Perfiles Políticos

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  • La batalla campal en Morena
  • Por Francisco J. Siller

 RedFinancieraMX

Andrés Manuel López Obrador se ha deslindado del cambio de dirigencia en el partido que creó y que lo llevó a la Presidencia de la República. No ha querido poner orden al interior de esa institución donde hay una batalla campal por el control político. Yeidkol Polenvsky, ya fue relevada de la dirigencia interina y sustituida por Alfonso Ramírez Cuellar.

 

Pero eso no se quedará así. Polenvsky ya mueve sus peones para desconocer al Consejo Nacional Extraordinario citado por Bertha Luja y asegura el apoyo de 30 comités estatales de Morena, para que ella siga como dirigente nacional, e invoca que solo el Comité Ejecutivo Nacional es el que puede dictar los lineamientos para el cambio de dirigencia.

 

Así, hoy Morena tiene dos dirigentes interinos y el choque de fuerzas es inminente. Yeidkol no quiere soltar el hueso y lo defenderá hasta sus últimas consecuencias. No importa que más de mil 310 delegados del Consejo Nacional se hayan pronunciado en favor del diputado Ramírez Cuellar.

 

Como se sabe, Polenvsky actuaba como dirigente nacional temporal y de acuerdo al Consejo Celebrado este domingo en la Sala de Armas de la Magdalena Mixuca, continuará con su cargo de Secretaria General, en tanto en los próximos cuatro meses, se cite a nuevas elecciones para la presidencia de Morena.

 

Estos acontecimientos al interior del partido mayoritario, solo dejan ver el desdén que se tiene por los procesos democráticos, pues la designación de Ramírez Cuellar –fue candidato único– es solo una parte del proceso para designar un nuevo liderazgo y del hartazgo de los morenistas a la actuación de su dirigencia.

 

Uno de los graves problemas que enfrenta Morena, es su padrón de militantes que tiene graves deficiencias y que el Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal (TEPJF), ordenó reponer, lo que no se ha realizado, así que el asunto dará de que hablar, debatir, discutir y descalificar. Cada quien tiene sus datos. ¿Dónde he escuchado eso?

 

Que importa que la mayoría del Congreso Nacional de Morena, eligiera a Ramírez Cuéllar en la presidencia interina del partido, si no hay un padrón confiable, inclusive al interior del Consejo Nacional y que de acuerdo al lado que se vea –el de Luján o Polenvsky– tiene números disínbolos ¿Deben ser dos mil 600 o tres mil consejeros?

Y es cosa de sumas y restas. En el papel podrían ser tres mil, pero según Luján, hay que restar a los muertos, a los desaparecidos, a los que pidieron licencia para ir a un cargo público y al los que han renunciado, pero su contraparte, más bien busca sumarlos como en los mejores tiempos del PRI, cuando hasta los muertos votaban en las elecciones.

La verdad es que Morena es una olla de grillos y alacranes que pelean por el poder político y económico de ese partido, sin importar las consecuencias y el daño que estan haciendo al proyecto de la Cuarta Transformación emprendida por López Obrador, quien en algún momento se verá obligado a poner orden.

Aunado a eso está el debate iniciado esta semana en la Cámara de Diputados con uno de los líderes morales de los morenistas. Me refiero a Porfirio Muñoz Ledo, a quien trataron con la punta del pié, cuando trató de exponer a la crítica a la Guardia Nacional por su actuación en la frontera sur, durante el informe de la CNDH.

 

No lo dejaron hablar, ni presentar un video para cuestionar a Rosario Piedra. Para ella esas son cosas de la democracia. Es democrático acallar las criticas e impedir que Muñoz Ledo hablara en el seno de la Comisión Permanente, de la que incluso es vicepresidente. Y en eso, Mario delgado está embarrado hasta la cintura.

 

La evidencia está más que vista a los del partido mayoritario no les interesa uno de los sagrados derechos constitucionales. La libertad de expresión y piensan que con su voto pueden callar a cualquier legislador de la oposición, solo que ahora se les paso la mano en lo que le hicieron a Muñoz Ledo.

 

López Obrador debe entender que con estos sucesos –el cambio de dirigencia y la cerrazón a la crítica– es su partido el que pierde. Hasta ahora todo queda en la retórica de las mañaneras, en el bla bla, sin que de verdad se actúe. No basta con decir que “Si hiciera falta, mi recomendación es que se abran todos los foros y que hablen todos, prohibido prohibir. No hay por qué censurar”.