- Por el Dr. Emiliano mateo carrillo carrasco
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EL MESTIZAJE Y LA FUSIÓN DE DOS CULTURAS:
La idealización del mestizaje https://www.nexos.com.mx/?p=42193#.XNBCkHtw_5S.twitter
REINO DE Teotihuacán María de la Asunción García Samper Juan Aguilar Cuevas.Centro de Estudios Mesoamericanos. A. C.
Las fuentes hablan sobre quienes gobernaron en la región de Teotihuacán desde la llegada del señor Xólotl y su mujer la huasteca Tamiyahu a la cuenca de México y registran en las láminas del códice Xólotl el sitio prehispánico y a su primer señor conocido y de acuerdo con las fuentes este fue Huetzin subió al trono de Coatlichan hacia el año 1300, d. C. Coatlichan aparece como Techachalco , se escribe como “la cueva de los acolhuas” o sea Acolhua. Huetzin es el primero de los señores acolhua que aparece sentado en un Tepotzoicpalli se le designa con el símbolo solar ya que además se cuenta que los chichimecas de Xólotl daban culto al Sol.
El primer señor de Texcoco Netzahualcóyotl, caso a una de sus hijas en 1439, de nombre Tzinquetzalpoztectzin, con Quetzalmamalitzin, señor y Gobernador de Teotihuacan hijo de Huetzin y de Ixcaxiuhquetzalmaquetzin. De ese matrimonio nacieron los Varones: Cotzatzintzin, Tlacatecatzintli, Yacamapichtzin y Cuauhzontecomatli y las mujeres Cuauhtzin y siete más.
Muerto Quetzalmamalitzin a los noventa y cinco años de edad, en 1483, su primogenito,Cotzatzintzin, heredo el senorio y caso con la doncella Cuauhihiutzin, hija de Netzahualpilli. Frutos de este enlace fueron dos mujeres: Teucihuatzin, que en el bautismo tomo el nombre de Doña Magdalena, y Amaxolotzin. Cotzatzin tuvo, además , un hijo bastardo que se llamó don Juan Tlacolyaotzin. Tanto una hija como la otra se casaron con Xiuhtototzin, nombrado Gobernador de Teotihuacan por Netzahualpilli en 1491, a la muerte de Cotzatzintzin. Y con el procrearon, la primera, a don Francisco verdugo Quetzalmamalitzin- huetzin, que nacio en 1518, y la segunda a Mamahuatzin, nacido antes que aquel. Hijo también de Xiuhtototzin, o de doña Magdalena teucihuatzin o de Amaxolotzin, fue don Juan Marin, que vivía en 1563.
Xiuhtototzin se unió a los Españoles, junto con Ixtlilxochitl, y los acompaño en la primera ocupación de Tenochtitlan hasta que pereció en los combates de la “Noche Triste”, el 30 de junio de 1520. Mamahuatzin, que heredo el senorio, gobernó en pleno periodo de la Conquista y hasta que falleció, en 1525.—— REINO DE Teotihuacán 1 parte
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México a partir de enero de 1524, Cortés no vive como un depravado sino como un principe nahua que trata con respeto y deferencia a sus numerosas esposas. En diciembre de 1519 Moctezuma ” a cortes” le había ofrecido a una de sus hijas, bautizada con el nombre de Ana, pero fue asesinada en la calzada de Tlacopan en el desastre de la Noche Triste.
El soberano azteca le había confiado también, antes de morir, a otra de sus hijas, a la pequeña Tecuichpo, todavía impúber. Siete años más tarde tendrá una hija con ella, una niña a la que llamará Leonor. No obstante, sabemos por diferentes fuentes que varios señores indígenas habían hecho lo mismo, le habían obsequiado a Cortés a sus propias hijas y se ha comprobado que el conquistador honró, ciertamente con agrado, a sus compañeras nahuas.
En otra escala, sus capitanes y lugartenientes hicieron lo mismo. Todos engendraron familias mestizas. Para la pequeña historia, observemos que todos esos niños de la primera generación llevan nombres y apellidos españoles. Los archivos no registrarán entonces su carácter indio. Pero la mezcla de las sangres es la regla, al menos hasta 1529, cuando acontece un importante viraje político.
