Malasia corona al sultán Abdullah como su décimo sexto rey

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  • Por un periodo de cinco años, en sustitución del monarca Mohamed V

RedFinancieraMX

El sultán de Pahang, Tengku Abdullah Shah, fue hoy coronado como el décimo sexto rey de Malasia por un periodo de cinco años, en sustitución del monarca Mohamed V, quien a principios de este mes abdicó al trono tras contraer matrimonio con una ex reina de belleza rusa.

Abdullah, de 59 años de edad, prestó juramento en una ceremonia en un salón del palacio nacional, en donde docenas de mandatarios, encabezados por el primer ministro, Mahathir Mohamad, y los ministros de su gobierno, asistieron al acto.

El nuevo rey, conocido por su interés por el deporte, ocupará el trono los próximos cinco años a partir de este 31 de enero, conforme al sistema rotatorio de la monarquía malaya entre los nueve sultanes de este país que se independizó de Reino Unido en 1957.

El monarca fue elegido durante una reunión especial de la realeza islámica en el palacio Istana Negara en Kuala Lumpur, al que asistieron el resto de los sultanes, excepto el de Kelantan –Mohamed V-

El pasado 15 de enero, Abdullah fue proclamado sultán de Pahang, en reemplazo de su padre Ahmad Shah, de 88 años, lo que allanó su camino para que se convirtiera en el nuevo rey de Malasia.

El ahora monarca es miembro del Consejo de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), presidente de la Asociación Asiática de Hockey y ex director de la Asociación de Fútbol de Malasia.

Está casado con dos mujeres, con las que tiene nueve hijos, además un décimo adoptado.

El poder del rey en Malasia, una federación de 13 estados y tres territorios federales con más de 27 millones de habitantes, es limitado y en muchos casos su papel meramente simbólico, si bien su figura es especialmente prestigiosa entre la mayoría malaya-musulmana, ya que ejerce influencia moral.

Como la mayoría de los monarcas del mundo, el rey también es comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y su papel político más importante tiene lugar en cada investidura del primer ministro, ya que la alta fragmentación parlamentaria le convierte a veces en un imprescindible muñidor de gobiernos.

Aunque es el guía simbólico del islam en el país, tiene un rol clave como garante de la libertad religiosa, algo fundamental en una nación que trata de prevenir un desafío global como el radicalismo.