La Costumbre del Poder

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  • ¡Ay, Porfirio! ¿Desmontar un régimen?
  • Por Gregorio Ortega Molina

RedFinancieraMX

Olvidaron articular ideológica e históricamente cómo se proponen gobernar, pues el presidencialismo no da para más

Muñoz Ledo fue creador de instituciones útiles a la sociedad y al Estado; puntal discreto y en la sombra de las mejores causas ideológicas, como sucedió con la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, y el primer mexicano en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Sorprende ahora con su entrevista concedida a Proceso del 30 de junio último, en la que declara sobre la dificultad de desmontar un régimen, pero olvida que para hacerlo hay que tener concebidas, propuestas y estructuradas las instituciones con las cuales se sustituirá lo que se destruye, para sustituirlo ¿con qué?

Hoy olvidan la reforma del Estado, la propuesta de una cuarta República, porque si bien están empeñados en lograr una reingeniería social, saben o intuyen que la única manera de hacerlo es a la sombra del acedo caudillismo y al amparo de la presidencia imperial, en la idea de preservar la forma para que subsista el fondo de lo colocado para desplazar al proyecto de la Revolución. Es la perversidad de la permanencia del neoliberalismo más atroz, sólo rentable con el empobrecimiento de la mayoría.

Escribe Hannah Arendt en La condición humana que “nos enfrentamos con la perspectiva de una sociedad de trabajadores sin trabajo, es decir, sin la única actividad que les queda. Está claro que nada podría ser peor”. Ella tuvo perfectamente estudiadas las consecuencias de la automatización y robotización antes de que se vulgarizaran los términos y los procesos económicos así conocidos. Hoy nada las detiene, ni los programas sociales frenará el deterioro de los jóvenes y los que pagan el costo de la supuesta transición, sólo fincada en la caída del empleo. Creo en lo dicho por Zoé Robledo.

Porfirio Muñoz Ledo, que fue capaz de anticiparse y ver más allá del común de los mortales, ha perdido la capacidad de análisis, pues acertadamente lo apunta Manuel Cruz en la introducción al libro de la filósofa Arendt: “Nada hay más fuerte y más débil al mismo tiempo que el recién nacido. La natalidad funda simultáneamente la renovación y la contingencia radical”.

¿Para dónde hacernos, entonces? La propuesta de un nuevo régimen está inconclusa, está en situación neonatal, porque sustituye al que ya murió, pero sin origen ni concierto, como si hubieran olvidado articular ideológica e históricamente cómo se proponen gobernar, pues el presidencialismo no da para más.

Además, coincido con Jesús Reyes Heroles, gobernar es optar entre inconvenientes. No existe el modelo político químicamente puro.

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