- El Alcoholismo es un Espejismo, No te Mata la última Copa, te Mata la Primera
RedFinancieraMX
Por Caty Guadarrama
En esta ocasión, toca el turno de compartir sus experiencias a Fernando “N” de Sinaloa: “Comencé a tomar a los 16 años, fue sin querer; fui invitado por mis compañeros en la preparatoria a trabajar un día en una refresquera, demostrando los productos y al término de la jornada ya tenían preparado ron y refresco, sabía tan bueno que no paré hasta perderme, hice cosas, que aún hoy me hacen bajar la cabeza: quise mancillar a un burro, ahí estaba medio desnudo queriendo treparme en el animal, mientras mis compañeros reían hasta cansarse, cuando se me bajó la borrachera y me dijeron lo que hice, no cabía de la vergüenza, me prometí a mí mismo no volver hacerlo, y esa fue la primera mentira acerca del alcohol, porque una vez dentro lo único que haces es caer y caer”.
Como se pudo, terminé la Normal Superior, aunque seguí en la parranda con los amigos de la escuela, no faltaba a clases, a veces estaba crudo o medio borracho, dentro de mi vicio hice todo por terminar, sin dejar a mí fiel compañero, porque caer en el alcoholismo, es entrar en un túnel oscuro sin fondo, de donde no puedes salir, no hay una luz a la cual seguir, estas en plena oscuridad.
Hoy es maestro ya retirado. Cuando ya trabajaba en una escuela primaria de Mazatlán, andaba de parranda con los amigos, era miércoles, ya de madrugada como las cuatro le paré al trago, y la escuela me quedaba más cerca, que llegar a mí casa. Me fui al plantel y el portero me dejó entrar, llegué a la dirección y me quedé dormido en el escritorio del director, a las 7 a.m. llegó el maestro a su oficina, me vio, me dejó ahí por un rato más, ya luego me despertó, yo quería ir al salón pero me dijo: “Ve a tú casa a descansar, no puedes presentarte así”, él me comprendió por que también era un alcohólico activo como yo.
Tuve una experiencia muy fuerte, fui a Culiacán, para tramitar y obtener un préstamo; en la central camionera me encontré a un amigo, era burrero de la droga, ya sabía a lo que se dedicaba y no quería verlo, me llevó y me esperó hasta que salí de las oficinas, de pronto dijo: “vente súbete al taxi”, llegamos a su casa.
Me comentó que tenía problemas con la mujer y temía lo denunciara ante las autoridades, pero éste amigo era un canijo porque del taxi bajó una R-15 y otras armas y las pasó a una camioneta en la que nos fuimos, de ahí, pasamos a una agencia de cervezas y empezamos a tomar como a las 11 de la mañana, a las 5 de la tarde, me dijo “ya vuelvo”, regresó y me avisó: “a partir de este momento tú eres reportero de un periódico, y puso un montoncito de cocaína, se puso a inhalar y yo también lo hice para no quedarme atrás, luego todos drogados locos, fuimos a una colonia exclusiva de los narcotraficantes, todo estaba cercado, se abrió el zaguán y al fondo estaba “El Chaca”, el mero bueno, quien ya nos esperaba; mí amigo me presentó “aquí el reportero de El Debate”, le dije que estaba tomando y me invito a la entrevista; “El Chaca” sólo dijo “quiero que ponga un anuncio porque mi hija va a cumplir 15 años para celebrar con los amigos”. Mientras yo quería salir a orinar, ya en el patio, vi a toda la gente drogándose, nada más veía pasar el platito. Salimos de ahí y me llevó directo a la central camionera; ya en el autobús veía todo al revés, cuando fui por mí carro yo iba en sentido contrario todo estaba de cabeza, dejé el carro abierto y funcionando se fue a estrellar contra una barda.
Me considero bueno, al menos es lo que dice la gente, pero muy resentido con mí madre: la mayoría quiere más a su madre… (Fernando guarda silencio y se quiebra su voz) pero yo fui al revés pues quise con toda mi alma a mí papá, porque el me dio apoyo que se necesitaba toda la vida, su compresión fue incondicional y quizá porqué siendo un niño me marcó, el desprecio de mí madre, se acercaba el Día de las Madres, dijo la maestra que pronto sería el 10 mayo y con una flor, era más que suficiente para nuestra mamá.
