- Una sociedad líquida de consumo y pérdida de la identidad
- Por Emiliano Carrillo Carrasco
RedFinancieraMX
Los efectos de un sistema de partidos sin ciudadanos, pero si maquinarias de votos, para legitimar el poder público a una elite cada vez más desprestigiada; el nacimiento de un partido nuevo con sus acciones de una lucha de 18 años, y a la esperanza de que cambie la forma de gobernar. Qué mejor ejemplo al respecto que la imposición generalizada por cada uno de estos gobiernos de un quehacer político pragmático –por tanto, desideologizado– que empleó como herramienta de organización y control social los elementos que articulaban la vieja cultura política creada por el también viejo régimen nacionalista.
Hoy la disyuntivas de resolver problemas estructurales en materia económica y poner reglas de equidad al capitalismo explotador, la política la deberá ser el gobierno y el poder en Manos de las grande oligarquías económicas. ¿ EL COMO ACTIVAR EL COMERCIO INTERNO, LA BANCA DE DESARROLLO, LA POBREZA ,EDUCACIÓN, GENERAR TRABAJO ?
Las consecuencias han sido de enorme gravedad para la población: una profunda desigualdad en el ingreso, una desproporcionada repartición de la riqueza y, como efecto de esta avariciosa política de enriquecimiento, incremento de la pobreza, precarización del empleo, informalidad económica ,bajo crecimiento de la economía, una profunda rasgadura en el tejido social que favoreció el desarrollo de la violencia criminal, a tal punto que, hasta hoy, parte importante del territorio nacional vive en situación de ingobernabilidad: la criminalidad desplazó al Estado de Derecho. El PRI, a través de los gobiernos de Miguel de la Madrid, de Carlos Salinas de Gortari y de Ernesto Zedillo; lo mismo puede afirmarse acerca de los subsecuentes intentos impulsados desde la alternancia de derecha a inicios del nuevo milenio (los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón) y, Ni qué decir, para concluir con la debacle, con el intento realizado por el nuevo sexenio priista abanderado por Enrique Peña Nieto impregnado de corrupción y cansancio social de una población cada vez más empobrecida y sobre todo la perdida de la calidad de vida .
Si, sociedad liquida ante la coyuntura del 1 de julio se expresó al momento en que un conjunto de inusuales resultados electorales dieron fe del apabullante triunfo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) –candidato presidencial del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) – antes de la aparición de los resultados oficiales preliminares que debería anunciar el Instituto Nacional Electoral (INE) con su coalición de más de 30 millones de electores.
Fue corto, muy corto el tiempo que se sucede entre el cierre formal de la contienda electoral y la sorpresa nacional por la avasallante victoria de un candidato a la presidencia de la República (AMLO) (no deseado por la clase política en el poder), y de un bisoño partido político (Morena) con apenas poco más de tres años de participación política electoral, en el 2015 obtiene a nivel federal catorce diputaciones 11 de la CDMX, dos de Veracruz y una Edomex en Texcoco. Al volumen de la votación en segundos lugares y terceros en el país, le permite 21 diputaciones plurinominales para un total de 35.
Los resultados obtenidos fueron cuantitativa y cualitativamente inesperados para quienes obtuvieron el triunfo, para quienes perdieron de forma abrumadora el poder que detentaban, así como para la gran mayoría de la población que, incrédula, dio fe del éxito de un candidato y de un partido donde los procesos electorales suelen ser no creíbles y los accesos al poder legal ilegítimos.
Este triunfo se fueron sembrando en base a cuerdos de las mismas cúpulas de poder y apoyos financieros en cada región del país y la estocada fue cuando se hace el vacío del mismo poder ejecutivo al negociar su derrota al gran margen de las encuestas y sobre todo los operadores financieros nunca enviaron los recursos .
¿En qué falló la clase política que ejerció por tanto tiempo la soberanía de un poder casi absoluto?, ¿por qué fracasó una alternancia política –pragmática y corrupta– tan lejana de lo democrático y tan próxima a la edificación de un nuevo autoritarismo?, ¿por qué se vino abajo el esquema de partidos que por más de tres décadas fue paulatinamente desterrando de la lucha política los elementos ideológicos legitimantes para terminar convirtiéndola en una pragmática lucha por el poder?; sobre todo, ¿por qué el tan festejado cambio estructural del presidente Peña Nieto resultó inútil para fortalecer un Estado capaz de dar seguridad, empleo y dignidad a los mexicanos?.
El andar del mundo globalizado al nuevo neoliberalismo y la perdida sistemática de los derechos de una constitución de bienestar social y nacionalista: 1982. Fecha icónica, históricamente hablando, en la que el entonces recién llegado presidente de la República, Miguel de la Madrid Hurtado, nos advirtió sobre la obligada necesidad de su gobierno por terminar con una agotada forma de Estado –nacionalista revolucionario– para incursionar en los inciertos rumbos del mundo global, por irrumpir en los desconocidos y desconcertantes entresijos de una sociedad de libre mercado. Vale hacer notar que, en realidad, el primer magistrado nunca negó en su disertación el legado nacionalista de México ni su herencia revolucionaria.
Sólo al momento de hacer el crítico balance de la realidad económica y social del país advirtió que las cosas habrían de marcharse diferente manera; las nuevas políticas gubernamentales en ese momento enunciadas habrían de convertirse –en lo inmediato– en las poderosas herramientas que nos revelarían que lo que en realidad se buscaba era un cambio de régimen.
La muerte del viejo régimen nacionalista revolucionario y el nacimiento de otro sustentado en el libre mercado. La realidad política mexicana nos mostró una coyuntura. A partir de una voluntad política expresada desde un nuevo poder presidencial que respondía a los avatares que desembocaron en una muy severa crisis económica y política que puso en quiebra al país, se nos avisaba del fin del viejo Estado benefactor, surgido de una revolución popular que, por más de 50 años, dictó las pautas para ejercer el poder en México. La desventurada aventura de construir un
Nuevo régimen de libre mercado sostenido por una ideología neoliberal.
Controlar a un solo hombre en base a su formación neoliberal y respetar los intereses de los gringos , decían es más fácil dominar al presidente que a 120 millones de mexicanos y un congreso a fin; las táctica empleadas para lograrlo resultaron ser diferentes; coincidieron, eso sí, en tratar de cumplir con las pautas estipuladas por el FMI y as exigencias propias de pertenecer a un mundo global ,pero sobre todo –y esto resultó aberrante– concordaron también en su perverso esfuerzo por alcanzar este objetivo desde el uso autoritario del poder.
Así lo muestra, sin duda, el carácter obscuro de sus políticas públicas, la tramposa forma de implementarlas y, sobre todo, la impune carga de corrupción que arrastraban.