Hernán Cortés destruyó un México para crear otro: Ortega Castillo

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  • Por Norma L. Vázquez Alanís

RedFinancieraMX

(Primera de dos partes)

Hernán Cortés, el conquistador de Tenochtitlan, fue destructor porque arrasó con el centro ceremonial de esa urbe, pero también fue creador pues levantó ciudades sobre las que había destruido, especialmente la que se convertiría en capital del virreinato de la Nueva España, según expuso el comunicador, investigador y catedrático veracruzano Héctor Efraín Ortega Castillo en la conferencia que, con el título “Hernán Cortés. Destructor y creador”, dio para miembros de la Academia Nacional de Historia y Geografía (ANHG), institución auspiciada por la UNAM.

Este hombre, nacido en 1485 en Medellín, Extremadura, reino de Castilla, hijo único de Martín Cortés de Monroy y Catalina Pizarro Altamirano, se convirtió en el constructor de la América continental europea, pues además de ordenar la traza urbana -a la usanza española- de la ciudad de México, fue el fundador de la Villa Santa María de la Victoria, que más tarde sería la capital de la provincia de Tabasco; la Villa Rica de la Santa Veracruz, donde creó el primer ayuntamiento de México y América, y la Villa de Segura de la Frontera en Tepeaca, lugar desde el que planeó ataques a otras poblaciones.

Ortega Castillo, quien pertenece a la filial de la ANHG en Orizaba, Veracruz, hizo una amplia descripción sobre la vida y obra de este controvertido personaje de la historia de México en una plática transmitida por zoom, en la que refirió que el padre de Cortés era alcalde y regidor del cabildo de Medellín, por lo cual provenía de una dinastía rural acomodada y así ingresó en 1499 en la Universidad de Salamanca, donde su mejor desarrollo en el ámbito del estudio fue la elocuencia; era un buen orador. Ahí estuvo hospedado en casa de su tío Francisco Núñez de Valera.

Aunque sólo cursó dos años en Salamanca, porque decidió abandonar sus estudios de Leyes para convertirse en soldado, los conocimientos adquiridos y su gran inteligencia le permitieron sentar las bases en la tierra continental de una nueva sociedad organizada y regida por leyes. En 1502 Cortés le dijo a su padre que quería ser soldado y se enlistó en el ejército para ir a la guerra contra Italia, pero a último momento se arrepintió.

Entonces oyó hablar de que Nicolás de Ovando se preparaba para salir con un grupo de hombres de Sevilla a La Española, de la que había sido nombrado gobernador y administrador, y se enroló, pero no pudo irse en ese viaje porque, estando con una muchacha, el padre de ella los descubrió y tuvo que huir por el balcón, con el resultado de una pierna rota. Sin embargo, en 1504 partió como parte de la flota de Alonso de Ojeda hacia Santo Domingo (que era el nombre de la ciudad capital, pero que sustituyó al de La Española por usos y costumbres), donde permaneció hasta 1511, cuando Diego de Velázquez lo invitó a aventurarse a la conquista de Cuba.

Señaló el conferenciante, quien es miembro del Patronato del Archivo Estatal y autor de varios libros, que como Cortés era muy ambicioso y audaz decidió participar en la empresa y llegó a Cuba ese mismo año. Ahí fue nombrado secretario del tesorero Miguel Pasamonte, administrador del Quinto Real; más tarde, en 1515, fundaría y ocuparía la alcaldía de Santiago, además de que fue encomendero de los indígenas de Manicarao.

Al ser funcionario del gobierno de Cuba, estaba enterado de los nuevos descubrimientos, de suerte que decidió ir a colonizar la tierra continental para lo cual mandó construir sus propios bergantines. El extremeño partió de Cuba el 18 de febrero de 1519 y llegó el 21 a Cozumel, un lugar que ya había sido descubierto en 1518 por Juan de Grijalva, quien había sido enviado por Velázquez a explorar las costas de Yucatán.

Cortés siguió la ruta de Grijalva y llegó a Tabasco, donde tuvo lugar la batalla de Centla el 14 de marzo, el primer gran enfrentamiento de sus tropas en tierra continental; tras la derrota de los locales, el conquistador recibió obsequios de oro y 20 esclavas, entre ellas Malitzin.

Relató Ortega Castillo que el 25 de marzo Cortés fundó la Villa Santa María de la Victoria, que más tarde sería la capital de la provincia de Tabasco, donde permaneció hasta el 12 de abril y dejó a un grupo pequeño de españoles para que controlaran y poblaran la región, mientras él prosiguió su viaje hacia un pueblo, rico y poderoso situado hacia el poniente, del que le informaron en Tabasco y que ellos denominaban México.

(Concluirá)