Destacan académicos el papel histórico de la Malinche

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  • Por Norma L. Vázquez Alanís

RedFinancieraMX

“Como una pintura nos iremos borrando… escribió el poeta náhuatl Nezahualcóyotl y así se ha difuminado en el tiempo la imagen de doña Marina, Malitzin o Malinche, sin duda la figura más enigmática de la historia de México”. Así inició su conferencia sobre la mujer que se convirtió en la “lengua” de Hernán Cortés, la doctora en arqueología María Teresa García García.

A doña Marina le tocó vivir en un universo de hombres y aun así sobresalió; pocos la valoran, muchos la desprecian y la consideran traidora, otros simplemente la han olvidado; fue una mujer que siempre estuvo hablando y nunca tuvo voz propia, expuso la también maestra en etnohistoria, en la ponencia que con el título de Doña Marina, la lengua de Hernán Cortés, presentó vía zoom a los miembros de la Academia Nacional de Historia y Geografía (ANHG), auspiciada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En la probanza de testigos de doña Marina se asegura que nació en 1501, aunque a ciencia cierta se desconoce el año de su nacimiento; lo que sí sabemos es que en marzo de 1519, Hernán Cortés, proveniente de Cuba y de la Isla de Cozumel, donde había rescatado al español Jerónimo de Aguilar (quien, por haber naufragado seis años antes, hablaba el maya), llegó a tierras del Rey Taabscob y sostuvieron una batalla en Centla, la cual ganó. Como tributo de guerra, el señor Taabscob le obsequió diversas joyas de oro y 20 mujeres.

Entre ellas estaba doña Marina, que así se le bautizó, quien “era una verdadera cacica, hija de grandes señores, y señora de pueblos y vasallos; sus padres eran los caciques de Painala. Al morir su padre, la madre se volvió a casar y al tener un hijo varón de su nuevo matrimonio regaló a la niña a unos indios de Xicalango, luego fue vendida a unos comerciantes mayas y, éstos, a su vez, la revendieron al cacique maya de Tabasco”, escribió en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Bernal Díaz del Castillo.

Como durante su cautiverio viajó a las regiones de habla maya en Yucatán, aprendió dicha lengua y por eso a la llegada de los españoles, Malitzin hablaba tanto su lengua materna, el náhuatl, como la de sus señores, el maya. Se ha dicho que su padre era mexica y hablante del náhuatl, mientras que su madre era de Tabasco, por lo que ella también conocía el chontal, una lengua maya nativa de esa región.

Inmediatamente los españoles se percataron de la gran importancia de doña Marina porque pudo traducir lo que decían los embajadores enviados por Moctezuma para dialogar con los recién llegados. Era impensable en ese momento que una mujer fuera la intérprete de los extranjeros; desde entonces fue la “lengua” de Cortés.

En las sociedades prehispánicas las mujeres podían ser cocineras, parteras, hilanderas, tejedoras y sacerdotisas de bajo nivel. Las hijas del tlatoani tenían que retirarse de frente porque no podían darle la espalda. En esa sociedad machista querían que las mujeres fueran sordas, mudas y ciegas, comentó la doctora en arqueología y agregó que a los caciques no les fue fácil hablar con los conquistadores a través de una mujer.

Pronto Cortés la tomó como amante oficial, quitándosela a Alonso Hernández Portocarrero, a quien la había dado como concubina. Doña Marina tuvo un papel determinante en las negociaciones para que los tlaxcaltecas se unieran a los conquistadores.

El nombre de Marina derivó en Malinche porque, como siempre estaba al lado de Cortés cuando hablaba con los señores, estos comenzaron a llamarlo capitán de Malina, porque como la letra r no existe en náhuatl le llamaban Malina o Malin y el agregado tzin, que es reverencial, y que los españoles convirtieron en Malinche.

Los mexicas cada vez que podían les regalaban objetos, principalmente de oro, metal que para ellos no era muy valioso, con el propósito de que no avanzaran hacia Tenochtitlan, pero tuvieron el efecto contrario al despertar su avaricia. Cuando llegaron a Tenochtitlan, Moctezuma se sintió incómodo por tener que hablar con una mujer para que hiciera la traducción, pero era ella quien tenía la voz, era el canal comunicante, dijo la conferenciante.

