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  • Contextualizar los riesgos
  • Por Alan Ramírez Flores, CEO de Coperva y autor de Liderazgo para todos  

RedFinancieraMX

Para gestionar los riesgos empresariales las grandes firmas apuestan por la personalización. De hecho, se considera una tendencia en el mercado financiero de todo tipo de empresas.

Ésta personalización consiste en crear un sistema que ponga la información adecuada en manos de quienes toman las decisiones, y, posteriormente, transforman esa información en percepción y entendimiento gracias a su experiencia acumulada.

Ahora, dado que se requiere responsabilidad personal, es preciso construir un sistema en el cual se recompense ésta. Así, la persona o el equipo que cuente con mejor capacidad de penetración y entendimiento, será quien adopte la decisión.

Algunas de las empresas que mejor rendimiento obtuvieron durante la crisis de crédito, como JP Morgan y Goldman Sachs, fueron famosas por sus procesos de decisión colegiados y de equipo basados en un debate abierto. También por su honradez intelectual y por su suficiente confianza en sí mismas para adoptar decisiones a contracorriente.

Así, debe considerarse la cultura empresarial. Las normas informales de comportamiento en una empresa deben fortalecer los principios básicos de entendimiento de gran calidad y responsabilidad personal. No obstante, es muy frecuente que tales normas informales minen la eficacia en la adopción de decisiones, que pueden sesgarse por miedo, egoísmo, la intolerancia al fracaso y otras prácticas culturales arraigadas en la compañía.

Aunque no existe una manera sencilla de crear una cultura que ofrezca apoyo, existen un par de principios básicos que resultan aplicables.

El primero es la necesidad de transparencia de propósito. Éste debe ser muy claro, consensuado y comunicado en todos los puestos de trabajo de manera continua y sistemática. La transformación cultural es posible cuando está conectada con un propósito muy claro que todo el mundo puede identificar y cuando se refuerza mediante la congruencia en la actuación.

El segundo principio consiste en negarse a simplificar la imagen de conjunto. Es decir, en lugar de compartimentar cada tarea, se anima a los empleados a mirar más allá y a comprender de qué modo el trabajo de cada uno de ellos tiene repercusiones en el del resto de sus compañeros. Este método tiene una evidente aplicación en el sector de los servicios financieros. La fortaleza se convierte en debilidad en una dislocación. En los aspectos en los que nos atribuyen ser fuertes, es en los que cometemos los mayores errores.

Vale mencionar que la buena adopción de decisiones en el mundo de los servicios financieros consiste no sólo en tomar decisiones objetivamente correctas, sino también en hacerlo sin obviar el contexto en que se toman, que es el de unas condiciones de mercado que cambian rápidamente. Incluso, las mejores decisiones pueden parecer absurdas cuando se contemplan de forma retrospectiva si las fuerzas de mercado se modifican sustancialmente.

Por tanto, si el primer reto consiste en adoptar decisiones de la mayor calidad, el segundo consiste en saber adaptarlas para que se adecuen a los cambios que se produzcan en el mercado. Ese es el corazón de la personalización en la gestión del riesgo.