En ese panorama, en el que las mujeres nahuas llevan consigo la esperanza de Cortés, ocurre el asunto Catalina.
Hay tres maneras de contar esta historia. He aquí la versión oficial: una vez dueño de México, Cortés pidió a su mujer legítima, Catalina Xuárez, que viniera a reunirse con él. Proveniente de Cuba, desembarcó en agosto de 1522 en Coatzacoalcos acompañada por su hermano y sus hermanas. y la instala en su morada de Coyoacán.
Dos meses más tarde, el 1 de noviembre para ser exactos, hacia la medianoche, encuentran a Catalina muerta en su habitación. Sus allegados dicen que murió del “mal de madre”. Ella tenía, en efecto, ciertos antecedentes: en Cuba se desmayaba con frecuencia, y en México, por la altura, sus malestares aumentaron. Su corazón se detuvo bruscamente.
Antecedente: Los mismos aztecas se establecieron en el Valle de México, contrayendo alianzas matrimoniales con la gente de Culhuacán, Azcapotzalco y Texcoco. Es siempre el señor nómada el que toma una esposa sedentaria. Para los mexicanos, los españoles, aunque blancos y extrañamente vestidos, no son más que nómadas como los demás. Ante ellos despliegan entonces el arma tradicional, es decir, la seducción femenina y la invitación a quedarse en ese lugar. Si la Corona española tiene una estrategia de vasallaje con los indios, los mexicanos intentan también, en un reflejo simétrico, integrar a los españoles que llegan.
Cortés toma entonces muy en serio esos ofrecimientos de esposas y “casa” a sus lugartenientes, después de haber hecho bautizar a las jóvenes mujeres indígenas. ¿Cómo él, el jefe, obligado a dar el ejemplo, hubiera podido despreciar esa costumbre que iba de acuerdo con sus deseos más secretos? Hernán tomará entonces una esposa india en la persona de Malintzin, su hermosa y sutil intérprete. Vivirá maritalmente con ella desde el mes de julio de 1519 y la pareja se volverá inseparable.
Durante toda la operación de conquista, Marina se encontrará permanentemente al lado de Cortés. Se puede pensar que ella fue la inspiradora de las acciones de Hernán y la artífice de su victoria. Se objetará que Cortés tiene ya una mujer legítima en Cuba, más una amante taína igualmente oficial y que, con Marina, se adjudica una tercera compañera. Cierto, pero no se detendrá en tan buen camino. Su idea sigue siendo fundirse en el paisaje cultural mesoamericano. Ahora bien, la poligamia es allí la costumbre dominante y el tlatoani mexica, como testimonio de su poderío, mantiene un verdadero harén de unas ciento cincuenta concubinas. Sin llegar hasta esa cifra, Cortés intentará mantener su rango.
Como nuevo jefe de México por sustitución, le es imposible jugar la carta de la monogamia, asociada entre los nahuas a la pobreza y a lo más bajo de la escala social. Mantendrá entonces bajo su techo a una pequeña corte que reúne a las hijas de los señores que le fueron entregadas. México a partir de enero de 1524, Cortés no vive como un depravado sino como un príncipe nahua que trata con respeto y deferencia a sus numerosas esposas.
En diciembre de 1519 Motecuzoma le había ofrecido a una de sus hijas, bautizada con el nombre de Ana, pero fue asesinada en la calzada de Tlacopan en el desastre de la Noche Triste. El soberano azteca le había confiado también, antes de morir, a otra de sus hijas, a la pequeña Tecuichpo, todavía impúber. Siete años más tarde tendrá una hija con ella, una niña a la que llamará Leonor. No obstante, sabemos por diferentes fuentes que varios señores indígenas habían hecho lo mismo, le habían obsequiado a Cortés a sus propias hijas y se ha comprobado que el conquistador honró, ciertamente con agrado, a sus compañeras nahuas.
