Pedro de Gante fundó en Texcoco la primera escuela europea de América

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  • Norma L. Vázquez Alanís/(Primera de dos partes)

Clase Turista

La primera escuela de cultura europea de América la fundó el franciscano fray Pedro de Gante en Texcoco en 1523, fue conocida como la Capilla de la Enseñanza y posibilita que se pueda tener una visión de cómo pudo haber sido esa educación, y aunque lamentablemente no hay testimonios, se sabe que este fraile utilizó mantas grandes para poder enseñar el Ave María, porque en el Manuscrito de la Historia Eclesiástica Indiana se ve a Gante con una vara y una gran manta leyendo el catecismo, expuso el historiador Javier Eduardo Ramírez López.

Al abrir el ciclo de conferencias que con motivo del quinto centenario de la llegada de los tres primeros franciscanos a Nueva España organizó el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM), el ponente explicó que se referiría a los primeros años de fray Pedro de Gante en Texcoco y parte de su labor evangelizadora, así como al descubrimiento que hizo hace algunos años en estantes de algún archivo, de una carta inédita del personaje que no se ha publicado hasta el momento y que permite conocer nuevos datos sobre esta etapa del misionero.

Los primeros predicadores que vinieron a América hace 500 años fueron los franciscanos Juan de Tecto, que era confesor de Carlos V, Juan de Aora o Ayora y fray Pedro de Gante, que era pariente cercano del emperador, posiblemente su primo. Su llegada a Veracruz en agosto de 1523 fue resultado de las cartas que envió Hernán Cortés al rey solicitando evangelizadores, en especial de las órdenes mendicantes, es decir, agustinos, dominicos y franciscanos, de manera que Carlos I de España y V de Alemania mandó a estos tres frailes procedentes de Flandes para adoctrinar a los indígenas del nuevo mundo.

Cuando se presentaron en Tenochtitlan, Hernán Cortés los recibió a la entrada de la ciudad, les besó las manos como un acto de reverencia y respeto a su calidad de enviados de la Corona, y se entrevistó con ellos. Pero como la urbe estaba en proceso de construcción no era un lugar seguro, además se temía que hubiese alguna revuelta entre los indígenas recién conversos, por lo que Cortés decidió mandar a los llamados “tres lirios de Flandes” a Texcoco, donde fueron recibidos por la nobleza local.

La referencia más antigua de este hecho aparece en el año cuatro-conejo en el Códice en Cruz y nada más se menciona a un “fray Juan”, se muestra un fraile franciscano en el acto de dar probablemente la doctrina y se puede considerar que esta escena hace referencia a esta primera etapa de los franciscanos.

Ramírez López, quien ha dirigido diversos proyectos de conservación del patrimonio documental de la diócesis de Texcoco, además de que ha catalogado y organizado los archivos de los conventos franciscanos y dominicos de Texcoco, Chiautla, Coatlinchán, Chimalhuacán, Tepetlaoxtoc y Huexotla, señaló que hay muy pocos testimonios sobre estos franciscanos, porque cuando llegaron a la Nueva España se presentó un problema de comunicación pues había pocos traductores y además el náhuatl es más complicado para escribirlo.

En Texcoco se quedaron en la casa del gobernante Pedro Guanacoch y ahí se creó una interesante mezcla entre la religión que llevaban los franciscanos, la cosmovisión de los indígenas y sobre todo las redes políticas, pues en el Tecpan (que significa “donde habita el señor”) de Ahuehuetitlán vivía la más selecta nobleza; en el caso de Texcoco descendientes de los mexicas principalmente o ya emparentados con ellos, y pusieron a disposición de estos frailes lugares estratégicos como los principales palacios, que estaban muy ligados con el agua, lo cual fue factor clave.

Transmitieron la doctrina a través de imágenes y señas

La doctora en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid, España, Ascensión Hernández Triviño, considera que esos tres frailes se hicieron niños con los niños, porque cuando Cortés los envió a Texcoco también mandó a unos indígenas niños para que fueran adoctrinados y es muy probable que en esos primeros encuentros hayan jugado para aprender palabras y cómo comunicarse con ellos con algún traductor, si bien las señas eran el factor clave para ese momento.

Lo que se sabe por los pocos testimonios que hay, es que para poder educar a los indígenas fray Pedro de Gante se valió de mantas grandes con el propósito de enseñar las oraciones católicas. Esto lo hacía mediante pictogramas, ideogramas o jeroglíficos escritos principalmente por los indígenas. Sin embargo, surgieron muchos problemas de traducción porque términos como comunión, cruz, dios todopoderoso o trinidad era difícil traducirlos tanto pictográficamente como escribirlos después en náhuatl; ese fue uno de los inconvenientes lingüísticos y de evangelización.

Esa primera escuela de los frailes flamencos comenzó a funcionar en una pequeña sala que el entonces gobernante de Texcoco, Pedro Guanacoch, les asignó dentro de la casa real que habitaba en la parte sur de la ciudad, Ahuehuetitlán, y que habían sido las casas de Nezahualpilli.

Hacia 1525 se inició la construcción del convento franciscano, pero ya no en el sur de Texcoco, sino en el norte en un terreno más amplio en el Tecpan de las Mariposas (Papaloxochititlán) también propiedad de Nezahualpilli. Tiempo después, en 1565, se edificó el convento donde actualmente está la catedral, concluido en 1585, asi que hubo tres cambios de ubicación de la Capilla de la Enseñanza, que ha quedado en la historiografía como la primera escuela de América.

La doctora Hernández Triviño considera que esta escuela es la denominada San Antonio de Texcoco, donde probablemente se daba una mezcla entre el humanismo renacentista y la filosofía mesoamericana; ahí tuvo lugar el primer dialogo de educación de estos franciscanos con los indígenas, y que después germinó en los dos proyectos más importantes de la orden, uno en la capilla de San José de los Naturales en Tenochtitlan y otro con el Imperial Colegio de Tlatelolco hacia 1536.

Ramírez López apuntó que no es inverosímil pensar que Texcoco era un lugar importante o estratégico para que se fundase esta escuela, en primer lugar, porque ahí se hablaba el náhuatl más elegante de la región, y no es un eufemismo, pues hasta el mismo cronista Diego Muñoz Camargo menciona que el náhuatl de Texcoco era el más elegante que se conservaba en la región.

Y de Texcoco saldría, tal vez educada ya por fray Pedro de Gante, una nobleza más consciente, porque desde 1530 los procesos que han analizado los historiadores tienen ya ideas muy claras de la política y de las leyes que difícilmente sería factible adquirir en una época tan temprana y cambiando de un sistema a otro.

(Concluirá)