- ¿Adiós neoliberalismo? V/V
- Por Gregorio Ortega Molina
RedFinancieraMX
*Con ese propósito, el de erradicar la envidia, vendieron la globalización y el neoliberalismo. Todos podrían tener acceso a todo, nada más falaz. Muchos, muchísimos fabrican los satisfactores, otros los distribuyen, para unos cuantos. Y el modelo persistirá
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El problema número uno para acotar los efectos negativos del neoliberalismo, reordenarlo y favorecer una derrama de la riqueza que regrese al mundo al Estado de bienestar es la discordia, impulsada por todos y por todo.
Nunca como ahora es casi imposible solucionar los conflictos familiares, con mayor razón los de grupo, partido, institución y país, ¿pueden imaginarse lograr la concordia entre naciones, cuando lo que está en disputa es el manejo del billete? Veo menos complicado obtener la “colaboración” de los barones de la droga, para contribuir al esfuerzo de equilibrar la balanza comercial sin hacer de lado la de pagos. Pueden considerarlo una verdad de a kilo: el dinero sucio y negro, limpia mucho y a fondo, no le den vueltas.
Hay maneras de hacerlo, no una, sino mil. Sólo con leer la trilogía de Don Winslow: El poder del perro, El cártel y La frontera, o con ver, otra vez, la serie The wire, puedo uno darse cuenta de que es posible, y así se comprende que esos ladrones de cuello blanco que administran el poder económico desde las corredurías bursátiles, los bancos, las farmacéuticas, los distribuidores de alimentos, las comunicaciones y el petróleo, o aquellos que se sientan en escaños y curules, mangonean desde sus juzgados y tribunales, o se sienten superiores por vestir toga para administrar justicia, o las policías, todas, son tanto o más criminales como instituciones, aunque también de manera casuística e individual, que los integrantes de la delincuencia organizada.
Llegó el momento de que los creyentes nos persignemos u oremos con la vista en La Meca, o con los ojos cerrados ante La Tora, porque esta pandemia tendrá un efecto contrario -al que casi todos esperan- en el modelo económico y, en lugar de nulificarlo, lo profundizará, a menos de que la muerte arrase al mundo. No será el Apocalipsis de lluvia de fuego, sino el de la muerte lenta y sufriente por un enemigo invisible, un virus cuyos efectos es muy difícil contener.
Para buscar una conclusión, propongo que regresemos a los cuadernos de E. M. Cioran, donde encontramos: “Un régimen desaparece cuando sus representantes han dejado de creer en sí mismos. De igual forma, el hombre desaparecerá cuando haya perdido la fe en su destino. Ocurrirá, si no ha ocurrido ya. No necesitará fuerzas adversas para abatirlo; se desplomará por sí solo.
“Cuando leemos sobre las sociedades primitivas, lo que más llama la atención es el papel que en ellas desempeñan las prohibiciones. No se inventaron por superstición, sino porque son absolutamente indispensables para el buen funcionamiento de una sociedad, de un clan, de una familia. Una sociedad sin prohibiciones, es una contradicción en los términos. Los hombres sólo pueden vivir juntos en la medida que aceptan no hacer ciertas cosas…
“… La conclusión que se debe sacar es la de que el mal está inscrito en la condición de lo vivo como tal y es inútil envidiar cosa alguna”.
Con ese propósito, el de erradicar la envidia, vendieron la globalización y el neoliberalismo. Todos podrían tener acceso a todo, nada más falaz. Muchos, muchísimos fabrican los satisfactores, otros los distribuyen, para unos cuantos. Y el modelo persistirá.
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