- Hay polarización, pero cien días son pocos para calificar a un gobierno
- Por José Vilchis Guerrero
RedFinancieraMX
Después de haberse exhibido como un “contrapeso” muy liviano y mediocre un grupo de opositores al presidente Andrés Manuel López Obrador entre los que figuran el gobernador de Chihuahua, Javier Corral Jurado, el columnista de Milenio y director de la revista Nexos, Héctor Aguilar Camín y el ex canciller en el período de Vicente Fox, Jorge Castañeda Gutman, todos ellos críticos acérrimos del nuevo gobierno, en las redes sociales se ha incrementado el número de seguidores que, con razón o sin ella, embisten contra el nuevo régimen, con y sin argumentos.
El fenómeno es que se ha incrementado la confrontación entre los catastrofistas que a cada rato invaden las redes para anunciar un nuevo desastre con motivo de una declaración o una medida presidencial, anunciada desde temprana hora, en tanto que otro grupo –éste de aplaudidores- sale en defensa del defenestrado Presidente. Otros que se ubican entre los críticos de la clase política observa a los dos grupos y los evalúa. Ni aplauden ni ven el desastre.
Este último grupo de críticos hace notar que el país no se ha movido ni a la catástrofe ni a un mayor bienestar para la población, pues reconoce que cien días es poco tiempo para calificar a un gobierno.
Los catastrofistas no se han percatado que son minoría, los aplaudidores reciben descalificaciones de aquellos, que los catalogan “chairos” y éstos se defienden de los fifís. Sin embargo, hay que reconocer que hay deficiencias en las políticas públicas, unas heredadas y otras de nuevo cuño: por ejemplo que hay desempleo, que se incrementó al cambio de gobierno al recortar la burocracia, sin que por ello descienda la popularidad de ya sabes quién, que cuenta con el apoyo de ocho de cada diez ciudadanos, según las encuestas de popularidad.
El colega y amigo Roberto Fuentes Vivar se remitió al estudio que hizo la empresa Integralia con motivo de los cien días de gobierno lopezobradorista: “La popularidad del presidente de la República oscila entre 67% y 85% y muestra una tendencia estable o al alza, algo inusual para un mandatario durante sus primeros 100 días de gobierno. Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto vieron caer su popularidad durante los primeros tres meses de sus gobiernos”.
Y añade: “Cinco factores explican la alta aprobación de AMLO: i) un estilo cercano de gobernar; ii) la expectativa de mejora que sigue al hartazgo de los gobiernos anteriores; iii) un gobierno de “acciones rápidas” (aunque con poca planeación y problemas en su implementación); iv) una estrategia de comunicación que utiliza un lenguaje común y cercano; y v) el planteamiento constante de una lucha del bien contra el mal (donde el mal es el neoliberalismo y el bien es la Cuarta Transformación).
“Respecto a lo primero, el presidente ha tomado decisiones políticamente rentables – como eliminar la pensión de los expresidentes, abrir Los Pinos a la ciudadanía, deshacerse del avión presidencial, etc.– así como encontrarse con los mexicanos cara a cara. Asimismo, su agenda 24/7 es percibida como un fuerte compromiso con sus gobernados. Segundo, el nuevo gobierno ha despertado grandes expectativas de mejora entre la población”.
“A pesar de datos económicos desalentadores, las encuestas muestran que los mexicanos se sienten más seguros y consideran que la economía está mejorando. La esperanza parece más poderosa que las cifras. Por otra parte, el presidente ha buscado cumplir algunas promesas de campaña con la mayor rapidez posible y ha tomado acciones controvertidas que han abonado a su popularidad, como el combate al robo de combustibles. Este tipo de decisiones crean la imagen de un presidente de acción que busca cumplir sus compromisos y combatir la corrupción”.
Lo que se puede apreciar es que los catastrofistas se ubican en la parte minoritaria de la sociedad que por más de 36 años se benefició de la concentración del poder económico y que espera un nuevo modelo que sustituya al neoliberalismo al que se había acostumbrado.
