- ¿Será militar el próximo presidente de México? (I/III)
- Por Gregorio Ortega Molina
RedFinancieraMX
*Hoy, como nunca en los 75 años de civilismo, la estabilidad del Poder Ejecutivo y la seguridad de la sociedad, dependen de las Fuerzas Armadas
Es tiempo de plantearnos el tema con absoluta seriedad. No se requiere de un golpe de Estado, puede ocurrir por la vía democrática e institucional, a través de elecciones limpias.
Debemos observar los hechos, las señales y los síntomas, además de dar su lugar a los deseos de la opinión pública, como lo muestra el Latinobarómetro. No necesariamente lo racional es lo que determina las decisiones electorales, sólo dense cuenta dónde nos hemos colocado nosotros mismos. El cansancio y el hartazgo no deben ser elementos de juicio para el análisis político del elector antes de acudir a las urnas, pero es lo que los impele a decidir.
Lázaro Cárdenas del Río debió sacudirse a Plutarco Elías Calles: un avión y un exilio en Los Ángeles, California. Procedimiento indoloro. Manuel Ávila Camacho supo, al momento de convertirse en candidato a la presidencia de la República, que su compromiso era abrir el camino al civilismo, y hacer oídos sordos a las pretensiones y las presiones de su hermano Maximino.
Luego la aventura de Miguel Henríquez Guzmán, tal como la consigna la narración de Elisa Servín: “La noche del siete de julio de 1952, veinticuatro horas después de las elecciones presidenciales, las calles del centro de la ciudad de México se encontraban bajo control militar. Si bien las declaraciones gubernamentales se referían ya a las elecciones más limpias y tranquilas; al día de la votación le seguiría la brutal represión de la llamada Fiesta de la Victoria, convocada por la Federación de Partidos del Pueblo Mexicano (FPPM) para festejar el triunfo de su candidato a la presidencia, el general Miguel Henríquez Guzmán.
“El ingeniero Pedro Martínez Tornel, presidente de la Federación, explicaría algunos días después que la celebración había sido convenida la noche del seis de julio, cuando los resultados electorales empezaron a conocerse en las oficinas de su agrupación. De acuerdo a estos informes, la mayoría de sus candidatos habían ganado, y por ello la comisión política de la Federación decidió congregar a sus militantes y darles públicamente las buenas noticias”.
Desde entonces las aspiraciones políticas de los integrantes de las Fuerzas Armadas tienen un techo: gubernaturas, embajadas, agregadurías militares, el Congreso de la Unión y los despachos inherentes a su arma: Defensa y Marina. Pronto dejará de ser así, porque las condiciones de inseguridad pública y los muy altos y generalizados niveles de corrupción, obligan a la creencia de la impoluta imagen del Ejército, sin siquiera considerar las pifias de Jesús Gutiérrez Rebollo, ni las de los hijos de ex secretarios de la Defensa Nacional. La pulcritud nace condicionada.
Por lo pronto, es un hecho que controlan un muy buen porcentaje de la economía mexicana desde Hacienda, y desde el sistema de transporte y seguridad: aduanas, puertos, aeropuertos, carreteras a través de retenes y en sustitución de la Policía Federal de Caminos. También son los principales activos del Poder Ejecutivo en materia de construcción y lucha contra el narcotráfico, sin mencionar ese grave talón de Aquiles en que se convirtieron los migrantes. Hoy, como nunca en los 75 años de civilismo, la estabilidad del Poder Ejecutivo y la seguridad de la sociedad, depende de las Fuerzas Armadas.
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