La costumbre del poder

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  • ¿Sí, o no reelegirse? III/V
  • Por Gregorio Ortega Molina

RedFinancieraMX

*Quizá la no reelección dejó de tener sentido en un modelo político en el que desapareció todo lo que la sustentó. ¿Puede y debe reconstruirse ese modelo?

¿Es la reelección un peligro cierto? ¿Qué motivó al constituyente a blindar el futuro político de México con una norma irreductible que conjura, en la conciencia y en la ley, la tentación de reelegirse?

Doy vueltas en torno a las pulsiones humanas que inciden en el deseo de “estar” siempre en el poder. También medito en las que pueden ser tomadas como consideraciones políticas y/o razones de Estado. ¿Cuáles privan? Creo que el oficio de mandar está determinado por la pasión, y no por la razón. Es una sensación física que exige cantidades enormes de adrenalina y… serotonina.

Los especialistas en adicciones podrán ofrecernos una idea precisa de lo que puede significar, para alguien que lo ha tenido, la ausencia de poder. Por ejemplo, ¿qué impulsó a Vicente Lombardo Toledano ir en contra de sus principios, para agradar al grupo obregonista y defender en la tribuna de la Cámara de Diputados la reelección del general? Esta pregunta me obliga a meditar en si la traición, la capacidad de engañar, no es una condicionante del ejercicio absoluto del poder presidencial.

Pero mejor regresemos al mensaje político del último Informe de Gobierno de Plutarco Elías Calles:

“Hay que advertir, en efecto, que el vacío creado por la muerte del señor general Obregón intensifica necesidades y problemas de orden político y administrativo ya existentes y que resultan de la circunstancia de que serenada en gran parte la contienda político-social –por el triunfo definitivo de los principios cumbres de la revolución, principios sociales, que, como los consignados en los artículos 27 y 123, nunca permitirá el pueblo que le sean arrebatados-; serenada, decíamos, por el triunfo la contienda político-social, hubo de iniciarse, desde la administración anterior, el periodo propiamente gubernamental de la Revolución Mexicana, con la urgencia cada día mayor de acomodar derroteros y métodos políticos y de gobierno a la nueva etapa que hemos empezado ya a recorrer”.

El tema nos rebasa. ¿Quién recuerda a la letra los artículos 27 y 123 en los que sustentó el general Calles su profesión de fe social, para bordar su mensaje político? ¿Se parecen, siquiera? Lo que nadie podría arrebatar dejó de existir hace mucho. La Revolución como concepto ideológico y proyecto de nación dejó de estar presente en el imaginario colectivo, y regresar es algo más que una utopía.

Quizá la no reelección dejó de tener sentido en un modelo político en el que desapareció todo lo que la sustentó. ¿Puede y debe reconstruirse ese modelo?

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