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  • Mentiras y justicia selectiva caracterizan a la 4T
  • Por Francisco Rodríguez

RedFinancieraMX

La justicia fascista europea se basaba en los grandes privilegios para las policías secretas, las prebendas inconmensurables para las fuerzas armadas y los secretos de Estado fabricados para acabar con cualquier opositor. Los instrumentos: la sospecha, la delación, el espionaje, las intrigas y los acuerdos con las cúpulas para amedrentar, amenazar y exterminar a quien se opusiera.

‎Las dictaduras latinoamericanas, florecientes e inmunes en el período de la Guerra Fría, copiaron con facilidad el modelito desde la atalaya del poder militar. Hasta la fecha existen esos regímenes en varios países hermanos, empobrecidos premeditadamente para facilitar la opresión. El chavismo lo logró.

Los acuerdos bolivarianos tienen la expectativa, declarada en todas sus reuniones cumbre, de cumplir el cometido. Los principales dirigentes del partido mexicano en el poder han atestiguado y suscrito el compromiso antipopular de referencia. Un atentado contra la democracia, el desarrollo y las luchas por las libertades políticas, económicas y sociales del pueblo.

Si en los regímenes militares la sospecha es patrimonio cupular del gobierno espurio, en las democracias –o en lo que queda de ellas– la sospecha se ha convertido en una riqueza en manos de los avasallados. La sospecha es un derecho ciudadano contra la opresión. Es la única manera de conservar la dignidad.

Una mentira lleva a otra en una cadena interminable 

‎En toda sociedad moderna, la población tiene derecho a sospechar para llegar a saber con precisión lo que sucede, sobre todo en los asuntos públicos. Es un derecho fundamental oponible ante cualquier régimen político. Al fin y al cabo, la sociedad es la que paga y la única que puede decidir si perdona.

Es la base fundamental del acuerdo democrático entre el mandatario y el mandante, el pueblo que le confió la administración global de sus haberes, el que depositó su esperanza. Las mentiras y las evasivas, profanas o hipócritamente moralinas sólo son, en el mejor de los casos, drogas dulces, simplemente punibles.

Una mentira lleva a otra en una cadena interminable. Cuando se profiere la última, ya no se recuerda la primera. Si el régimen hubiera difundido desde el principio las condiciones que los poderosos le impusieron para ejercer el mando en su exclusivo beneficio, hubiera sido más limpio el tránsito de la Cuarta Decepción en el gobierno.

El tufo despótico de la Cuarta Decepción ya no prospera 

Cuando no se acepta el error básico, como es el caso, la falla no puede ser eludida con argumentos surgidos de culpas de los anteriores. Menos puede basarse en lo peor del síndrome autoritario del poder unipersonal, desdeñoso del mandato popular.

Actuar en la clandestinidad o al margen de las leyes establecidas bajo la permanente sospecha ciudadana arroja siempre pasivos y rechazos que no pueden ser superados jamás con justificaciones morales y posteriores, aunque se opongan a toda lógica democrática.

El tufo despótico ya no prospera cuando el alud de evidencias, mostradas en todo el mundo han magnificado los gazapos, las incompetencias y las burlas abiertas a la población que votó por el cambio. Son errores peores a los que provocaron el error mayúsculo y original.

Mentira y engaño de la 4T pueden provocar tragedias 

El pueblo mexicano ha sido demasiado engañado a lo largo de su historia pasada y reciente. El maltrato autoritario lo ha hecho demasiado resistente a la mentira de los regímenes cerrados, de los gobernantes obtusos. Ya no está para rendir a priori un culto ciego a la personalidad.

La mentira y el engaño, proveniente de un grupo que consiguió hace dos años el apoyo mayoritario es más grande que lo que se imaginan. No estamos hablando de truculencias y jugueteos palaciegos. Puede causar tragedias de proporciones incalculables e impredecibles.

La indignación provoca respuestas violentas en un pueblo primero decepcionado y, después, meridianamente engañado. El que juega de ese modo, juega con fuego, es un irresponsable contumaz y es alguien que no tiene las luces para prever siquiera los rebotes de su conducta ilegal y rastacuera.

Censura en medios a las concentraciones de Frenaa 

Es cierto, se puede engañar a algunos por algún tiempo, pero no a todos, todo el tiempo. Las reacciones de la ciudadanía de más de 20 estados de la Federación son elocuentes y hablan de una madurez política que el régimen se resiste a aceptar.

El mensaje del Segundo Informe de Gobierno debió limitarse a pedir perdón y a ofrecer disculpas, opina Juan Pueblo. Pero no, fue el boato versallesco de siempre, aunque sólo estuvieron presentes los 70 favoritos del régimen. Fuera de ahí, nadie les cree.

Las concentraciones y la marcha de la organización Frenaa el pasado fin de semana en la Ciudad de México, haciendo gala de una capacidad de convocatoria inédita, lo demostraron. La última vez que el gobierno operó y pagó para una concentración oficial en el Zócalo, no llegó ni a la mitad de convocados que esta vez se congregaron para exigir honestidad, verdad y dimisión.

La lectura de las pancartas y la misma actitud de los manifestantes, muchos de ellos que votaron por el actual gobierno hace dos años, revela la indignación prevaleciente en el país y explica claramente que la hora de la Cuarta Decepción ha llegado para quedarse.

¿Y Pío? ¿Y Fernández Noroña? ¿Y Jiménez Espriú? 

Y ante la tempestad que se viene, el gobierno responde con más actitudes fascistas: amordaza a la prensa, que no informa del evento cívico de la mayor trascendencia, amenazando a los concesionarios con restringirles la publicidad oficial, aunque todo el mundo esté enterado de lo que pasó frente a nuestras narices.

Oculta al hermano incómodo del sexenio, burla a la propia justicia. Todo mundo sabe que el dinero mal habido de Pío López Obrador apoyó campañas políticas en Campeche, Oaxaca y Quintana Roo, amén de otros trastupijes. Pero no hay que molestar a Pío.

Todo mundo sabe que la candidatura de Gerardo Fernández Noroña a la presidencia de la Cámara de Diputados está apoyada por el grupo intransigente de Morena, el que se pasa por el arco del triunfo hasta las órdenes del “caudillo”.

Todo mundo sabe que el Estado fascista está premiando con concesiones a las empresas de Javier Jiménez Espriú, aunque éste haya sido inodado en los sobornos y chantajes de Odebrecht. Es un protegido, al igual que el ahijadito Lozoya. Todo mundo lo sabe. No hay necesidad de otra mentira más, porque se les puede olvidar la primera que dijeron.

Otra vez, ya somos un Estado fascista y corporativo 

Los acuerdos en lo oscurito con el Ejército privilegiado, las policías secretas maiceadas, los narcotraficantes y los empresarios neoliberales más favorecidos con todas las obritas del gobierno, están por encima del acuerdo democrático.

Son la suprema razón de un Estado fascista y corporativo.

¿No cree usted?

Índice Flamígero: Todos los seres pensantes coinciden: el mensaje leído ayer por el Presidente de la República con motivo de la entrega al Congreso de la Unión del estado que guarda la administración pública corresponde a un país que sólo existe en su afiebrada imaginación. AMLO, definitivamente, tiene “otros datos”. Y esos datos no son reales.

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