La biblioteca de Arcadia

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  • Confieso que he leído un libro tedioso; lo salvan algunas autoras
  • Norma L. Vázquez Alanís

En memoria del eminente científico e investigador sanjuanense doctor Roque A. Osornio Ríos, quien dejó huella indeleble en su alma mater, la Universidad Autónoma de Querétaro, y en quienes tuvimos la fortuna de conocerlo.

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Atraída por el prometedor título Confieso que he leído y el aliciente de encontrar textos interesantes y enriquecedores sobre las experiencias de lectura de 30 escritoras de México, España, Argentina, Chile y Venezuela, entre ellas Elena Poniatowska, Rosa Montero, Irene Vallejo, Sara Sefchovich, Mónica Lavín y Carmen Boullosa, compré este libro cuya autora es la promotora de lectura, productora y conductora de televisión Nadia Jiménez; admito que, para mí, absolutamente desconocida.

Resultó que Confieso que he leído (Editorial Hachette Livre México, 203 páginas, primera edición octubre de 2022), cuyo título según la autora fue inspirado por la obra Confieso que he vivido del poeta chileno Pablo Neruda, que -nos dice también- cambió su forma de ver la vida, está integrado por entrevistas cortas a lectoras que intentan llevar la respuesta en la dirección deseada, es decir, resaltar y hasta alabar la actividad de los promotores de lectura a través de los círculos integrados para compartir autores y obras.

Su formato que encasilla a las participantes por el estilo acartonado de pregunta-respuesta y pone de manifiesto la incapacidad o pereza mental del entrevistador para ir hilando nuevos cuestionamientos con base en las contestaciones del interpelado, impidió a algunas de las entrevistadas abordar temas que hubieran enriquecido el libro, mientras que otras hicieron muy breves y obvias sus respuestas.

Este volumen me trajo a la memoria las larguísimas y tediosas entrevistas que hacía Mario Vázquez Raña, el dueño de Organización Editorial Mexicana (OEM), empresa en la que trabajé durante 26 años, a presidentes, jefes de Estado, dirigentes políticos y deportivos; los cuestionarios eran iguales para todos, con leves cambios indispensables; de hecho, ya tenía su “machote” listo para cuando llegara la oportunidad.

Son rescatables los conceptos de algunas entrevistadas por Nadia Jiménez, como Irene Vallejo, Rosa Montero, Beatriz Rivas, Mónica Lavín, Sara Sefchovich y Ángeles Mastretta, que se atrevieron a romper los límites impuestos por las preguntas y se explayaron en otros aspectos.

Me extrañó la participación bastante simplona y breve de la escritora Elena Poniatowska, similar a la de otras 23 que respondieron de manera sosa a las preguntas igualmente anodinas de la autora, quien en la introducción señala que le interesaba saber qué libros las han marcado y transformado, cuáles son sus obras o autores favoritos, quién las acercó a la lectura, cómo descubrieron el poder de la palabra y qué opinan de los círculos de lectura.

En muchos de los casos las escritoras expresaron que la lectura fue una tabla de salvación en términos de soledad, los divorcios de sus padres, orfandades e incluso del ‘bullying’, lo cual en el momento en que decidieron escribir influyó en sus textos.

Es un libro claramente enfocado a la auto propaganda de la autora Nadia Jiménez como promotora de círculos de lectura, en el que priva la frivolidad del ámbito de los espectáculos, de manera que la mayoría de las entrevistadas citaba que se había iniciado en la lectura desde la primera infancia, que tenían varios libros que las marcaron y que la lectura colectiva es tan benéfica para quienes la practican como para las escritoras leídas.

Por tal motivo no resulta extraño saber que esta autora batalló para encontrar editoriales interesadas en publicar su libro, como ella misma lo reconoció en una entrevista para la revista de la librería Gandhi: “Estuve buscando editorial: donde yo pensaba que podría ser no hubo respuesta, y de donde menos me imaginaba, alguien me dijo ‘a ver, eso que tienes tú me interesa’. Agradezco muchísimo a Hachette Livre México, porque me abrió las puertas y me han dado todo el apoyo del mundo. Abrazaron el libro con enorme cariño y gran confianza”.

Acompañan a cada entrevista frases célebres relacionadas con el mundo del libro, pronunciadas por reconocidos escritores y personajes del ámbito editorial, así como una breve semblanza de cada escritora, en la que se incluyen sus títulos publicados y los reconocimientos que han obtenido por su trabajo literario.

