Pese a deterioro se puede restablecer la Cuenca del Usumacinta

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  • Entre 1996 y 2017 se han perdido 461 mil hectáreas de vegetación primaria

RedFinancieraMX

El Centro del Cambio Global y la Sustentabilidad (CCGS) consideró necesaria la protección de la Cuenca del Usumacinta, donde entre 1996 y 2017 se han perdido 461 mil hectáreas de vegetación primaria, tan solo en la parte mexicana.

Atribuyó su deterioro al cambio de uso de suelo para actividades ganaderas y plantaciones de palma de aceite.

El director del organismo, Rafael Loyola Díaz, expuso que el río Usumacinta, que nace en Guatemala y transita por Tabasco hasta el mar, es el que aporta el agua de mejor calidad a los litorales en todo el Golfo de México; “desde el Misisipi hasta la Península de Yucatán”, apuntó.

Resaltó que esta zona cuenta con excelentes condiciones mesotróficas en ecosistemas y sistemas lacustres en condiciones de ser restaurados; “están muy afectados, pero no tanto como para que no se restablezcan”, subrayó.

Tras su creación en 2012 bajo el auspicio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), del gobierno estatal, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT), indicó que bajo la asesoría de la bióloga Julia Carabias, se determinó hacer un estudio de tres años en la Cuenca del Usumacinta.

Lo anterior, expuso, porque la Cuenca del Grijalva ya estaba bastante investigada y es un río muy intervenido, caso contrario del Usumacinta.

Tal estudio científico, abundó, estaría terminado en noviembre próximo, aunque hay algunos resultados como la existencia de mil 173 vertebrados terrestres pertenecientes a 203 familias; en lo acuícola hay 77 especies pertenecientes a 28 familias y alberga cinco mil 162 especies de plantas.

Esa región que abarca los municipios tabasqueños de Tenosique, Balancán, Emiliano Zapata, Jonuta y Centla, al igual que un área de Montes Azules, en Chiapas, dijo, alberga la tercer parte de la riqueza hídrica de México.

“Es una región que no ha sido muy intervenida por actividades antrópicas; el 54 o 58 por ciento de la cuenca, según últimos datos, está de lado de Guatemala y la otra parte de México”, precisó.

La Cuenca del Usumacinta contiene diversidad cultural y lingüística y una enorme complejidad socioeconómica relativa al tema de migración, de abigeato, crimen organizado y robo de especies, así como diversidad étnica, comentó.

El investigador de la UNAM, doctorado en Historia, mencionó que esa región enfrenta una enorme vulnerabilidad al cambio climático, a la vez que ofrece servicios ambientales al planeta como la captación de carbón, lluvia, biodiversidad y fauna.

En el estudio científico de la Cuenca, dijo, participa un grupo multidisciplinario de 11 instituciones, incluidas de Guatemala y Lyon, Francia, entre biólogos, antropólogos, politólogos, geógrafos, agrónomos y físicos, que conjuntan 343 personas en la investigación.

Falta más regulación

A excepción de Montes Azules, en Chiapas, no todas las zonas de la Cuenca del Usumacinta están protegidas y, por eso, se requiere empezar a establecer regulaciones a nivel estatal, pues el avance de la palma africana y para potreros ha ocasionado desmonte de selva, expuso.

Ejemplificó que en Indonesia hay alarma por la biodiversidad perdida a causa de la palma africana, y allí el orangután está amenazado por la pérdida de selva, y en el Usumacinta esta situación crece de forma paulatina.

Señaló que esto pondrá en riesgo a especies de felinos, aves, reptiles, anfibios e, incluso, peces, y ya el año pasado hubo un problema con la mortandad de manatíes en otra zona, por la eutrofización de mantos de agua y elevación de temperatura que causan más proliferación de algas con efectos de cianotoxinas, que sería en el fondo la causa de esas muertes.

“Las actividades que lo provocan son en parte la agricultura, por exceso de fertilizantes que se vierten a cuerpos de agua, y si le agregamos el tema de aguas negras, que se carece de plantas de tratamiento, eso provoca también mortandad de peces, no sólo de manatíes”, añadió.

Programas pilotos en comunidades

La investigación busca generar un modelo de gestión sustentable y compartida en la cuenca y proponerlo a quienes tienen en sus manos hacerlo y, aparte de no acabarse los recursos naturales, las poblaciones puedan aprovechar esa riqueza, planteó.

Dentro del proyecto, el CCGS instaló tres sitios pilotos: en la Laguna El Cometa, en Centla, en la parte baja del Usumacinta; una en el Cañón del Usumacinta, en Tenosique, y otra en Montes Azules.

Se impulsa el rescate de la flora nativa y las comunidades se sienten parte de esa protección y aprovechamiento, como producir miel nativa de abejas meliponas, que no son agresivas y cuyo producto es muy apreciado por sus cualidades, pues es 10 veces más costosa que la miel de abeja europea.

De igual forma, refirió que se busca una visión integral de la cuenca, así como incentivar un estudio similar del lado guatemalteco, con comunidades académicas preocupadas en el vecino país por el deterioro existente en su territorio de la zona que les corresponde.

Cambio climático, problema social

Loyola Díaz afirmó que el cambio climático es un problema social, resultante de un modelo de desarrollo con actividades antrópicas, que generan una emisión desmedida de gases de efecto invernadero.

El Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, refirió, ha trabajado mucho frente a las costas de Tabasco y detectado una gran porción de hipoxia causada por exceso de nutrientes que son arrastrados por cuerpos de agua, como en el Misisipi, donde está la mayor zona de hipoxia en el mar.

Consideró que ya se pasó el tiempo de revertir el deterioro, pero existe la obligación de no bajar la guardia, porque es el mundo que se les entrega a las nuevas generaciones; “creo que el tiempo ya se nos fue y hemos sido irresponsables, mi generación, de no haber actuado con más anticipación”.

Comentó que en un artículo publicado por una revista francesa y referido en el New York Times, se expone que desde mediados del siglo pasado, en los Estados Unidos se sabía en comunidades científicas lo que ocurría en materia ambiental por emisión de gases de efecto invernadero.

“Y que había empezado a discutirse públicamente y nadie hizo nada; y tan así, que hay un presidente que niega el cambio climático. Por eso, creo que estamos actuando a destiempo y con retraso”, concluyó.