir contra quienes la perpetran; esto es parte de la represión generalizada y brutal contra todo tipo de disidencia. Las autoridades bielorrusas han admitido haber recibido miles de denuncias por abusos cometidos por la policía, pero no se ha iniciado ni una sola investigación penal contra los agentes policiacos; irónicamente sí se han ocupado de abrir cientos de investigaciones penales contra manifestantes pacíficos, que han sido víctimas de tortura y malos tratos.
Tayikistán. En este país, satélite de Rusia, tiene restringidos los derechos a la libertad de reunión pacífica, de asociación y de expresión. Las autoridades se encargan de reprimir a los defensores de los derechos humanos, periodistas independientes, blogueros y blogueras, y todo tipo de disidentes, que sufren detenciones arbitrarias y la prisión, tras un juicio injusto y expedito. Por cierto, el dictador Emomali Rahmon, presidente de ese país, lleva buena relación con el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien le vendió el famoso avión presidencial por 92 millones de dólares, una ganga, considerando que su valor real es de unos 200 millones de dólares y en el gobierno de Felipe Calderón fue comprado por unos 114.6 millones de dólares, un 42.7 % por debajo de su valor. En esta transacción a Tayikistán, México perdió en cifras redondas 108 millones de dólares. El valor de una amistad, o de la complicidad que suelen tener entre ellos los líderes de una misma línea.
Guinea Ecuatorial, donde desde 1979 funge como presidente Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, cuyo régimen se caracteriza por la represión, detenciones arbitrarias, tortura, asesinatos y restricción de libertades fundamentales, que ha llevado a cabo por más de 40 años, que ha sumido al país en la pobreza extrema, donde la corrupción se ha normalizado, en el 2018 el hijo mayor del presidente Obiang,Teodorín Nguema Obiang, fue condenado por un tribunal francés por malversar más de €100 millones ($119 millones de dólares) en fondos estatales para comprar una mansión parisina, autos deportivos exóticos y artículos de lujo, por lo que su padre lo nombró vicepresidente, a fin de darle inmunidad. Y curiosamente, en ese mismo año, su padre, el presidente d Guinea Ecuatorial, obtuvo un asiento en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Paralelamente varios gobiernos iniciaron investigaciones de lavado de dinero contra funcionarios de su gobierno, que o no han concluido o quedaron en el olvido.
Irán, donde el régimen teocrático se ha encargado de reprimir las libertades, no sólo impidiéndolas, sino a través de detenciones arbitrarias, tortura y asesinato, en donde las mujeres tienen una mayor vulnerabilidad. Cada año son ejecutadas en las cárceles del país, más de ochocientas personas acusadas de diversos delitos.
Yemen, donde más de 10,000 niños han sido asesinados o mutilados. El país está devastado por los conflictos internos que llevan más de una década, la crisis económica, los trabajadores, entre ellos los médicos y profesores llevan años sin salario y aún así siguen trabajando y casi 20 millones de personas no tienen acceso al agua potable, saneamiento y comida.
Siria, donde se cometen cada día crímenes de guerra, tortura y toda clase de violaciones a los derechos humanos parecen no tener fin. Y los más afectados son los niños.
Cuba, un régimen que lleva casi 60 años de represión, que ha llevado al país a la ruina, donde las detenciones arbitrarias, la tortura y la represión masiva tiene a la población viviendo en condiciones prácticamente inhumanas, con desnutrición por la carencia de víveres y las cero oportunidades para mejorar la situación social, por lo que millones de cubanos han salido de a isla en busca de una vida mejor.
Haití, un país al borde del colapso y a manos de pandillas que han mantenido el caos en el país, donde hay una seria crisis de seguridad, justicia, humanitaria, donde los asesinatos, secuestros, violaciones y otros muchos delitos continúan aumentando, sin que haya una fuerza suficiente que logre detener el caos, pese a que desde octubre del año pasado la ONU aprobó el envío de una misión multinacional para tomar medidas contra la violencia desmedida de las pandillas, pero estamos a finales de mayo y dicha misión no llega.
Y tampoco se observan muchas acciones para denunciar y combatir la esclavitud que en este siglo XXI se vive en varios países, como:
Mauritania, donde casi un 20% de la población es esclavizada, según datos de SOS Slavery.
India, donde 18 millones sufren trabajo forzado intergeneracional, trabajo infantil forzado y/o explotación sexual, según informes de Free The Slaves.
China, el poderoso gigante que presume su alto desarrollo, mantiene a unas 3´388,400 personas en condiciones de esclavitud, incluso niños esclavos que son obligados a trabajar entre 16 y 20 horas al día, sin recibir siquiera alimentos suficientes. Y en este país son comunes los matrimonios forzados y el tráfico de mujeres y niños, entre otras prácticas inhumanas.
Uzbekistán, donde según el Índice Mundial de Esclavitud, casi un 4% de la población sufre la llamada esclavitud moderna, donde el gobierno obliga a más de 1 millón de ciudadanos a trabajar en los campos de algodón durante semanas, en condiciones de alto riesgo para la salud, entre los que están maestros, estudiantes y trabajadores, que son amenazados con el despido o la expulsión si no “colaboran”.
Libia, en donde gracias a una investigación de CNN se supo de subastas de esclavos. Si no en el siglo XIII, en pleno siglo XXI.
Corea del Norte, donde el 4.37% de la población vive en esclavitud moderna. Marzuki Darusman, investigador de la ONU reveló que unos 50,000 ciudadanos fueron enviados a China, Rusia y Medio Oriente, para trabajar en la minería, la industria de la construcción, en la tala y en la industria textil.
Estos son sólo ejemplos de lo mas visible, pero lo que no sabemos, podemos intuirlo viendo en que han derivado los regímenes totalitarios y las dictaduras, que para fines prácticos, es lo mismo.
Si todos os ciudadanos estuviesen bien informados, tomaran una decisión razonada al emitir su voto y, además, votaran con plena libertad, sabedores de su responsabilidad y de la trascendencia de su decisión, el mundo sería otro.