Las argumentaciones rescatables de este intento por dar a conocer la relación que tienen estas 30 escritoras con la lectura son pocas, pero de alguna manera salvan a Confieso que he leído de ser una total pérdida de tiempo y dinero.

Por ejemplo, Ángeles Mastretta (Arráncame la vidaMujeres de ojos grandesMal de amores) revela que la condesa Sanseverina y Fabricio del Dongo en La cartuja de Parma de Stendhal, un escritor francés enamorado de Italia, le enseñaron cosas sobre un mundo que nunca vio. Y que en la Universidad Nacional Autónoma de México tuvo la suerte infinita de tener escritores como maestros en la carrera de periodismo, entre ellos Gustavo Sainz y Hugo Gutiérrez Vega (quienes también fueron mis maestros en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM), que le dijeron “tú lo que estás haciendo es ficción, no hagas periodismo, dedícate a la literatura”. Además, apunta algo muy importante: “hay que escribir oyéndose, no empeñada en ser leída”.

En tanto que Irene Vallejo (El infinito en un juncoAlguien habló de nosotrosLa luz sepultada) considera que la literatura es un viaje más que una evasión; un viaje del que siempre volvemos con conocimientos y enseñanzas; a través de los libros nos volvemos más sabios, pero no una sabiduría de datos, de hechos y de conocimientos o de cifras, sino realmente un conocimiento volcado a la vida. Refiere que los libros nos van cambiando la vida y que, además, una vez que se han leído ya no se puede optar por olvidarlos; para los antiguos estaba muy ligada esa idea etimológica de la inteligencia y la lectura, porque en la palabra intelecto también está la palabra lector. Apunta que la lectura es importante, pues en este mundo invadido por pantallas, quien lee tiene la fuerza de voluntad, el sentido crítico y también la osadía de zafarse de las pantallas y sus manipulaciones para elegir una actividad mucho más lenta, más reflexiva y nutritiva.

Respecto al significado de la lectura en su vida, la escritora española Rosa Montero (La hija del caníbalLa loca de la casaHistoria del rey transparenteLa ridícula idea de no volver a verte) recuerda que su libro El amor de mi vida justamente habla de la lectura, e indica que dejar de leer es como la muerte, porque es como vivir en un planeta sin oxígeno, digamos que de alguna manera la lectura es como ese talismán protector y esencial que ha hecho que pueda soportar la vida; para mí la lectura es una manera de vivir. Agrega que a la mayoría de los novelistas la escritura les salva la vida; los escritores necesitamos a los lectores con una necesidad radical, absoluta, la historia de la literatura está llena de escritores que se quedaron sin lectores y se volvieron locos; terminaron directamente en el psiquiátrico, se suicidaron o hicieron de su vida un disparate. Los lectores nos dan la vida y los escritores los requerimos para unirnos al mundo.

La escritora Beatriz Rivas (Viento amargoLa hora sin diosasTodas mis vidas posibles) asegura que los seres humanos que leemos, tratamos por lo menos de entender mejor a los demás, de ser más tolerantes, de no calificar a una persona solamente por su apariencia, esa es la maravilla de la lectura, es una invitación a la creatividad, a la imaginación, a tener acceso a todo los mundos posibles.

Mientras que a Mónica Lavín (Yo, la peorCafé cortadoRuby Tuesday no ha muerto), le gusta la literatura que tiene que ver con las oscuridades y no lo había entendido, porque uno va entendiendo con el tiempo cosas de sí mismo como lector, los libros te van revelando qué lector eres tú. Cada libro le da al lector la sensación de que tiene un poder, porque además lo tenemos, hacemos revivir el libro, pues el libro sin nuestro tiempo dedicado a él, sin nuestro propio bagaje, no existiría.

Y para la escritora Sara Sefchovich (Demasiado amorLa señora de los sueñosLa suerte de la consorte) la lectura significa todo; ojalá que con la lectura las personas se percaten de que en un texto lo que cuenta es lo que dice, cómo lo dice y lo que al lector le significa.

Post Scriptum.- Nadia Jiménez es promotora de lectura, productora de televisión y conductora de las series de televisión Grandes autoras latinoamericanasSoy lectora Grandes escritores mexicanos, en las que fomenta el hábito de la lectura. Fundadora del Círculo de Lectura Satélite en 2018. Ha tomado diversos cursos y talleres de literatura contemporánea, apreciación literaria, crítica y reseña, novela, poesía y cuento; además de dictar la conferencia magistral Los círculos de lectura para fomentar el amor por los libros en diferentes universidades de la República Mexicana.