Perfiles Políticos

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  • ¿Sacaremos al buey de la barranca o nos vamos a seguir haciendo güeyes?
  • Por Francisco J. Siller

RedFinancieraMX

A Hugo López Gatell no le queda otra que defender al presidente Andrés Manuel López Obrador ante sus evidentes contradicciones de lo que se debe hacer en esta pandemia, incluso desoyendo las recomendaciones de la OMS y la OPS, que ha pedido a los líderes latinoamericanos ser coherentes en los mensajes que envían.

Los mensajes confusos que parten del Palacio Nacional todos los días muestran que el presidente vive en un país ideal en donde no pasa nada, en el que el coronavirus ha sido domado, porque “dejamos atrás la etapa más difícil de la pandemia”.

Sobre todo cuando en 24 horas, el número de positivos creció en 4 mil 147; los sospechosos en cuatro mil 290 y el número de fallecimientos en 269 para situarnos en números crecientes por 146 mil 837, 52 mil 236 y 17 mil141, respectivamente.

En un mensaje vidograbado, López Obrador dijo el domingo que la curva epidémica es menor a la esperada en un principio. Pero se olvida que el vaticinio era que solo habría alrededor de 7 mil muertes y en la mejor proyección de López Gatell, esta cifra podría variar entre 30 y 35 mil.

Además que las proyecciones de la pandemia llevarán a México hasta el mes de octubre, en especial en los estados de Jalisco, Nuevo León, Edomex y en la Ciudad de México, que son los focos principales de contagio del coronavirus. ¿Entonces donde está  en que dejamos atrás la etapa más difícil?

En Palacio Nacional se habla de rebrotes desde el momento en que se levantó la contingencia el pasado 1 de junio, cuando ni siquiera ha sido controlado el brote inicial que comenzó en febrero pasado y que ha paralizado la vida de los mexicanos y la economía con el cierre de miles de empresas.

Y para rematar esos mensajes encontrados que parten del presidente, el pasado sábado difundió un decálogo en el que resalta la actitud moral y religiosa que debe tener la población ante la nueva normalidad, que en términos no es más que una nueva realidad plena de incertidumbre y pesar.

López Obrador ha puesto el mal ejemplo a los ciudadanos, con la reanudación de sus giras para dar banderazos a sus obras faraónicas y dar su aval al desconfinamiento, dejando la responsabilidad de la enfermedad a ciudadanos y gobiernos de segundo y tercer nivel.

Pero regresando a la defensa de López Gatell a su jefe sostuvo la tesis que la sociedad tiene que incorporarse a su nueva realidad y “vivir  con una enfermedad epidémica… no podemos quedarnos congelados como sociedad perpetuamente”.

“Los mensajes que el presidente ha destacado, es empezar a incorporar estas nociones pues no hay necesidad de dejar todo al exterior, la sociedad tiene que actuar por sí misma”, sostiene el funcionario de Salud. ¿Será que él entiende una cosa y el grueso de la población otra?

Da la impresión que el huésped de Palacio Nacional está preocupado por otras situaciones que nada tienen que ver con la pandemia o con la economía, la inseguridad o la crisis por que atraviesa el sector Salud. Parece que sus ojos están puestos en la elecciones del año próximo.

Sobre todo porque su popularidad ha ido a la baja, porque ese pueblo bueno e inteligente se da cuenta que todos los días hay un error tras otro y que poco o nada se hace para sacar al buey de la barranca, como decía el charro Abitia. O más bien para que el gobierno deje de hacerse el “güey”.

Al ramillete de crisis que el gobierno de la Cuarta Transformación enfrenta sin mayor éxito hay que colgarle la crisis política que se avecina. Que hay preocupación por perder las próximas elecciones es evidente. El BOA es una muestra y más aquello de que estás conmigo o contra mi.

El próximo 1 de julio tendremos un nuevo informe de gobierno, para festejar su segundo año de gobierno y de ninguna forma puede ser un informe triunfalista, como los anteriores, ¿pero el presidente se atreverá a reconocer que las cosas no le han salido a pedir de boca?

Al pueblo bueno hay que hablarle con la verdad y no darle atole con el dedo, como lo ha hecho hasta ahora. Hablarle sin miedo a la crítica.Eso sí sería una novedad, con la que seguramente ganaría unos puntos y quizá convencería a tirios y troyanos que él no es un mesías, sino un hombre que tiene yerros y aciertos.