- Ahora sí, AMLO ya es el emperador de México
- Por FRANCISCO RODRÍGUEZ
RedFinanciera
Y ya que tanto hemos hablado de El Rey Donald Trump , denunciamos también que AMLO ya se adueñó totalmente del gobierno de México, tal y como lo planeó desde hace décadas, mandando al diablo a sus instituciones. ¡Ya erigió su imperio!
En esta restauración imperial, Andrés Manuel Primero es amo y señor de la voluntad de Claudia Sheinbaum, quien sólo formalmente es la Presidenta de México, porque él demostró que, de entre las “corcholatas”, sus imperiales delfines, ella era y es la más débil, la mejor maleable, la que siempre necesitará depender de él. Como emperador, se le impone.
Su corte imperial se fundamenta en el control de las mayorías de ambas Cámaras del Congreso de la Unión.
Lo mismo que en la sujeción casi ciega de más de 20 gobernadores son sus títulos e igual número de Legislaturas locales que también son sus marionetas.
Porque merced a una serie de truculencias, todo tipo de artimañas y chicanas acaba de hacerse, ahora sí, propietario exclusivo del Poder Judicial de la Federación que recién le escribió el INE, validando la pantomima de comicios más sucios de los tiempos modernos.
Desde siempre, Andrés Manuel Primero ha despreciado la aplicación del Derecho arrumbándolo al olvido por su propia ignorancia, destruyendo así la convivencia pacífica, la estabilidad y la gobernanza.
“No me salgan con el cuento de que la ley es la ley”, ha dicho en memorable ocasión, mostrando así su desprecio por una Constitución –ya revocada, en los hechos– que establece que México es una República representativa, democrática, laica y federal.
Esto significa que el poder reside en el pueblo, quien lo ejerce a través de representantes elegidos mediante el voto. Además, la Constitución garantiza la separación entre la Iglesia y el Estado, y la libertad de creencias religiosas.
El concepto de República implica que el gobierno se elige por el pueblo y no por una monarca o una dinastía.
La democracia se refiere a la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones políticas a través de mecanismos como el voto y la representación.
La laicidad del Estado implica que no hay una religión oficial, y que el gobierno no puede favorecer ni perjudicar a ninguna religión en particular.
El federalismo establece una estructura de gobierno donde el poder se divide entre un gobierno central y los gobiernos de los estados que componen la federación.
En resumen, la Constitución mexicana establece un sistema de gobierno que combina la representación popular, la participación ciudadana, la separación entre Iglesia y Estado, y la división de poderes entre la federación y los estados.
Y todo eso ya no existe más.
¿Esto ya no tiene remedio?
El imperio de la 4T es el del contra pensamiento, un festín de inútiles, nepotes, corruptos. Y ese imperio ha dado fin al Estado constituido bajo acuerdos ancestrales que le dieron supervivencia al país.
Aprovechar las mayorías en las Cámaras legislativas sólo para cumplir caprichos pasajeros y fútiles, dejar la procuración e impartición de la justicia en manos de incondicionales e invertebrados, equivale a echar por la borda toda posibilidad de convivencia. Comprar la justicia electoral es propia de dictadorzuelos sin escrúpulos o de emperadores absolutistas.
Estamos a punto de llegar al centro de una olla de indignación. Sintiendo cómo se ha humillado al régimen de Cuarta… Transformación en el que se depositó hace sólo siete años credibilidad y esperanza. Por culpa de la ignorancia se ha perdido uno de los pocos baluartes que le quedaban a un proyecto de Nación, hoy desprestigiado, sumido en el hazmerreír internacional.
Lo peor es que, como van las cosas y como suenan las declaraciones y las justificaciones insensatas, esto ya no tiene remedio. No hay voluntad de rectificar, ni conocimiento para pensar o recapacitar. Son conceptos que no existen en la agenda. Por soberbia de un solo sujeto, parece que hemos tocado fondo y no hay ya para dónde hacerse.
El gobiernito suena a réquiem. Sólo falta el responso. El asunto es verdaderamente complicado porque no hay peor enemigo que el que no entiende, ni peor ciego que el que no quiere ver.
Y no se trata sólo de las decisiones descabelladas de un tirano. Detrás está la condición lamentable de un régimen amarrado a un pacto oscuro y condenado a la nada por falta de programa, de valor, de operadores y de objetivos, que arroja un sistema perdido en moralinas de quinta estofa. El problema es mayor.
El emperador y su delfina no se saben qué hacer con el Estado. Nosotros ya no sabemos qué pasa y eso es lo que nos pasa. No están bien aprendidos las primeras lecciones ni los balbuceos de la Historia, ni las primeras letras del funcionamiento del poder, de la esencia del mando. Así, no podemos decir que vamos hacia algún lado. El mundo nos observa entre perplejo y desconcertado.
¡A recuperar la República!
El régimen imperial “modito Tepetitán” subsiste gracias a los saldos en bodega de lo que quedaron de los odiados neoliberales, estructura y negociantes consentidos. Las decisiones y las amenazas insensatas han desterrado las inversiones, el empleo y el dinero que existía en las arcas pasó a formar parte del botadero y del bolsillo de los gañanes.
No puede completarse ni el presupuesto de este año, pues hay un faltante de varios billones de pesos, imposibles de captar porque la economía ha sido destruida a marro firme desde que los cuatroteros llegaron al Palacio Nacional. Y sin existir, ya está comprometido en las maletas de los Siervos de la Nación para el reparto entre los fieles de la secta y, claro, para las huchas de los cortesanos.
Al emperador ya su delfina sólo los sostiene cifras de popularidad inventadas, engañosas, perjudiciales para el sano juicio de los que mandan y de los habitantes. Montañas de datos falsos que hacen creer a quienes toman las fatídicas decisiones que dominan el escenario con mano firme, que todo va muy bien.
Viven engañados. Oyen cantos de sirena, música al oído de un emperador autoimpuesto para el fracaso, porque eso se deriva de las imposturas y gestos de perdonavidas que gesticuló desde el podio de las “mañaneras”.
Porque los operadores hacen como que obedecen, el tiranuelo hace como que manda. Es todo un espectáculo bufo para psiquiatras.
Un juego de fantasmas, porque el país entero sabe que la 4T está en bancarrota, que tiene un gobierno criminal y miserable encima de un pueblo cada vez más cerca de la hambruna. El peor de los escenarios posibles.
Hay que ponerle un alto a esta inmundicia. El país reclama sensatez, lógica, sentido común, serenidad y visión de Estado, todos conceptos imposibles de entender para un emperador arribista descocado, con ansias despóticas.
Es la hora de hacer efectiva la indignación del pueblo, el pudor y la integridad mental de millones de mexicanos de bien, en su sano juicio.
¡Tenemos que recuperar la República!
Indicios
¿Será que habrá un Andrés Manuel Segundo? ¿O simplemente se quedará en Andy? * * * Pero ¿qué es un imperio sin súbditos felices y satisfechos? Por todos lados se encienden focos rojos de alarma por la inminente recesión que ya toca la puerta. Cayó el consumo, porque no hay dinero suficiente en los hogares, mientras la carestía está desbordada y la inflación maquillada. No hay nuevas inversiones, muchas ya se están retirando del territorio mientras el desempleo crece sostenidamente. Viene la hambruna y el descontento popular porque tampoco tiene medicamentos, sus casas se inundan y el emperador junto con sus cortesanos nos invitan a comer pasteles… de hueca palabrería. * * * Por hoy es todo. Reconozco que haya usted leído este Índice Político y, como siempre, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!