Los críticos de la minoría ven catástrofes en la cancelación del Nuevo Aeropuerto de México, la construcción del tren maya, la repartición de dinero directamente a los beneficiarios de los programas de asistencia, como el caso de las estancias infantiles, el apoyo a Petróleos Mexicanos, incluido el combate al huachicol, que provocó el accidente en Hidalgo, donde fallecieron decenas de personas, la construcción de la refinería de Dos Bocas, en Tabasco y la degradación de las calificadoras.
La confrontación en las redes ha ido más lejos. Hasta los seguidores de AMLO le han criticado la equivocada elección de algunos funcionarios en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y en la Comisión Reguladora de Energía y la aprobación de la Guardia Nacional por consenso de las dos cámaras legislativas y los congresos estatales. Y más aún, el enfrentamiento del Ejecutivo con los organismos autónomos y los de la sociedad civil que antes tuvieron el manejo de recursos estatales para las políticas públicas a favor de los menos favorecidos.
Sin embargo, para que se pueda hablar en firme de elevar el nivel de bienestar social, falta mucho tiempo para hacer un análisis real de cómo se aplicarán 179 mil 800 millones de pesos que presuntamente van a beneficiar a 16 millones de mexicanos. Que la esposa del constructor Riobóo llegue a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, también fue ampliamente criticable.
Fuentes Vivar, que es un experto analista financiero, apunta que la inflación en febrero fue de 0.03 por ciento, los índices de confianza (empresarial y del consumidor) han subido, el tipo de cambio del peso frente al dólar está estable, la creación de empleos formales mantiene su dinamismo respecto a otros inicios de año y hubo crecimiento de la inversión pública en enero.
Por el contrario, La inversión fija bruta, la producción industrial, la producción de autos y las ventas al menudeo han mostrado debilidad, lo mismo que el mercado interno, pero no se contraponen en mucho con los números de meses anteriores. Incluso las turbulencias externas se mantienen afectando la economía como lo hicieron en el sexenio pasado.
Según cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social, la generación de empleo en febrero cayó 23%, respecto al mismo periodo de 2018, con lo que se sumaron 125,982 puestos de trabajo, y cuyos puestos de trabajo fueron muy similares a lo reportado en 2014. En su informe mensual, detalló que no obstante la menor generación de puestos de trabajo formales en el país, éste “es el mejor febrero del primer año de las últimas tres administraciones”. Nada mal para cien días.
La creación de empleo en los primeros dos meses de 2019 es de 220,628 puestos, y es menor en 2.5% a la que se generó en 2018; pero el IMSS reportó que “este incremento es superior al promedio de las tres administraciones anteriores (172,283)”. El crecimiento anual en el empleo fue impulsado por el sector de transportes y comunicaciones con 5.3%, agropecuario con 5.0% y transformación con 4 por ciento.
Para Claudia Ruiz Massieu, presidenta del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, los primeros 100 días tienen una carga política y simbólica importante. Durante este periodo, los gobiernos terminan de hacer los nombramientos más relevantes; cuentan ya con información puntual sobre la situación del país y delinean sus prioridades.
Apunta la crítica priista de López Obrador que en los cien primeros días se ha observado concentración de poder y clientelismo. Ha habido poca administración y mucha política. Están volcados (los morenistas) en concentrar el poder más que en gobernar. Un ejemplo son los súper delegados.
“Asimismo, la directriz para hacer transferencias de efectivo a personas, en detrimento de instituciones especializadas como las estancias infantiles y los refugios para mujeres, implica una relación de dependencia directa hacia el gobierno”, afirma Ruiz Massieu, para quien también hay un debilitamiento de los pesos institucionales.
No se prevé hasta cuándo se mantendrá esta confrontación en las redes sociales, pero López Obrador genera filias y fobias entre los sectores sociales. O más claro, siempre habrá opositores y aplaudidores. Lo mejor será la autocrítica.