Salgo de la de escuela y corto la flor más bonita del jardín, llego corriendo a la casa y le digo a mí madre: “mami, es tu regalo”, me miró con desprecio y tomó la flor y la tiro al suelo, yo asombrado, abracé a mí madre y me aventó, y gritó: “ya me llenaste de mocos escuincle, ¿esto es lo que valgo para ti?”, salí llorando sin entender que había sucedido pues tenía apenas 8 años, pero ese suceso me dejó marcado para toda la vida y con el alcoholismo se hizo más fuerte este resentimiento hacía mi madre, pues en la embriaguez venían los recuerdos y el dolor también. (Fernando continúa con la voz quebrada, y dice “disculpe siempre me pasa cuando hablo del tema) en segundos retoma la charla y continúa…
Ya siendo delegado de AA, fui con mi madre a pedirle su bendición, pues viajaría a la Ciudad de México para una conferencia con el grupo, hizo una oración para mí y me bendijo, me atreví a besarla en la frente de nuevo, pues desde los ocho años, no lo volví hacer, me despedí de ella sin darle la espalda, porque pensaba se limpiaría otra vez los mocos de su hijo… por suerte no lo hizo.
Cuando falleció mí padre, mi madre se acercó a mí y pronunció en voz baja: “Yo sé bien que querías mucho a tu padre e incluso más que a mí “; con lágrimas en los ojos yo le respondí, “pero ya se murió y ahora le entrego mi amor a usted, yo que fui el último en el terreno del amor para usted”.
Yo estaba en la plenitud de mí alcoholismo cuando conocí a mi esposa venia de una familia disfuncional, vivía con sus abuelos y desgraciadamente me conoció y la lleve a una mala vida, ella quería estabilidad y le di todo lo contrario, además, de una vida de infierno en casa con gritos por las borracheras, le fui infiel durante 25 años, estuve en amasiato con otra mujer con quien tuve una hija, hasta que mi amante de dijo: “el tiempo está transcurriendo y llegó el momento de decidir con quien te quedas”, y me quedé con mi esposa. Todavía no entiendo cómo es que me soportaron en mis peores años de embriaguez.
Ese perro que fui, que ladraba y hasta aullaba, ya no ladra, perdió los colmillos y ahora estoy para mí esposa nada más y nos llevamos muy bien. Alguna vez me comentó mi mujer: “los sábados cuando llegabas de trabajar, deseaba que no llegaran los fines de semana, porque te perdías en el alcohol, y entonces yo prefería que no estuvieras”, por eso ahora le quiero dar todo lo que no le di antes.
Con un alcoholismo de 25 años, ya no encontraba sitio para mí, sentía que no pertenecía a ningún lugar, mi único lugar seguro era cuando estaba sumergido en el alcohol. Trabajaba en Mazatlán y un chofer de camión amigo de parranda me recomendó un grupo, me llevó a AA, me quedé y tengo 30 años, esforzándome cada día para estar bien.
Al principio de la desintoxicación no podía con esto, temblaba, lloraba, y estaba en el grupo todos los días, porque no hallaba la paz, poco a poco superé las ganas de un trago y volver a sentir esa tranquilidad efímera que el alcohol tiene, después de cuatro años, ya más recuperado, me dijeron “ transmítelo”, y es lo que hago, tengo un grupo desde hace 25 años, trabajo con muchachos y llevo el mensaje a un centro de rehabilitación y los jóvenes que llegan con nosotros, responden y van convencidos en dejar los vicios; tengo a mí cargo 100 gentes, más no me pesa, le pido a Dios me ayude a ayudar. Desde que me rehabilité, sentí la atracción al grupo, ya son 25 años y seguiré adelante apoyando a todo el que lo necesite, porque con el alcohol y las drogas no se juega, se debe tener mucho respeto hacia ellas, porque tarde que temprano, te dan el abrazo mortal y te llevan al túnel de donde no puedes regresar, el alcohol es un espejismo, no mata la última copa, mata la primera copa.