LA ESPAÑOLA CONTRA LAS NATIVAS DEL IMPERIO NAHUA: Catalina se vuelve insoportable. Quiere jugar a la virreina y arrojar de la casa a las concubinas indígenas; agresiva, no deja pasar ni una ocasión para provocar incidentes y criticar a su marido en público. La noche del 1 de noviembre Cortés da una recepción para celebrar la fiesta de Todos los Santos; los esposos tienen un altercado y Catalina deja la mesa para subir a acostarse. Hacia la medianoche los gritos del amo de la casa alertan a los sirvientes; todos se precipitan y encuentran a Catalina muerta en su cama. La muerte súbita de Catalina Xuárez, que se extinguió sin descendencia, fue providencial. Malintzin estaba encinta y algunas semanas más tarde dio a luz a un niño al que Cortés bautizó como Martín. Después de haber dado el nombre de su madre a su primera hija, Catalina Pizarro, el capitán general da el nombre de su padre a su primer hijo, Martín Cortés. Ambos son mestizos: la genealogía cortesiana se ha transplantado. Hernán construye su sueño.
Más o menos por la misma época, probablemente en 1524, Cortés tiene otro hijo de una princesa nahua, que sólo conocemos por su nombre español, “doña Fulana de Hermosilla”, según la expresión del autor de la Historia verdadera. ¿Pero quién, en ese tiempo en México, podría ser doña si no es una princesa azteca? Cortés llama a ese segundo hijo mestizo Luis de Altamirano, honrando esta vez la rama materna de su genealogía. Es con ese nombre que será legitimado por el papa Clemente VII en 1529, al mismo tiempo que sus dos hijos mayores, Catalina Pizarro y Martín Cortés. Ahora Hernán ha mezclado tres veces su sangre con la de los indios: se ha casado con el Nuevo Mundo.
Para Cortés el catolicismo es lo contrario de una religión de exclusión; el cristianismo toma su valor de la universalidad de su mensaje y de su esencia altruista. En la antípoda del espíritu inquisitorial, Cortés no tiene escrúpulo alguno en imponer su visión humanista del cristianismo, liberal y tolerante. En el fondo, la única condición verdadera que se exige a los indios para su conversión es el abandono del sacrificio humano. No es el espíritu del sacrificio lo que molesta a Cortés, sino su realidad física, material. Y no se trata de regresar tres mil años atrás, a la época de sacrificios. El refugio en ese principio del siglo XVI.
Los franciscanos lo ayudarán en su empresa. Pero no cualquier franciscano. Gracias a sus contactos personales y familiares, Cortés hace un llamado a hermanos menores, discípulos de fray Juan de Guadalupe, apóstol de una reforma de la orden que tenía como base un retorno a la regla de la pobreza que caracterizaba a la fundación inicial de San Francisco de Asís. Esos franciscanos reformistas se habían reunido en Extremadura, donde habían constituido una comunidad llamada Custodia de San Gabriel, que debía más tarde ser erigida como provincia autónoma.
Es inútil decir que se oponían a los desvíos de la Iglesia secular, con los cuales los obispos eran príncipes sin muchas preocupaciones espirituales y cuya riqueza se percibía como una corrupción fatal para la buena transmisión del mensaje evangélico.
y tenían representantes muy bien colocados en las altas esferas, tanto en la corte de Carlos V como en el papado.
Los franciscanos de la provincia de San Gabriel de Extremadura obtuvieron entonces, a solicitud de Cortés, la responsabilidad de la evangelización de la Nueva España.
Fue Adriano VI, Adriano de Utrecht —el mismo que Martín Cortés había convencido de lo bien fundado de la acción de su hijo—, quien firmará, el 9 de mayo de 1522, la bula llamada Exponi nobis fecisti, que confiaba a los frailes menores de regular observancia una amplia delegación de autoridad apostólica. En otros términos, Adriano VI encargaba a los amigos de Cortés organizar la Iglesia mexicana.
- La antigua ciudad de Texcoco, la Atenas del mundo prehispánico