La costumbre del poder

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  • El principe, Salinas, AMLO.
  • *Hay menor distancia entre la concepción del mundo que manifiesta Maquiavelo en su obra y el destino que Carlos Salinas se labró a pulso, que la que separa a éste de AMLO. La diferencia es el tiempo real como instrumento de poder

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¿Es la naturaleza del poder fiel a ella misma, o se modifica y distorsiona de acuerdo a la época, las circunstancias, los instrumentos y al carácter de quien se hace con él? ¿Debe El príncipe determinar conductas hoy, como lo hizo durante los gobiernos de las monarquías europeas?

Supongo que en alguna medida determinante, el carácter del político, del príncipe contemporáneo, se modifica por las circunstancias y los instrumentos con los que cuenta para hacerse con el poder, primero, para gobernar, después. La velocidad con la que se accede a los sucesos del momento modifica la percepción del tiempo, que es una constante inmodificable, es absoluta. La cibernética transformó radicalmente los hábitos del comportamiento humano, sustancialmente las de aquellos que han de tomar decisiones que atañen al control y las libertades a las que se ha de constreñir o gozar la sociedad.

Tener conocimiento en tiempo real de un suceso que afecta lo mismo al pueblo bueno y sabio que a los fifís, al gobierno y al destino del príncipe y sus aspiraciones y proyectos, requiere de una respuesta en la que la experiencia es dueña de la situación, pues supera los segundos, los minutos requerido para la reflexión y/o la consulta con los asesores, la conciencia y la divinidad.

Una vez que se entra en las lides políticas, que se arriesga el futuro personal y del grupo o camarilla que se encabeza, de inmediato se pierden privacidad, intimidad y tiempo para meditar, debido a la distorsión formulada a través de esas ingenuas exigencias de transparencia, porque nadie sabe, nadie conoce lo que el príncipe medita, determina y decide. Por ello se habla de la soledad del poder. La única posibilidad de eludir la traición, es oficiarlo a solas, pues la responsabilidad histórica es de uno, o de unos cuantos, de acuerdo al modelo político: presidencial o parlamentario.

Mi padre puso en mis manos una edición de El príncipe de la Universidad de Puerto Rico, del año de 1955. En ella hay un estudio preliminar vigente. Allí nos despierta Luis A. Arocena con sus anotaciones: “… la técnica y propuesta recomendada por Maquiavelo supone todo un sistema de ideas sobre la índole de la actividad en que su metodología ha de operar con eficacia; en el arte de gobierno que El Príncipe preceptúa se da implícita una teoría de la política y un entendimiento de cómo ella debe ser indagada y formulada. Y ocurre, además, que el método con que Maquiavelo se aplica al estudio de la política, y las ideas que sobre ella sostuvo, presuponen a su vez una concepción del mundo, del hombre y de la vida que las sustentan y justifican”.

Hay menor distancia entre la concepción del mundo que manifiesta Maquiavelo en su obra y el destino que Carlos Salinas se labró a pulso, que la que separa a éste de AMLO. La diferencia es el tiempo real como instrumento de poder.

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