La costumbre del poder

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  • ¿México, atractivo para la inversión? III/V
  • Por Gregorio Ortega Molina

RedFinancieraMX

*De dientes para afuera afirman confiar en el nuevo gobierno, pero en los actos continúan con se estrategia de exportar sus “seguridad”, al poner a buen recaudo sus millones

La confianza o empatía que genere AMLO en el futuro hacia su persona, tendrá origen en sus sentimientos, en su manera de comportarse con todos sus gobernados, en la munificencia de la que pueda hacer gala, pero sobre todo en la manera de reconciliar al país y la estatura de líder que desee adquirir.

Los presidentes de México, como los que él desea emular, fueron el alfa y omega del quehacer político. En tarea administrativa, en su ciencia de gobierno se manifestó el ser que fueron, en medio de una terrible soledad y en el irreprimible deseo de sentirse aceptados, incluso cuando el rechazo era manifiesto. De ellos dependían vidas, más que haciendas.

Un Presidente de la República no puede dejar de estar donde el deber constitucional lo conmina a tener presencia, sin importar la crítica anónima ni los perezosos neofascistas, su deber es convencer a todos. Es así que comprendo la huida de capitales, que no inició con AMLO, pero se acelerará bajo su sombra de caudillo.

En ese mismo reporte de El País, venimos a enterarnos de los usos y costumbres de la exportación de capitales desde México: “No hay estadísticas fiables de cuántos pesos se están transformando en euros en la península Ibérica, más allá de los datos que proporciona la base de inversiones del Ministerio de Industria registrados voluntariamente por las empresas. Muchas inyecciones de capital se canalizan a través de los Países Bajos. Pero esa plataforma da algunas pistas, como que en los últimos años México ha pasado a ser el primer inversor del subcontinente en España por delante de Brasil. El capital acumulado en diez años alcanza 19.180 millones de euros, equivalente al PIB de Navarra o al de Extremadura. Mucho dinero, más aún si se tiene en cuenta el bajísimo nivel de partida, a principios de los noventa: la inversión mexicana en España, a diferencia de la española en México, ha tardado en despegar. Pero cuando lo ha hecho, lo ha hecho con fuerza.

“RLH nació con vocación internacional. La decisión de buscar oportunidades fuera de México la adoptamos hace un par de años, y no significa que no sigamos apostando por nuestro país, cuenta Bremer en la cafetería del Villa Magna. Quiere dejar claro que la victoria de López Obrador, -que en campaña chocó con los empresarios y que en los primeros días de mandato, a pesar de elaborar un presupuesto tan social como fiscalmente prudente, ha cancelado el nuevo aeropuerto de Ciudad de México, una de las mayores infraestructuras en la historia reciente del país norteamericano- no tiene nada que ver con su decisión de invertir en España.

“López Obrador ha dado un volantazo a la política económica que ha inquietado a algunos millonarios mexicanos, acostumbrados a la ultra ortodoxia de los últimos sexenios: plantea mayor inversión pública -en mínimos históricos-, pone el acento en los programas sociales en un país en el que 50 millones de personas viven por debajo del umbral de la pobreza, ha subido el salario mínimo -deprimido incluso para los estándares de América Latina- y ha dejado entrever su intención de limitar las comisiones de los bancos, una idea que luego ha eliminado de su agenda, al menos a corto plazo, ante la reacción de mercado. Un empujón, real o no, para que las grandes fortunas locales crean que deben de poner a salvo sus millones”.

Será el sereno. De dientes para afuera afirman confiar en el nuevo gobierno, pero en los actos continúan con se estrategia de exportar su “seguridad” al poner a buen recaudo sus millones, sin importar que es aquí donde hicieron florecer su riqueza, con complicidades y como patrones injustos y poco generosos, muchos de ellos.

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