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En estos momentos en que observamos diversas crisis alrededor del mundo, no podemos dejar de evocar la obra de José Ortega y Gasset, no sólo por la toma de poder de líderes totalitarios surgidos desde la oscuridad sino las continuas manifestaciones de su megalomanía y lo vemos claramente con la invasión a Ucrania, pero además las continuas manifestaciones, muchas de ellas violentas en todo el planeta, donde la violencia se impone sobre la razón. Incluso si muchos de los movimientos de aparentes reivindicaciones sociales son promovidas por grupos de poder.
Federación Rusa.
Al mando de un hombre que supo escalar poco a poco y subrepticiamente para llegar a la cúpula del poder, con una estrategia propagandística que logró posicionarlo como todo un héroe de película, ocultando su verdadero rostro y que supo engañar a toda Rusia con ese arte magistral del engaño, haciendo creer en el resurgimiento del gran imperio, ampliando poco a poco su territorio sin que la comunidad internacional advirtiera sus alcances, pues desde 1999, aunque la historia se remonta incluso al siglo XVIII, desde la época de los zares, así que el Cáucaso Norte es percibido por Vladimir Putin como parte de la gran Rusia. Y así, gracias al silencio internacional, fue abarcando territorios y el caso emblemático es el de Ucrania, a quien despojó de Crimea, gracias a la indiferencia de las demás potencias, que a fin de evitar una guerra, han dado pie ahora para una nueva invasión, contra la que el pueblo y gobierno ucranianos se han defendido con todos los medios disponibles, aunque, cabe decirlo, ahora sí, con el apoyo de Occidente.
Pero, ¿dónde está el gran ejército ruso? Considerado el segundo más poderoso del mundo, después de los estados Unidos, con casi un millón de soldados profesionales y dos millones de reservas, han tenido que acudir al alistamiento de la segunda reserva, provocando la huida de los convocados. Porque además, desde el inicio de la invasión enviaron al frente a reclutas. Y la pregunta sigue sin respuesta, qué ha pasado con ese numerosísimo ejército, porque es el 0.6% de su población total. Si bien las fuerzas armadas chinas son superiores en número y terceras más poderosas, con poco más de dos millones de efectivos, éstos son apenas el 0.1% de la población.
Y aquí lo relevante es que con este llamado a la guerra la población civil ha hecho evidente que están en contra de la invasión y es tanta la represión que la gente no puede expresar libremente sus ideas, pero ante la posibilidad de ir al frente, optaron por huir, literalmente, generando con ello una nueva crisis migratoria. De lo cual surge una nueva pregunta. ¿Será el principio del fin para Putin? El pueblo ruso históricamente ha sido sometido al vasallaje, pero ante la posibilidad de morir en el frente, es posible que surjan nuevas oposiciones, el mundo es ejemplo de ello, aunque no necesariamente con legitimidad.
Irán.
Desde la revolución islámica de 1979, con la caída del Sha Mohammad Reza Pahleví, en que se instituyó la república islámica bajo el mando del Ayatolá Mu Ruhollah Musavi Jomeiní, la naciente occidentalización del país cesó de inmediato, imponiéndose una ley regida totalmente por los preceptos religiosos islámicos chiítas y el otrora gran Imperio Persa cambió en a un país de leyes inflexibles, que norman no sólo el modo de pensar, de ser y actual, sino de vestir, por lo cual no es extraño que desde hace más de una década se han dado manifestaciones populares en contra de la represión ejercida por el gobierno, las cuales han sido controladas de muy diversas maneras, principalmente encarcelando a los líderes visibles, por lo que muchos activistas han tenido que salir del país para evitar la cárcel. Pero en estos momentos de gran crisis económica, que es global, un suceso, que en realidad no es aislado, fue la gota que derramó el vaso, pues una joven de 22 años fue detenida por la recientemente creada “policía moral”, porque supuestamente no llevaba bien puesto el hiyab, velo para cubrir la cabeza. Pero esta chica murió a manos de la policía y la indignación provocó que miles de jóvenes salieran a las calles a protestar, pero no sólo en las cales, ahora en las escuelas de todos los niveles y en las universidades se están dando manifestaciones en todo el país y hay docenas de muertos, por lo que el gobierno podría estar ante la crisis social más grande desde la revolución islámica, ahora contra las normas impuestas por esa interpretación oficial del Islam. Los líderes, surgidos del pueblo, ahora toman un poco de su propia pócima.
América Latina.
En Colombia, México, Chile, Argentina, Brasil, Ecuador, Perú, Nicaragua y otros países las protestas populares, las marchas y manifestaciones forman parte ya del paisaje socio-político debido a los graves problemas económicos, sociales y de seguridad que viven día a día estos países, aunque, no pocos de ellos provienen de organizaciones que manejan a grupos de choque y agitadores profesionales manejados por las cúpulas políticas en su lucha por el poder.
Vemos aquí que una característica de los actuales mandatarios es su origen populista, anónimo y hasta con el sello de grupos de extrema izquierda o derecha con aparentes ideologías de avanzada que sin embargo no se caracterizan precisamente por su capacidad intelectual ni mucho menos, en donde la nobleza no obliga, porque no la hay, pero sí se atribuyen una formación egregiamente disciplinada, retomando a Ortega y Gasset, aunque no la hay, más bien, la manipulación y la demagogia orienta sus acciones. Pero sin duda las consecuencias de sus acciones regresarán como un bumerang. En tanto el caos que generaron difícilmente podrá controlarse, en países con gran inestabilidad económica, o inseguridad, algunos en manos de la delincuencia organizada.
Estados Unidos.
El caso más emblemático y reciente fue el año pasado con la invasión de manifestantes en el Congreso de los Estados Unidos, y en la rotonda del Capitolio tras la certificación del triunfo del presidente Joe Biden. Se trata de grupos de ultraderecha que apoyaban la candidatura de Donald Trump, quien también está implicado en este movimiento, aunque a la fecha no se ha podido comprobar; pero sin duda forma parte de un foco rojo para el gobierno, que ha podido constatar que aunque cuenta con una policía muy efectiva, cuando las masas se manifiestan de manera violenta, es imposible detenerlas. Y en este país las manifestaciones son cada vez más continuas, lo que representa un desafío no sólo para la primera potencia del mundo, sino para cualquier país, pues la rebelión es difícil de gestionar, como una crisis, que surge muchas veces sin ser advertida, de manera espontánea, como una gran ola que desborda toda capacidad del Estado. Se han visto manifestaciones feministas, contra el racismo y la guerra. Y cada día son más frecuentes, lo que es un reflejo del descontento social y además la eterna lucha por el poder.
Europa.
En el continente más civilizado y avanzado del planeta también son ya parte del día a día las manifestaciones, la mayor parte de manera pacífica, pero se han dado con gran violencia sobre todo el Francia, por la crisis económica, la guerra, los problemas con los combustibles, de tipo laboral, por la carestía, etc. Y este tipo de manifestaciones han ido en aumento y cada vez es más difícil evitar que esto suceda, pero sobre todo, el ímpetu ha ido a más, por lo que la violencia va en aumento, sin duda un indicador del descontento social, de una población con cada vez menos incentivos de formación académica por la falta de empleos, que a mediano y largo plazo generará una opinión pública menos crítica y más susceptible de ser influenciada.
La rebelión de las masas no sólo se manifiesta en las protestas de colectivos, sino en la permeabilidad de los sistemas políticos.