- Prisión preventiva oficiosa, paso firme a la dictadura
- Por Gregorio Ortega Molina
RedFinancieraMX
*En esta nación es un riesgo de vida caer, por error o con justificación, en manos de la procuración de justicia, porque una vez en los “separos” y mientras se dispone el papeleo para encerrarte, los fiscales encontrarán lo que no existe y se requiere para justificar una detención, a todas luces extralegal, pero ¿quién los detiene?
No hemos podido sacudirnos esa mala costumbre de supeditar el Estado de Derecho a la voluntad y ánimo de fiscales, jueces, magistrados y ministros, siempre dispuestos a satisfacer las necesidades políticas de un apremiante Ejecutivo, o las exigencias (cordiales o majaderas o mortales) de los barones del narco.
El término “oficioso” en asuntos de procuración y administración de justicia no debe prestarse a ambigüedades. Lo que se hace en esa condición no se apega a la norma, se procede así por agradar, no necesariamente por precaución. La prisión preventiva oficiosa es, así, un instrumento de coerción extra legal y de presión política. “Te encierro, Juan, para que me tengas miedo, Pedro”, o algo similar. Proceder de esa manera, en cualquier caso, da en la línea de flotación del Estado de Derecho y las libertades constitucionales.
“Carezco de pruebas suficientes para encerrarte, pero mientras las reúno te pongo en calidad de detenido por el tiempo que sea necesario, aunque después te deje en libertad, precisamente porque esos elementos acusatorios no se encontraron, no existieron o nunca fueron necesarios para ejercer presión”. Supongo que es así como se desarrolla el razonamiento de quien desea amedrentar, y el de quien debe acatar una orden, una sugerencia, una consigna, a pesar de ir contra toda norma legal.
Crecí con la idea -¿sería la falsa formación heredada del modelo educativo de la Revolución?- de que al inocente no correspondía la carga de la prueba para demostrar, precisamente su inocencia. Podía sospecharse del involucramiento en algún delito, de complicidad, de solapamiento, incluso de algo grave como asesinato, narcotraficante, o qué se yo, pero mientras las fiscalías no reuniesen los elementos necesarios para procesarlo, imposible detener a una persona más allá de las 48 o 72 horas.
Pero no es ni ha sido así, salvo en casos de excepción, cuando el supuesto indiciado tiene tanto o más peso político y económico que sus verdugos. El punto neurálgico del problema reside en la corrupción, y no desaparecerá mientras el “modelo político” continúa vigente y se empeña en fortalecerse, para recuperar esa carga de poder que reunió la presidencia metaconstitucional creada por Calles y Cárdenas del Río.
¿Tenemos alguna idea de cuántas policías extralegales han operado en el México del presidencialismo? ¿Cuántas legales, pero con atribuciones que avergonzarían a cualquier gobierno demócrata? En esta nación es un riesgo de vida caer, por error o con justificación, en manos de la procuración de justicia, porque una vez en los “separos” y mientras se dispone el papeleo para encerrarte, los fiscales encontrarán lo que no existe y se requiere para justificar una detención, a todas luces extralegal, pero ¿quién los detiene?
Desde pequeño me lo advirtieron: por ningún concepto debes permitir que te lleven ante el MP, porque una vez traspasados los umbrales de la delegación de policía, debe suceder un milagro para que te encuentren inocente.
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Recibió, Andrés Manuel, de regalo de cumpleaños, un presupuesto de egresos 2022 a su modo. ¿Cuántos meses tardaremos en percatarnos de que es justo, o no? Para junio del año que entra sabremos dónde aprieta, o fue holgado, o ni siquiera sirvió para comprar una chafaldrana a todas luces necesaria. La fiesta puede culminar en velorio. Pero no adelantemos vísperas.
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Por lo pronto y como para el próximo jueves, Andrés Manuel mostrará su estatura y su inteligencia de aspirante a estadista, no sea que permanezca estacionado como presidente de una nación que tuvo aspiraciones de ingresar al Primer Mundo, y da vuelta en u para convertirse, otra vez, en un país de caudillos. Trudeau y Biden lo pondrán a prueba, y él someterá a los mexicanos a un concurso de resistencia, o recibirá un aplauso que no Salinas al firmarse el TLC. Ya veremos.
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