Perfiles Políticos

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  • Amuletos y exceso de confianza
  • Por Francisco J. Siller

RedFinancieraMX

De forma tardía, se efectuó la primera sesión extraordinaria del Consejo de Salubridad General y su principal acuerdo –de cinco– fue declarar al COVID-19 como enfermedad grave prioritaria. Una medida que debió ser tomada hace más de un mes y que el gobierno federal no hizo en su momento, por exceso de confianza.

 

No es comprensible que una medida así se tome luego de dos muertes, 164 infectados y 448 casos que están siendo investigados, sobre todo porque existe el antecedente de lo que ocurre en Europa y Asia. O es que ya se entendió que México no puede sustraerse de la pandemia y solo esconder –como avestruz– la cabeza o voltear al otro lado.

 

La miopía con que comporta el Gobierno Federal le impide ver lo que ocurre en el mundo, como los diferentes países enfrentan al coronavirus chino. Ahí está El Salvador, que cerró sus fronteras sin tener un caso confirmado. Lo cierto es que las naciones que cerraron sus fronteras y establecieron estrictas normas de control, están aún libres del mal.

 

Pero nosotros, no, dejamos pasar con libertad al que venga, sin saber si es portador o no del Covid-19, no tenemos más control que la toma de temperatura en los principales aeropuertos que reciben vuelos internacionales. No se hacen pruebas masivas, porque el gobierno no lo considera necesario.

 

Parecería una irresponsabilidad, pero no lo es. Simplemente es porque tenemos exceso de confianza de que no nos va a pasar nada, porque tomamos ejemplo de nuestro presidente que goza de un escudo moral que lo protege a él –y desde luego a sus pejechairos–, además que con honestidad y sin corrupción, los mexicanos estamos protegidos.

 

Sabemos que tenemos un mandatario dicharachero, muy popular y que cae bien a la gente, pero hay ocasiones en que no convence –se pone de a pechito– y se pinta un blanco en la espalda y es golpeado por fuego amigo y enemigo. Así como polariza al país, también es capaz de moverlo en su contra.

 

Pintoresco fue el pasaje en su mañanera del miércoles, cuando los ojos de México estaban puestos en él para conocer que es lo que se hará para mitigar el embate de la pandemia, pero sacó sus amuletos. Una estampa religiosa, su billete de dos dólares y un trébol de cuatro hojas, que no mostró porque no lo encontró en su cartera. ¿Premonición?

 

No es eso lo que esperamos de nuestro presidente, no señor. Si el tema del día es el coronavirus, no nos interesa ver como se desarrolla su proyecto del Aeropuerto de Santa Lucía, que tiene apenas un cinco o seis por ciento de avance. Eso es tender cortinas de humo. Tratar de bajarle dos o tres rayitas a la información de los medios.

 

¿Es que no se ha dado cuenta que sin su intervención, las calles están semivacías? Que ese pueblo está demostrando ser sabio y precavido y se ha guardado en sus hogares para prevenir contagios, pero no porque usted lo diga, es porque los mexicanos si somos un pueblo sabio, aunque a veces nos equivocamos… Por confiados.

 

Si con toda oportunidad se hubiesen tomado medidas adelantadas, el impacto que el COVID-19 está teniendo en la población de 31 estados en el país podría ser menos y mayormente controlable. Pero se requiere mano de hierro para implementar medidas, a las que en algún momento tendrá que llegar.

 

¿A que le tiene miedo?, a que lo comparen con el expresidente Felipe Calderón que en su momento tomó férreas medidas contra el H1N1. ¿porqué esperar a que haya miles de contagiados y decenas de muertos? ¿Porqué permitir que México se vea en desacato a las normas impuestas por la Organización Mundial de la Salud?