Juego, Set y Partido

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  • Por Mauro Flores Ledesma

 

RedFinancieraMX

 

Santiago González se lleva la corona en Miami, su primer Masters 1000; tiene 20 títulos ATP en su carrera y es el segundo del año

 

 

Casta de campeón.

 

Apenas hace una semana comentamos, en este espacio, que, a sus 40 años, el tenista veracruzano Santiago González seguía con la ilusión de conquistar un Masters 1000 y el pasado sábado ratificó en la cancha sus aspiraciones, ya que, en un tremendo partido, haciendo pareja con el francés Edouard Roger-Vasselin, conquistó el Abierto de Miami.

 

Santiago González y Roger-Vasselin vencieron por 7-6 (4), 7-5 a la difícil pareja del estadounidense Austin Krajicek y el francés Nicolás Mahut, en un partido donde el mexicano lució ampliamente.

 

Fue un torneo maravilloso para el tenista mexicano y el francés, que en la primera ronda superaron a la séptima pareja preclasificada del español Marcel Granollers y el argentino Horacio Zeballos por 7-6 (4), 7-6 (3); en octavos de final superaron 6-3, 6-4 a la dupla colombiana de Robert Farah y Juan Sebastián Cabal; en cuartos de final vencieron 4-6, 7-6 (5), 10-5 a la pareja número uno del mundo y del torneo, compuesta por Neal Skupski, de Gran Bretaña, y Wesley Koolhof, de Países Bajos; en semifinales dieron cuenta de los estadounidenses Nathaniel Lammons y Jackson Withrow por 6-4, 5-7, 12-10 y en la final vencieron a Krajicek y Massu.

 

“Era mi sueño levantar este tipo de título, un Masters 1000. Tengo 40 años, no lo tenía, este es el primero. Siempre voy a recordar este día como uno de los mejores de mi carrera deportiva”, declaró el mexicano.

 

Y vaya que lo va a recordar pues no solo en su primer Masters 1000, es también su vigésima corona ATP y su segundo título del año. Apenas el 26 de febrero había conquistado, con Roger-Vasselin, el título en Marsella.

 

Para Santiago González representa también ingresar al top 20, pues este lunes ascendió 18 lugares y se metió al sitio 19 en el ranking mundial de dobles de la ATP, el mejor de su carrera, mientras su compañero, de 39 años, ascendió al lugar 16.

 

Hace un año Santiago González y Edouard Rogger-Vasselin disputaron la final del Masters 1000 de Indian Wells, pero no pudieron cerrar con broche de oro y cayeron, en la final, ante la dupla estadounidense de John Isner y Jack Sock por 6-7 (4), 3-6, así que el título en Miami es un bálsamo para el veracruzano, que en su haber tiene también una final de dobles en Roland Garros 2017 junto al estadounidense Donald Young.

 

El siguiente torneo para Santiago González es el ATP 250 de Houston donde hará pareja con el sinaloense Hans Hach y en primera ronda enfrentarán a los estadounidenses Nathaniel Lammons y Jackson Withrow, la segunda pareja en la siembra.

 

Decíamos la semana pasada que la pareja de Santiago González y Roger-Vasselin estaba alcanzando un nivel de excelencia, lo dejaron bien claro con el título en Miami.

 

Santiago González es, sin duda, el mejor tenista mexicano en los últimos 20 años, es el mayor referente que tenemos a nivel internacional en el deporte blanco. Lo único que le falta es un título de Grand Slam. Decíamos que ya disputó la final de Roland Garros, en 2017; aunque también tiene tres finales en dobles mixtos, en Roland Garros 2012, con la polaca Klaudia Jans-Ignacik; y en el US Open 2013 y 2014, con la estadounidense Abigail Spears. 

 

Santiago fue el mejor de los 4 tenistas en la pista de Miami, su calidad está fuera de dudas, pero, su calidad no convence a los expertos “federativos” que lo tienen marginado del equipo Copa Davis, al igual que a todos los mejores tenistas de México, pues no se ha tenido comunicación ni con Santiago, ni con Miguel Ángel Reyes Varela, Hans Hach, Ernesto Escobedo, Alejandro Hernández o Manuel Sánchez.

 

Solo se necesita un gramo de inteligencia y otro de disposición, para arreglar un problema, pero dicen que cuando la ignorancia grita, la inteligencia calla. 

 

México recibirá en septiembre a la República Popular de China y si no se arregla este problema, seguro seguiremos haciendo el ridículo.