Tras la derrota conocida como la Noche Triste, el papel de doña Marina fue fundamental, primero para reconfortarlos y luego para instarlos a seguir la lucha; Marina fue fundadora de un nuevo orden porque los indígenas la reconocían como su superior, incluso con más mando que Cortés.

Malinche es una figura fundamental, continuó la doctora García; tanto, que los cronistas le dieron bastante espacio en sus escritos y gracias a ellos tenemos algunos datos valiosos sobre esta mujer.

En 1526 doña Marina desaparece al nacer la hija que tuvo con Juan Jaramillo, con quien fue casada –no se sabe si por decisión de Cortés o si ella misma se lo pidió- para que tuviera un esposo legítimo y por ende los mismos derechos que las españolas.

Consideró la ponente que debido a una apreciación maniquea de los historiadores, se le tuvo como una traidora que se unió a los conquistadores extranjeros, por ello los mexicanos deberíamos de hacer una revisión de esta parte de la historia.

Para concluir, la doctora María Teresa García expuso que doña Marina logró todo eso en sólo siete años y mencionó que no se puede considerar traidora porque no existía México, lo que había eran ciudades-Estado. La conferenciante discurrió que seguramente pronto las feministas recuperarán la figura de la Malinche, pues fue una mujer que luchó para sobresalir por sus propios méritos.

Voz unánime para reconocer a doña Marina

Los académicos hicieron un reconocimiento coincidente al valor e importancia de esta mujer que destacó en un mundo de hombres. La presidenta de la ANHG, maestra Elizabeth Rembis, apuntó que la Malinche fue una mujer singular y muy adelantada para su tiempo, mientras que el poeta y catedrático Carlos Martínez Plata insistió en la necesidad de reivindicar a estos personajes femeninos de la historia que supieron insertarse en un ámbito sólo reservado a los hombres.

El arquitecto Manuel Gamio refirió que Malitzin fue una mujer bella, inteligente y muy superior a muchos hombres, lo que en el imaginario mexicano machista no se perdona; además, fue la mujer que parió al hijo del conquistador, el mestizaje bochornoso que tatuó en la psicología del mexicano a la Malinche como traidora, pero es un ejemplo de la lucha de las mujeres en un universo masculino.

A juicio de la profesora y poeta nayarita María del Pilar Acosta Llamas, la Malinche fue la llave que abrió México y gracias a su intervención fue menos sangrienta la conquista. El hecho de que hablara frente a frente con el tlatoani Moctezuma fue algo que ninguna mujer de entonces se podía siquiera imaginar, aseguró; y Beatriz Saavedra opinó que se debe cambiar esta concepción errónea que se tiene de las mujeres destacadas.

En tanto, Maribel Arriola Rivas, escritora y poeta, dijo que es reconfortante escuchar este replanteamiento de la consideración de traidora a la que doña Marina fue sometida por la historia y provocó que no se reconozca su inteligencia.

Cerró la sesión el poeta Sergio Morett, quien opinó que Malitzin tiene sus claros y sus oscuros, pero lamentablemente en la vorágine de la historia ha sido vituperada; fue una mujer que dominó varias lenguas, pero su mayor grandeza es haber destacado en una situación difícil ante la invasión que sufrió Tenochtitlan. Admiramos a esta mujer que ha trascendido a través del tiempo y que fue un icono de la historia prehispánica.

El maestro Morett concluyó su intervención afirmando: “los arqueólogos nos han devuelto una parte importante de la historia de este país”.

Ante lo cual, la especialista del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), María Teresa García, compartió el siguiente dato, el número de áreas arqueológicas identificadas por la institución ascendía hasta diciembre de 2020 a 54 mil 621, para cuya atención sólo cuenta con menos de 300 expertos y lamentó que la austeridad del actual gobierno los haya golpeado mucho en su presupuesto.