- De Octavio Raziel
- Moralinas
RedFinancieraMX
Los gobiernos, religiones y sociedades (occidentales) han aceptado, y hasta promovido, incitado, soliviantado, vicios y alimentos que son mortales a los humanos. Aceptan como algo normal que una persona fume como chacuaco, beba como cosaco, juegue hasta la mujer en una ruleta; se envenene con Coca-Cola, hamburguesas y frituras indeseables.
Sin embargo, entre las bendiciones que el Señor dio al ser humano como un disfrute, está el sexo; actividad que está prohibida, vedada, condenada, proscrita por políticos, rabinos, pastores o curas.
San Compadre, un ente pragmático, progresista, ha exigido una reforma legal, amén de celestial, para que unido al tabaco, al alcohol, a las mesas de juego y a los refrescos embotellados, el sexo sea una actividad libre de tabúes.
Propone el Santo que esta actividad se ejerza cuando y donde se pueda a partir de que los chicos obtengan su cartilla militar y las mujeres cumplan la mayoría de edad. Nos recuerda que a ellas, las mujeres, les protege la ley antes de los 18 y la naturaleza después de los 70.
Seguramente será bien visto que las personas cultiven este deporte tan moral, avalado por el Eterno y el mismo San Compadre, en parques públicos, cines, restaurantes, estadios de fútbol o béisbol; los más románticos en las playas, los prados de las colinas o en una lancha flotando en el lago; para los más arriesgados podría ser en la montaña rusa o en el “Superman” de Six Flags. Infinidad de posibilidades y oportunidades. Quedarían exentos las escuelas básicas y los templos. La hora o el clima no deberán ser impedimento para practicarlo.
Los ciudadanos que se empecinen en los otros letales vicios, como fumar tabaco, beber alcohol, jugar o consumir comida-basura serán condenados a atascarse en el círculo que Dante les ha escogido en el Infierno.