Es la estrategia…

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  • Las opciones de Marcelo
  • Por Rodrigo López San Martín

RedFinancieraMX

Marcelo Ebrard es, probablemente, el hombre mejor preparado para ser presidente de la República entre la bajara de precandidatos de Morena.

 

 

Formado en el viejo priísmo, la disciplina y la lealtad a sus jefes ha sido la constante en su larga trayectoria política. Y le ha pagado.

 

En 1994 dejó el PRI siguiendo a Manuel Camacho Solís, cuando éste no fue elegido como el candidato presidencial. Con Camacho se acercó a Andrés Manuel López Obrador, en el año 2000, por quien declinó en la carrera por la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal. En 2012, decidió no romper con AMLO y apoyarlo en su segunda candidatura presidencial, a la cual también aspiraba.

 

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En todos estos casos, la lealtad le ha pagado. Pero quizá llegó el momento de tomar definiciones personales en la que puede ser su gran oportunidad de alcanzar la presidencia de México.

 

Desde que el presidente López Obrador lo rescató del exilio al que lo orilló Miguel Ángel Mancera, Ebrard se colocó como un precandidato natural a sucederlo. Cuando llegó la pandemia, el secretario de Relaciones Exteriores tomó un papel protagónico que a ningún otro funcionario de su gobierno le permitió el presidente.

 

Ebrard resolvía, entregaba resultados. Y en ese camino, se fortalecía.

 

Pero tras las elecciones intermedias de 2021 quedó claro que, para AMLO, el Plan A rumbo a la sucesión es Claudia Sheinbaum.

 

 

Pero Marcelo es un perfil, quizá el único, con atributos positivos propios más allá de su relación con López Obrador. Su lealtad y resultados hacia AMLO lo hacen ser bien visto por la mayoría de la base morenista. Pero al mismo tiempo, su moderación y la buena imagen que dejó como Jefe de Gobierno del Distrito Federal, lo hacen atractivo también para los electores que no necesariamente respaldan al presidente.

 

Ante este escenario, ha sido normal que su nombre se piense como un posible candidato de la oposición en 2024. Es sabido que tiene una cercana relación con Dante Delgado, presidente y dueño de la franquicia de Movimiento Ciudadano.

 

En los últimos días, tras la abrupta respuesta de López Obrador al Parlamento Europeo, la temperatura alrededor de Ebrard ha aumentado. Algunos, le piden que se defina, que utilice este momento para tener una salida digna de un gobierno que, si bien lo valora, no parece impulsarlo hacia la sucesión.

 

Hasta el momento, el canciller ha sido ambiguo en sus comentarios sobre el tema. Sabe que su margen para reaccionar a algo que el propio presidente ha confirmado que él redactó, es mínimo.

 

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Pero su margen para tomar otro camino diferente al de Morena también se achica. Conforme se acerque 2024 será menos legítima y más electorera una eventual separación de AMLO.

 

Por eso, estamos frente al inicio del periodo de definiciones. El mejor candidato del oficialismo tendrá que decidir si apostar hasta el final por la disciplina y la lealtad de siempre, o hacer un viraje, arriesgado, hacia una oposición que, hasta hoy, carece de un perfil de su tamaño para competir en 2024.